De González a Sánchez, pasando por Zapatero La verdadera historia de las últimas cuatro décadas del PSOE
Por ser un partido con vocación ideológica y, al mismo tiempo, de gobierno, las posiciones del PSOE han trascendido la esfera de la formación socialista para permear los últimos 40 años de historia de España
Durante cuatro décadas, el PSOE ha logrado la confianza de distintos espacios sociales y territoriales, ha gobernado en las 17 comunidades autónomas y tres presidentes socialistas han llegado al Palacio de la Moncloa. Con mayor o menor fortuna, el PSOE ha gestionado los intereses cotidianos de la población; y lo ha hecho sin por ello renunciar a ambiciones sociales de calado transformador.
El presente artículo, partiendo de la experiencia que ofrecen tres Ejecutivos socialistas –dos conclusos y uno todavía en curso–, sintetiza los principales ejes de la acción política del PSOE, un partido que ha sido el espacio preferente de la izquierda democrática para participar en la vida del país.
La economía
Por su orientación ideológica de corte Estatista, el Partido Socialista tiende en sus Ejecutivos a las subidas de impuestos, los déficits elevados, el incremento de la deuda pública –en ocasiones, hasta límites insostenibles– y el dispendio de los recursos públicos. Trascurrido el tiempo, los resultados de estas políticas suelen ser crisis económicas, cierres de empresas y elevadas tasas de desempleo.
Los resultados de las políticas económicas del PSOE suelen ser crisis económicas, cierres de empresas y elevadas tasas de desempleo
La economía fue el talón de Aquiles de Felipe González, que en 1994 salió de La Moncloa dejando 3,5 millones de personas en las oficinas de desempleo –por encima del 20% de la población activa–, un 5,5 % de déficit público, una deuda de 360.000 millones de euros y la Seguridad Social en quiebra. La presión fiscal estaba en porcentajes del 36 %; los mayores del actual periodo democrático. El malestar social era muy intenso, tal y como pusieron de manifiesto tres huelgas generales.
El salgo que arroja la gestión de José Luis Rodríguez Zapatero no es mejor. El político leonés abandonó en 2011 anticipadamente el Gobierno de España con la economía al borde del rescate por la Unión Europea; había cinco millones de personas en paro –el 22 % de la población– y el déficit público rondaba los 80.000 millones de euros. Fuertes protestas sociales acompañaron la salida de Zapatero de la Moncloa.
En cuanto a Pedro Sánchez, el actual presidente tiende a responsabilizar de la actual situación económica de España a dos causas ajenas a su control: la pandemia y la guerra de Ucrania. De momento, el crecimiento del PIB español es prácticamente nulo, los Fondos Europeos entran a ritmo muy lento y la inflación está en el 8,9 %. Sobre su presidencia no puede realizarse una valoración definitiva, dado que aún no ha llegado a su fin, pero hoy en día la política económica de Sánchez transmite sensaciones de improvisación.
La corrupción
El PSOE ha protagonizado los casos de corrupción más sonados de la política española y, en algunas ocasiones, por el volumen económico del escándalo, también del conjunto de la política europea. Los más célebres han sido Ibercorp –gobernador del Banco de España–, Filesa –financiación irregular del PSOE–, Roldán –director de la Guardia Civil– y Fondos Reservados; todos en tiempos de González.
El caso Morodo, sobre los nexos entre el PSOE y el régimen chavista de Venezuela durante la etapa de José Luis Rodríguez Zapatero, continúa pendiente de aclaración.
En el caso ERE se repartieron 679 millones de euros arbitraria e ilegalmente; era dinero público destinado a personas desempleadas
Más reciente es el caso ERE, por el que el Tribunal Supremo ha condenado a dos expresidentes del PSOE, Manuel Chaves y José Antonio Griñán, ambos también expresidentes autonómicos de Andalucía. En el caso ERE se repartieron 679 millones de euros arbitraria e ilegalmente; era dinero público destinado a personas desempleadas.
El laicismo
Durante sus años en la oposición, Pedro Sánchez afirmó que suprimiría la asignatura de religión de los colegios españoles. Así lo sostuvo en el 39º congreso federal del PSOE, celebrado en 2017, y volvió a repetirlo cuatro años más tarde, en el 40º congreso. Otro leitmotiv del PSOE es su recurrente denuncia de los Acuerdos entre España y la Santa Sede, firmados en 1979 y pieza clave de la Transición. José Luis Rodríguez Zapatero, por su parte, llegó a redactar una laicista Ley de Libertad Religiosa y de Conciencia, si bien nunca llegó a presentarla en el Congreso. Sánchez tampoco la ha sacado del cajón.
La presencia de símbolos religiosos en los espacios públicos, la celebración de funerales de Estado, la inmatriculación de los bienes de la Iglesia, La nueva ley de Educación LOMLOE, la asignación tributaria a la Iglesia católica en la declaración de la Renta… Toda estas son señas de identidad del PSOE, que durante los últimos 40 años tiende a la problematización del hecho religioso, que se vuelve más intensa cuando afecta a la fe del 70 % de los españoles, que es el catolicismo.
Los socialistas suelen impulsan una agenda política de marcado sabor laicista, pero una serie de razones les retienen a la hora de consumar la ruptura definitiva con la Santa Sede
En la práctica, los socialistas suelen impulsan una agenda política de marcado sabor laicista, pero una serie de razones les retienen a la hora de consumar la ruptura definitiva con la Santa Sede; quizás entienden que, de hacerlo, serían recompensados con la pérdida masivas de votos.
Hay un detalle práctico que nos permite identificar al instante a un político socialista. Si durante el curso recurre a la dialéctica de distinguir entre «los obispos» y los «cristianos de base» pero, cuando llega la Semana Santa, trata de encabezar a toda costa una procesión, entonces, con total certeza, nos encontramos ante una pura sangre del PSOE.
La nación española
En políticos, afiliados y simpatizantes del PSOE se detecta un gusto por el cosmopolitismo que, al mismo tiempo, hacen compatible con un cierto sabor popularista, entre folklórico y proletarizante. Sin embargo, su 'línea editorial' de fondo es la tendencia a problematizar la misma idea de España, que identifica con unos principios de largo recorrido histórico al que las izquierdas, caricaturescamente, suelen asociar con el conservadurismo y la confesionalidad.
El PSOE tiene tendencia a problematizar la idea de España por identificarla con el conservadurismo y la confesionalidad
El PSOE escinde el hecho social del hecho nacional; no percibe que la unidad de España favorece el crecimiento económico y la justicia social. Extraviado en abstracciones, el Partido Socialista obstruye la unidad concreta y termina aliándose con partidos nacionalistas de corte medievalizante, xenófobo o revolucionario –PNV, Junts, ERC, Bildu– que son lo opuesto a los intereses –internacionalistas y de clase– que la socialdemocracia afirma defender.
De ahí que Zapatero en 2004 manifestase en el Senado que «la nación es un concepto discutido y discutible». Más lejos ha ido Pedro Sánchez, cuando en este mismo año 2022, durante un homenaje a Miguel Ángel Blanco, se refirió a Euskadi y España como dos países distintos. Sánchez textualmente afirmó que «Si hoy Euskadi y España son países libres y en paz, es gracias a todos y todas».
En la práctica, las formaciones nacionalistas e independentistas saben que disponen de un aliado preferente cuando un presidente del PSOE reside en el Palacio de la Moncloa. Fue Zapatero el que puso en marcha la reforma de Estatuto de Cataluña, que ha creado en España la más grave crisis institucional desde la Transición. Y Pedro Sánchez con su ‘Coalición Frankenstein’ –apodada así por Alfredo Pérez Rubalcaba– acepta los votos de Bildu.
Fue Zapatero el que puso en marcha la reforma de Estatuto de Cataluña, que ha creado en España la más grave crisis institucional desde la Transición
Los pactos del PSOE con los nacionalistas también obedecen a intereses pragmáticos. Los socialistas lograron en 1987 su última mayoría absoluta. Desde entonces, para alcanzar el Ejecutivo de España necesitan conformar alianzas con todas las fuerzas políticas que están a su izquierda en el plano ideológico, a las que han de añadir, para que los números cuadren, diversos partidos minoritarios que terminan por marcar la agenda política de los Ejecutivos del PSOE.
La educación
Desde 1980 se han realizado ocho reformas educativas; la práctica totalidad de ellas han sido impulsadas por Ejecutivos del PSOE. El resultado es que España no sale bien parada en el Informe PISA, la mayor prueba educativa internacional, organizada por la OCDE. Pese a las inversiones públicas realizadas, los datos de PISA indican que la educación pública española está por debajo de la media en compresión lectora, ciencias y matemáticas. En España la tasa de abandono escolar prematuro es la más alta de Europa. En 2019 fue del 17,3%. En Grecia, por ejemplo, es del 4,1% y en Irlanda, del 5,1%.
Los sucesivos responsables socialistas de preparar a las generaciones futuras –Javier María Maravall, Javier Solana, Alfredo Pérez Rubalcaba y Pilar Alegría– ha diseñado planes tendentes a la igualación por abajo. Relegan la búsqueda de la excelencia y apuestan, en cambio, por contenidos de corte ideológico.
Los más afectados por los planes educativos del PSOE son las clases menos favorecidas, puesto que la enseñanza pública, al degradarse, ha dejado de ser un ascensor social
Los más afectados por estos planes educativos son las clases menos favorecidas, puesto que la enseñanza pública, al degradarse, ha dejado de ser un ascensor social. En España existen en la actualidad 50 universidades públicas, la mayoría de reciente creación. Solo una, la de Barcelona, está situada entre las 200 mejores del mundo; un hecho que resulta llamativo en un país de la talla de España, que, de Altamira a Picasso, pasando por Cervantes y la Escuela de Salamanca, ha alcanzado cumbres culturales de nivel universal.
Las políticas del PSOE en el campo educativo apuestan por la cantidad. La generosa dotación presupuestaria de los gobiernos socialistas refuerza la escuela pública, y ha permitido que en los primeros años de la democracia 1,5 millones de niños tuvieran acceso a puestos escolares. Solucionada la deficiente escolarización, los Gobiernos del PSOE también aumentaron su obligatoriedad hasta los 16 años para homologar a España con el resto de la Unión Europea.
Sin embargo, el éxito en este terreno no parece estar tanto en la dotación presupuestaria o la obligatoriedad, sino en el diseño de planes educativos que primen el mérito y la adquisición de conocimiento. Quien así lo sostiene es la responsable de análisis de PISA, Miyako Iked. Los países que forman parte de este informe han incrementado en un 50% su inversión por estudiante en las últimas dos décadas, pero constatan que no por ello han conseguido mejorar los resultados en lectura, ciencia y matemáticas.
La cultura
Ante cuestiones culturales y civilizatorias de calado, los intelectuales socialistas no suele pensar desde la realidad, es decir, con realismo, realistamente, sino que pendulan aupados sobre abstracciones que oscilan entre el criticismo radical y el idealismo naïf. Compatibilizan los bamboleos con un cierto pragmatismo de inclinación hedonista.
Tras renunciar al marxismo en su congreso extraordinario de 1979, la falta de anclajes epistemológicos del PSOE hace que caiga en las modas ideológicas de turno, que luego, una vez alcanza el poder, se transforman en procesos de colonización pedagógica para el conjunto de la población.
Desde 1982 el PSOE impulsa su Kulturkampf. Para alcanzar sus objetivos, el Partido Socialista ha movilizado una pléyade de empresas informativas y culturales –periódicos, grupos de comunicación, productoras, fundaciones, think tanks, etc.– que le sirven de avanzadilla ideológica, foro público, escaparate de novedades, parapeto absolutorio y tribunal inquisidor.
En el estilo y las formas, al PSOE le gusta la anécdota post modernizante y las corrientes vitalistas, entre irónicas e intrascendentes –«La Movida»-, que epatan o simplemente entretienen y evaden. En su entorno, no por casualidad, tuvo acogida la cultura del «Pelotazo»; es decir, la apuesta por el enriquecimiento rápido, la especulación, la ostentación agresiva y el gasto sin control. Utilizar el avión presidencial para ir a un concierto de The Killers es un ejemplo de como en el actual PSOE los estilos de la Movida y el Pelotazo no son cosas de los ochenta, sino de estricta actualidad.
La Kulturkampf del PSOE también entra en puntos más inquietantes. Todas las leyes con ambición de ingeniería social y que afectan a puntos antropológicos nucleares –aborto, eutanasia, ideología de género, etc.– llevan el sello parlamentario del Partido Socialista.
La conciencia histórica
La Transición no solo fue una operación política, sino también una experiencia histórica de reconciliación entre españoles. La Constitución de 1978 es su fruto. Antes se promulgó la Ley de Amnistía de 1977. Desde hace décadas, sin embargo, el PSOE, primero con Zapatero y ahora con Sánchez, promueve leyes de Memoria que pretenden dictar una única verdad oficial, la suya, la del Partido Socialista, desde la que juzgar retrospectivamente los acontecimientos más dramáticos del siglo XX español.
El PSOE promueve leyes de Memoria que pretenden dictar una única verdad oficial desde la que juzgar los acontecimientos más dramáticos del siglo XX español
Bienes como el consenso, la concordia y convivencia quedan orillados por otros en los que todas las fuerzas políticas que no militan en la izquierda pasan a ser vistas desde un prisma de sospecha. La desconfianza también llega hasta los sectores moderados del propio PSOE, dado que la Ley de Memoria Democrática aprobada de Sánchez extiende su periodo de actuación hasta 1983, cuando ya gobernada Felipe González.
Resulta llamativa la visión tan optimista que tiene el PSOE sobre su propia trayectoria, dado que el Partido Socialista, entre otras acciones, colaboró activamente con la dictadura de Miguel Primero de Rivera e impulsó en 1934 un golpe de Estado contra la Segunda República. Entre sus principales figuras destacan políticos tan controvertidos como Francisco Largo Caballero, que a sí mismo se hacía llamar el ‘Lenin Español’.
El Estado
La influencia de Hegel a través de Marx y Lassalle continúa viva en toda la socialdemocracia europea, también en el PSOE. Para el pensador berlinés, el Estado es la mejor encarnación de su «idea absoluta». La humanidad logra la educación y progresa en libertad a través del Estado. De ahí el peso que esta forma política tiene en el pensamiento de cuño socialista.
No son simples disquisiciones teóricas. El intervencionismo Estatal, llevado en ocasiones hasta el quebranto del resto de órdenes sociales, constituye una seña de identidad del PSOE. De hecho, durante el Gobierno de Pedro Sánchez, y por primera vez en la historia de España, el peso del sector público, que consume el 51,5 % del PIB, ha superado al del sector privado.
Las transferencias de dinero público, tal y como las realiza el PSOE, propician que segmentos cada vez más amplios dela población tengan una dependencia estructural del Estado
La retórica de los Ejecutivos socialistas camufla el Estatismo presentando las ayudas e intervenciones públicas como gestos de solidaridad. Nadie niega a estas alturas el efecto benéfico que genera el Estado del Bienestar –en gran parte, creación de la democracia-cristiana tras la Segunda Guerra Mundial– sobre el conjunto de la sociedad.
El socialismo, sin embargo, va más allá. Las transferencias de dinero público, tal y como las realiza el PSOE, propician que segmentos cada vez más amplios de la población tengan una dependencia estructural del Estado. Porque el PSOE, además de subvenciones y ayudas, diseña en paralelo una serie de políticas –elevados impuestos, laberínticas legislaciones, burocratización intensa y constante– que en la práctica frustran las iniciativas de la sociedad.
Un ejemplo de estas políticas puede comprobarse en el momento presente. Pedro Sánchez suele expresar en público su preocupación por los vulnerables, por las personas que más sufren el efecto de la inflación. Sin embargo, el Ejecutivo socialista se niega a corregir el impacto de su presión fiscal. Recordemos que gracias a la inflación aumenta la recaudación del Estado.
Los GAL
Durante los primeros ochenta, el PSOE colaboró en la consolidación democrática de España. Sin embargo, este partido también se vio envuelto en capítulos turbios, como fueron los GAL durante la etapa de González.
Los GAL fueron agrupaciones parapoliciales que practicaron entre los años 1983 y 1987 una «guerra sucia» contra ETA, causando un total de 27 asesinatos
Los políticos socialistas fueron durante años, al igual que los del PP, uno de los principales objetivos de los asesinatos de ETA. La banda terrorista, gracias al consentimiento del presidente francés Valéry Giscard d'Estaing, tenía en el sur del país galo un santuario. Los indicios apuntan a que se decidió dar una respuesta al terrorismo al margen del Estado de Derecho y que la orden partió desde entornos próximos al Gobierno del PSOE y a los principales líderes del Partido Socialista de Euskadi. Los GAL, acrónimo de Grupos Antiterroristas de Liberación, fueron agrupaciones parapoliciales que practicaron entre los años 1983 y 1987 una «guerra sucia» contra ETA, causando un total de 27 asesinatos. La creciente amistad de Felipe González con el nuevo presidente francés, el también socialista François Mitterrand, terminó con el santuario galo.
Las cosas buenas
El saldo que arroja este artículo prima las sombras sobre las luces, pero es indudable que el PSOE, a lo largo de los últimos 40 años de historia, también ha realizado contribuciones positivas para el conjunto de España.
El PSOE ha reforzado el sistema de la Seguridad Social y ha sacado adelante leyes tan necesarias como las de dependencia, la antitabaco, el ingreso mínimo vital, el cambio climático y la transición energética
Del lema 'OTAN, de entrada, no' de 1982, el Partido Socialista pasó a pedir el sí en el referéndum de 1986 sobre la permanencia en la Alianza Atlántica. Un político socialista español, Javier Solana, ha llegado a la secretaría general de la OTAN y Pedro Sánchez es un firme defensor de su necesidad. El PSOE ha sido quien oficializó la entrada de España en la Unión Europea, aunque el proceso venía gestándose desde la Transición.
El PSOE, asimismo, ha reforzado el sistema de la Seguridad Social, y ha sacado adelante leyes tan necesarias como las de dependencia, antitabaco, ingreso mínimo vital, cambio climático, transición energética y violencia de género. Hoy no hay pueblo en España que no tenga Casa de Cultura, centros de día para los ancianos, piscina y polideportivo. Esto, en no pequeña parte, es contribución del PSOE.
Valoración conclusiva
El PSOE durante un tiempo prolongado ha cabalgado a lomos del zeitgeist; incluso parecía su intérprete cualificado. Sin embargo, poco a poco ha perdido el favor mayoritario de los votantes. Ahora, para gobernar el conjunto del país, se ve en la paradoja de tener que pactar con partidos minoritarios que no esconden su radicalismo antisistema ni la voluntad de ruptura de la unidad nacional. Gobernar con los amigos del desgobierno parece un oxímoron y, efectivamente, lo es.
Desde 2008 España vive una situación de crisis constante, que al malestar económico solapa el aventurerismo político. Dos acontecimientos súbitos e inesperados –la pandemia y una guerra a las puertas de Europa– han hecho que la situación tome un giro de imprevisibles consecuencias.
El tronco mayoritario de la sociedad comienza a añorar, de manera todavía confusa, pero con creciente fuerza, la sensatez y capacidad de concordia de la que España hizo gala en la Transición. Formar parte del problema o de la solución, en el caso del PSOE, dependerá de su capacidad para leer los signos del tiempo futuro con la misma habilidad que ha demostrado en el pasado.