Investigación
El «CNI catalán» elaboró un manual para burlar a la Policía: «Usad alias, borrad los chats y no mandéis audios»
El Debate desvela en exclusiva las tácticas y consignas con las que uno de los cerebros independentistas instruía a sus adeptos para comunicarse de manera segura
El cabecilla del CNI catalán, Miquel Montero de Quadras, elaboró un manual en el aleccionaba a los miembros del autodenominado 'Consell per la República Catalana' con diferentes técnicas y consejos para burlar las investigaciones policiales. El Debate publica hoy un informe de la Guardia Civil en el que se desvelan todas las tácticas que usaban para comunicarse entre ellos usando nombres en clave y borrando los datos sensibles.
El término de «CNI catalán» es un concepto usado por el entorno independentista para referirse a la Agencia de Ciberseguridad de Cataluña (CESICAT). Sin embargo, el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) no tiene ninguna conexión con este organismo autonómico. En España, la competencia para elaborar Inteligencia sólo le corresponde al CNI.
El 5 de noviembre de 2018, Montero de Quadras envió un mensaje a los independentistas a los que instruía que llevaba por título Pequeño manual de telecomunicaciones para activistas. En él, el cabecilla del CNI catalán explicaba a sus adeptos cómo comunicarse, según él, de forma segura para evitar ser rastreado por la Policía Nacional o la Guardia Civil. Lo primero que hizo fue alertar a sus colegas de que cualquier cosa que dijeran a través del teléfono podía estar siendo escuchada. De hecho, el miedo a ser detectados se palpa de manera constante en todas las instrucciones.
«Hay que tener en cuenta que todas las conversaciones telefónicas se graban y si les da la gana se escuchan sin orden judicial que valga», afirmaba con total desconocimiento. «Hay también unos dispositivos muy graciosos que pueden convertir un móvil en un micrófono abierto», les aconsejaba haciendo alarde de sus conocimientos informáticos. Montero de Quadras es informático de profesión y su especialidad son las telecomunicaciones.
El segundo consejo que daba era dejar los móviles fuera de las reuniones de trabajo y apagar los dispositivos antes de hacerlo. Según él, «aunque no escuchen, siempre pueden localizar un móvil sabiendo a qué antenas se conecta», les explicaba.
Programas espía
Uno de los objetivos del CNI catalán era el desarrollo de software espías para poder infectar de manera ilegal los teléfonos móviles de sus objetivos. Por este motivo, eran conscientes de que ellos, que se estaban saltando la Ley, podían ser objeto de este tipo de investigaciones. Así que el manual también amaestraba a sus destinatarios en ese ámbito.
«Hay que revisar frecuentemente si hay software sospechoso (...). También pueden registrar todo lo que se escribe en el teclado». Ante el miedo que tenían, Montero de Quadras aconsejó usar nombres en clave para los asuntos y personas relevantes. Además, les pedía que separaran con espacios las palabras sensibles «para evitar que hagan saltar alarmas automáticas». El cabecilla del CNI catalán ejemplificaba sus teorías de la siguiente manera: «Por ejemplo (...) 'far -con el espacio- lopa'» para referirse a la farlopa, una expresión con la que se refería a la cocaína.
Otra de los sistemas que pedía poner práctica a la hora de transmitir mensajes importantes era escribirlos en un papel y enviar la foto. De esta manera, no quedaría ningún rastro de texto. El experto en telecomunicaciones desaconsejaba por completo usar la aplicación de mensajería WhatsApp. Según él, escribir mensajes por esa vía «es como cerrar la caja fuerte con un candado de juguete». En su lugar, proponía emplear Telegram o Signal, de las que aseguraba ser más seguras. Para Montero de Quadras la primera permitía «comunicarse con personas sin saber su número de teléfono» y la segunda tenía una naturaleza más anónima.
La táctica de las comunicaciones a través de este tipo de vías consistía en hacerlo en grupos con más intervinientes. Eso sí, era consciente de que existía el riesgo de que la Policía o la Guardia Civil tuvieran acceso al contenido de las conversaciones, así que pedía que se borraran con asiduidad asegurando que había que «pasar la escoba». «Los servidores solo los conservarán un par de días», aseguraba.
Con todo, pedía usar una variante de chat en Telegram denominada Chat secreto. Este método es una manera de mantener una conversación que permite poner un cronómetro de borrado. Al término de la misma, ésta se autodestruye. Además, si uno de los dos interlocutores realiza alguna captura queda constancia. «Usad Telegram para los chats y Signal como alternativa a las llamadas telefónicas». Precisamente, pedía titular los nombres de estos grupos con denominaciones que nada tenían que ver con la causa independentista. «Usad 'los pringaos del insti' o 'fútbol 7'», decía.
Alias «muy inocuos»
La siguiente consigna era la de no grabar mensajes de voz con información sensible. «La voz es reconocible, el texto no», aseguraba. Y añadía: «Se han de borrar muy rápido cuando los destinatarios los hayan recibido». A continuación, ofrecía pautas para anonimizar los contactos. Para ello, pedía a sus adeptos usar nombres «muy inocuos». Es decir, comunes o inocentes para confundir a la Policía o a la Guardia Civil para, si en algún momento llegaban a ellos, como ocurrió, evitar que descubrieran el verdadero sentido de las conversaciones.
Y, de nuevo, Montero de Quadras ejemplificaba sus teorías: «Pepe el que puede llenar de estiércol la plaza del pueblo». También les pedía no intercambiar las identidades de los líderes independentistas, a los que denominaba Ilustres, por alias inventados. Para evitar ser interceptados también les pedía borrar los chats antes de una manifestación o de realizar cualquier acción callejera. «Con lo cabreados que siguen los piolines a la mínima les acusarán de lo que les convenga. Son gente sin honor», se refería a la Policía con todo tipo de faltas de respeto.
Uno de los lemas era el de protegerse entre ellos. Por este motivo, uno de los temores era el de ser detectados en una manifestación si un agente incautaba alguno de los teléfonos móviles. Si esto ocurría existía el riesgo de que las autoridades descubrieran la estructura de pseudointeligencia que estaban desarrollando con fondos públicos. También pedía el borrado de las «fotos sensibles».
Por último daba dos consejos más. El primero, verse siempre en persona para transmitir los temas importantes. Y, por último, nunca comunicarse a través de los mensajes de la red social Twitter. Según el cabecilla del CNI catalán, hacer eso «es casi como publicarlo en el BOE en letra grande».
La Guardia Civil elaboró este informe en agosto de 2019 en el marco de la investigación que estaba llevando a cabo el Juzgado Central de Instrucción número 6 de la Audiencia Nacional. En concreto, en una de las piezas separadas que fueron decretadas bajo secreto. El trabajo de los miembros de la Benemérita ha permitido desarticular con éxito una red de espionaje ilegal que tenía como objetivo atacar al Estado.