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Paula Andrade

El perfil

Ángela Rodríguez 'Pam', la costosa escudera de Irene Montero

La secretaria de Estado, que es un manojo de contradicciones, ofendió a los abogados de España por llamar «propaganda machista» a los letrados que defienden los intereses de los violadores

El pasado 28 de junio, cuando aún no había que quitarse la corbata para ahorrar energía ni aparentar progresismo, Ángela Rodríguez 'Pam' acudió a un programa de entrevistas en la Cadena SER:

—Lo más elocuente en política son los silencios —reflexionó.

—Y dolorosos, ¿eh? —le repreguntaron.

—Sí, la política es muy dolorosa.

—No sé cómo aguantáis.

—Yo tampoco —rio.

La realidad es que la secretaria de Estado de Igualdad y contra la violencia de género tiene 120.000 razones para aguantar haciendo política, más o menos una por cada euro que recibe al año desde que asumió el cargo.

A Ángela Rodríguez 'Pam' (Pontevedra, 1989), que tiene sobrenombre como de boxeador cubano, le viene el mote desde la infancia, cuando sus amigas le decían Pamela y acabaron dejándolo en 'Pam'. Ya de adulta estudió Filosofía, y en aquellos días se abrió una cuenta de Twitter donde comentaba, entre otras cosas, las andanzas del programa Quién quiere casarse con mi hijo. Pocas cosas nos definen más que nuestras primeras reflexiones en una red social, sobre todo si somos anónimos (el paradigma de esto es Pedro Sánchez). Son casi tan reveladoras como las cosas que hacemos cuando pensamos que nadie nos mira.

Pertenece a esa clase de políticos que considera que no tener nada en propiedad es garantía de honradez, cuando debería ser sospecha de inoperancia

Ángela fue una de las cuatro integrantes del viaje que Irene Montero organizó a Nueva York, y en el que combinaron una agenda más que discutible con unos gastos incompatibles con el mundo que dicen defender. Hubo Falcon y unos costes muy por encima de los 9.000 euros que dijeron necesitar para echar tres días en Estados Unidos. Es probable que 'Pam' descubriera allí que tiene un cuerpo mucho más 'normativo' de lo que piensa. Y que el capitalismo no es tan malo cuando se practica desde el bolsillo de los demás.

Nada a su nombre

Ser joven y de izquierdas obliga muchas veces a incurrir en contradicciones tan llamativas como rechazar la Monarquía pero pasar una tarde agradable de selfis en el Palacio Real, que fue lo que ocurrió el pasado 12 de octubre.

Según la declaración de bienes que figura en el BOE, Ángela Rodríguez 'Pam' no tiene nada a su nombre. Solo 43.000 euros en cuentas de ahorro y similares, lo que confirma que es víctima de su tiempo: la nueva política. Pese a ganar 120.000 euros brutos anuales, pertenece a esa clase dirigente que considera que no tener nada en propiedad es garantía de honradez, cuando debería ser sospecha de mentira o de mala gestión de las finanzas personales.

La última de la secretaria de Estado de Igualdad y contra la violencia de género –que aún no ha conseguido una reducción sustancial de los crímenes que persigue– fue ofender a buena parte de los abogados de España por lo que dijo de los letrados que defienden violadores.

Tras la aprobación de la ley del solo sí es sí, varios abogados han pedido penas más bajas para sus representados al amparo de la nueva norma. Tras las primeras informaciones, 'Pam' escribió lo siguiente en Twitter: «Recordemos que en este tipo de noticias que estamos viendo los abogados que intentan que las penas se rebajen son los abogados de los presuntos violadores. Son propaganda machista, un intento desesperado de la defensa».

Al exabrupto respondió el representante de todos los abogados, el Consejo General de la Abogacía Española (CGAE): «Hay días en los que es necesario recordar que criminalizar profesiones y el ejercicio del derecho de defensa, es insultar a la Constitución, a sus derechos y libertades, y a quienes los defienden. En España, 150.000 abogados y abogadas», publicaron.

Cuesta conjugar ese nerviosismo de 'Pam' con que su partido fuera de los pocos que la pasada primavera votase en contra de ampliar la prisión permanente revisable para casos de ocultación de cadáver y asesinos reincidentes. Es la penúltima contradicción (siempre hay tiempo para otra) de la costosa escudera de Irene Montero, con quien se reparte las ocurrencias de un ministerio superdotado en lo económico pero insuficiente en lo legal.