Urkullu deja desnudo a Sánchez: él sí revela su gasto en viajes y acompañantes
El presidente vasco se gastó 40.000 euros y llevó a 12 personas a París, mientras Sánchez está en rebelión legal por esconder sus incesantes excursiones opacas
Iñigo Urkullu se gastó cerca de 40.000 euros en una expedición a París, al acto de presentación del Tour de Francia, al que acudió con un séquito de 12 personas, según consta en la documentación oficial a la que ha accedido El Debate.
El presidente vasco se desplazó a la capital gala durante dos días, los pasados 26 y 27 de octubre, para participar en la promoción de la gran prueba ciclista, que arrancará desde Bilbao el 1 de julio del próximo año.
«Con motivo de esta efeméride, la agenda del viaje institucional se completó con un acto para presentar la Delegación de Euskadi en Francia, y con encuentros con la presidenta de Regiones de Francia, con expertos de think tank Notre Europe, Institut Jacques Delors, y con la secretaria general del Ministerio para Europa y de Asuntos Exteriores francés», explica detalladamente por escrito a El Debate la directora de Servicios del Gobierno vasco, María Yermo Urquijo.
La puntillosa información que revela Urkullu, que aprovechó el viaje para presentar la nueva Delegación de Euskadi en Francia en un acto que costó 3.723 euros; deja en evidencia a la vez a Pedro Sánchez y a su Gobierno, que han hecho justo lo contrario desde su llegada al poder, hasta el punto de estar en situación de «rebeldía legal» por negarse a cumplir resoluciones formales que les obligan a dar cuentas de sus múltiples excursiones.
En concreto, el Gabinete de Moncloa y otros departamentos ministeriales, tal y como ha desvelado este periódico, siempre recurren a una excusa para ocultar el dato, y es que, a su juicio, dar información acerca de los acompañantes o vuelos del presidente ponen en riesgo su seguridad, ya que se podría conocer el dispositivo de seguridad del que dispone y lo revisten de 'secreto de Estado'.
Una treta, derrotada sistemáticamente en el Consejo de Transparencia o en la propia Audiencia Nacional, con la que Sánchez ha intentado esconder quiénes le acompañaron en el Falcon y en otros transportes oficiales a destinos como La Palma o los Estados Unidos, en excursiones en las que incluso estuvo presente su esposa, Begoña Gómez.
Sin embargo, desde el Gobierno vasco explican que, junto al despliegue citado anteriormente, la comitiva de Urkullu también contó con cuatro personas más que integraban un equipo que velaba por su seguridad.
Y es que, pese a que Sánchez sostiene que informar sobre los dispositivos de seguridad pueden poner en riesgo hasta su propia vida, el Consejo de Transparencia ha insistido y reiterado en numerosas ocasiones que eso no es cierto, ya que no condiciona los despliegues futuros y ha fallado en favor de El Debate, en diversas ocasiones.
De hecho, el propio ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, se vio forzado a desvelar, pese a declararse en rebeldía, el número de solicitudes de escoltas para viajes privados que había recibido por parte de los ministros y que terminó por evidenciar que el Ministerio no discrimina entre viajes públicos y privados a la hora de establecer dispositivos de seguridad.
Pero también sirvió para dejar al descubierto al propio Gobierno en su intento de hurtar al ciudadano su derecho a recibir información utilizando la coartada de la seguridad. Una coartada que también Urkullu ha desmontado.
El ejemplo de Urkullu
El contraste entre ambos presidentes es abrumador, a tenor de la información obtenida por este periódico. El lendakari destinó al viaje un total de 38.360 euros que, además de para promocionarse como anfitrión de la salida del Tour, sirvió para presentar la Delegación de Euskadi en Francia, un acto que tuvo un coste de 3.723 euros.
La precisión vasca llega hasta el punto de precisar que, para atender distintos encuentros institucionales con varios representantes de organismos franceses, contrató a un intérprete con un coste añadido de 1.620,60 euros.
Sánchez se ha aferrado al «secreto de Estado» para ocultar sus excursiones con el Falcon, mientras Urkullu da cuentas al detalle de sus viajes
Junto a ello, desde el Gobierno vasco han desglosado los diferentes gastos que han originado el viaje, señalando que al alojamiento y restauración dedicaron 10.035 euros, aunque el grueso fue destinado a los vuelos y desplazamientos, un total de 22.981,40 euros.
Y es que el séquito que acompañaba a Urkullu era grande. Doce personas más estuvieron con el lendakari en su periplo francés, ya que junto a él estuvieron la secretaria general de Acción Exterior, María Ángeles Elorza; la directora de la Secretaría y Relaciones Institucionales, Miren Erezkano; el director de Comunicación, Iñaki Bernardo; el director de Asuntos Europeos, Mikel Anton; y la asesora de la Secretaría General de Acción Exterior, Concepción Quintana; además de otras tres personas integrantes del equipo de comunicación del Gobierno vasco.
Un viaje que, según María del Yermo Urquijo, directora de Servicios de la Lehendakaritza, y que rubrica la documentación, «ha merecido una valoración muy positiva», a tenor de la difusión en prensa local, estatal e internacional que tuvo la presentación del Tour de Francia, con 1.600 reportes en prensa.
Un impacto y una utilidad que Sánchez también se negó a glosar cuando viajó a Estados Unidos hace dos veranos para, supuestamente, vender las excelencias de España como destino inversor, en una gran expedición que no incluyó ningún contacto político con la Casablanca ni con cargo público alguno de Washington.
En esa ocasión, como en tantas otras, el presidente recubrió su rechazo a dar cuentas con el ardid de calificarlo de «secreto de Estado», a pesar de los reiterados fallos en su contra que desmontan su tendencia a gastar sin dar cuentas mientras su partido, el PSOE, se las exige a dirigentes como Isabel Díaz Ayuso, que sí publicó el coste de su desplazamiento a América, en 2021, entre fuertes críticas de los socialistas.
La opacidad de Sánchez comenzó con su mandato, nada más tomar posesión tras la moción de censura de junio de 2018: apenas tres meses después, fletó el Falcon rumbo a Estados Unidos y se hizo acompañar de su esposa, Begoña Gómez, con «agenda privada». Y ya todo ello lo recubrió del marchamo de secreto oficial para ocultar los detalles de su costosa expedición.