El perfil
Ximo, el alguacil alguacilado
El que venía a regenerar la política impartiendo justicia social desde los platós de ruido y furia tiene hoy un polvorín de corrupción a las puertas de su despacho con el caso Azud
El himno valenciano arranca así: «Para ofrendar nuevas glorias a España…». La última de esas glorias ofrecidas a España por esa maravillosa tierra mediterránea es Joaquín Francisco Puig Ferrer, de soltero Ximo Puig, el presidente autonómico que ha demostrado que todo lo que toca se convierte en oro puro: apoya a Susana Díaz y abomina de Pedro Sánchez (fue uno de los dimisionarios en la ejecutiva que forzó la salida del hoy presidente), para alistarse en el sanchismo en cuanto la socialista andaluza es noqueada, nombra segunda de a bordo a Mónica Oltra, imputada por encubrir delitos sexuales de su exmarido a una menor, insulta a la Comunidad de Madrid por bajar los impuestos para a renglón seguido copiar la receta dado su éxito electoral, tiene a media familia investigada por asuntos turbios y ahora le ha salido un Bárcenas en el sumario Azud, que ponía el cazo a los empresarios para que apoquinaran en las campañas electorales socialistas. No hay quien dé más.
Bueno, sí. Este periodista convertido en político tiene por gestión un auténtico pozo de despropósitos. Alcalde durante 17 años de Morella, su localidad natal, solo se le conocen nóminas públicas, salvo los dos años que ejerció de periodista. De ese coqueteo con los medios le quedó un regusto por lucir palmito en los periódicos, una afición que cristalizó en uno de los episodios más delirantes de la política valenciana. Cómo olvidar cuando hace seis años se gastó 43.000 euros de dinero de los valencianos para que le hicieran una entrevista-masaje en The Guardian, que su partido vendió en España como si fuera una entrevista a la mismísima reencarnación levantina de Adenauer y que terminó sabiéndose que había sido prefabricada por una empresa española dedicada a la creación de contenidos. Finalmente, el diario británico eliminó el Pulitzer valenciano de su página web y Ximo siguió alimentando su leyenda.
A cinco meses de las elecciones autonómicas, silba y mira al tendido, mientras se envuelve en la bandera del nacionalismo, a rebufo del pancatalanismo
Este presidente valenciano construyó su carrera política especializándose en ejecuciones civiles contra Rita Barberá, a la que lapidó al alimón con la hoy investigada Oltra, con resultados tristemente conocidos. El que venía a regenerar la política impartiendo justicia social desde los platós de ruido y furia tiene hoy un polvorín de corrupción a las puertas de su despacho con el caso Azud, que investiga la financiación ilegal de su partido y del PP, en una suerte de venganza poética. El instructor indaga sobre una posible caja B de los socialistas valencianos, confesada por su propio exgerente, Francisco Martínez Rico, en las campañas de 2007 y 2008, y sospecha que Ximo concedió favores a los empresarios de la trama.
Él, a cinco meses de las elecciones autonómicas, silba y mira al tendido, mientras se envuelve en la bandera del nacionalismo, a rebufo del pancatalanismo, al estilo de sus hermanos mayores del PSC: ni muy españolista ni muy soberanista. Equidistancia, como manda Iceta. Todo para tapar que su cuñada está en el punto de mira por emitir facturas poco ortodoxas en su tienda de perfumes y que uno de sus dos hijos, fue contratado con ayudas que están bajo sospecha. Sin olvidar, a Francis Puig, el hermano presidencial que ya fue sancionado por Competencia por llevarse por métodos no demasiado claros una concesión de la tele autonómica, esa que era objeto de censuras por parte de la izquierda cuando la gestionaba Zaplana o Camps pero que se convirtió en un manantial para los chicos de Puig.
Camaleónico donde los haya, nada y guarda la ropa, mientras su partido hace harapos del Código Penal y paga con jirones constitucionales su mantenimiento en el poder. Las urnas se han puesto cuesta arriba y nadie duda de que, si le es necesario, volverá a abjurar de Pedro Sánchez, marca tóxica en las elecciones de mayo de 2023. Mientras tanto, sortea la corrupción, a su socio Compromís del que depende para mantenerse en el poder, y defiende en los tribunales su controvertida gestión de la pandemia, a la que Antifraude ha puesto en solfa por los contratos de emergencia que Ximo firmó sin control alguno. Siete años y medio después de que llegara a la presidencia valenciana, está demostrado que este explumilla es toda una bicoca política.