La pareja de Juana Casal confiesa su implicación en su muerte
Jesús, el que fuera pareja de Juana, fue detenido al salir de casa este miércoles
Jesús P.R., el que fuera pareja de Juana Canal, desaparecida en Madrid en 2003, ha confesado este jueves ante los policías que lo custodiaban en comisaría su implicación en su muerte, pero no que la matara.
El detenido asegura que la encontró muerta y que entonces decidió descuartizarla, meterla en dos maletas y llevar sus restos.
Una vez confesado, el detenido ha sido trasladado a Navalcruz (Ávila) donde en las últimas semanas han aparecido restos óseos que se sospecha que son de Juana Canal, para hacer una reconstrucción de los hechos. Posteriormente, ya mañana, pasará a disposición judicial.
Diecinueve años desaparecida
Juana apenas nadie la recordaba. Para la justicia era un caso sobreseído en una carpeta arrinconada cogiendo polvo; para los investigadores una desaparición no resuelta que después de cientos de gestiones, ya nadie sabía como afrontar. Solo su familia y sus amigos la tenían presente. El caso se dirigía al precipicio del olvido, pero en 2019, una senderista encontró una tibia y un cráneo en mitad de un prado en el Navalacruz, una localidad de Ávila. La Guardia Civil de la zona recogió los restos óseos y los envió al laboratorio. No fue una tarea fácil pero de uno de los dientes lograron extraer ADN. Introdujeron el resultado en la base genética de desaparecidos y saltó una coincidencia, un «match» que dicen los ingleses: aquellos restos pertenecían a Juana Canal, de 38 años.
No se sabe muy bien qué pasó, ni de quién fue el error, que lo hubo, pero la familia no se enteró de que la habían encontrado muerta hasta este 2022, tres años después. Y encima su hermana no recibió una llamada de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, sino que se enteró viendo un programa de televisión.
La trascendencia mediática revitalizó el caso. Los agentes recuperaron el expediente y estudiaron los datos que contenía. Los papeles atesoraban el siguiente relato: el 22 de febrero de 2003, Sergio, hijo de Juana, la vio por última vez. Estaba bien. Nada le hizo sospechar que desaparecería días después. El joven, tras el divorcio de sus padres biológicos, había elegido permanecer con su madre. Compartían el domicilio con una reciente pareja de ella, Jesús, un taxista. El día 23, a primera hora de la madrugada, concretamente a las 2.26 minutos, Juana llamó al 091. Denunció que Jesús le estaba pegando una paliza. Por entonces, ni los protocolos ni la sensibilidad era la misma con la violencia contra la mujer que actualmente. No consta que lo detuvieran ni que nada ocurriese con Jesús aquella madrugada.
Una nota escrita
Sobre la una de la tarde de ese mismo 23 de febrero, Sergio llega a casa y se encuentra una nota escrita, al parecer, apresuradamente apoyada sobre un jarrón en la mesa del salón. Dice así: «Sergio, hemos vuelto a discutir: ha llamado a la Policía y todo. Tu madre se ha tomado un montón de pastillas y se ha ido. Ha habido un momento que se ha quedado muy 'grogi'. Me ha amenazado con beber. Me voy a buscarla».
De Jesús no se sabe nada hasta veintisiete horas después de la llamada de auxilio de Juana al 091. El 24 de febrero a las 4.57 de la madrugada le atienden en urgencias del hospital 12 de octubre. Tenía un profundo corte en la mano que necesitó puntos. Este hombre pidió al médico un parte de lesiones. Le confesó que el corte se lo había hecho Juana y que pensaba denunciarla. Así lo hizo en cuanto le dieron el alta. A pesar de la distancia, y de que él vivía en el distrito de Ciudad Lineal, en el norte de Madrid capital, se fue a la comisaría de Leganés a presentar denuncia. Acusó a Juana de haberle agredido y sajado. Ese mismo 24 de febrero de 2003, Sergio, preocupado por la ausencia de su madre y por la nota que le había dejado Jesús, acudió a comisaría a presentar una denuncia por desaparición.
Desde el primer momento se sospechó de la pareja de la madre, pero nada se pudo probar. Si quiera se registró su taxi, que probablemente hubiese usado para trasportar el cuerpo de Juana si fuese culpable. Porque el cadáver de la mujer se localizó en mitad de la nada en Navalacruz, curiosamente muy cerca de unas propiedades del sospechoso. ¿Coincidencia? Los investigadores creen que no y por eso han detenido esta mañana a Jesús y lo han trasladado a Ávila para registrar su casa en profundidad.