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Enrique BattanerEnrique Carrascal

Entrevista al exrector de la Universidad de Salamanca

Enrique Battaner: «Es inquietante ver cómo se va borrando la frontera entre aborto e infanticidio»

El prestigioso catedrático de bioquímica hace balance de los últimas y más polémicas decisiones del Gobierno con las que ha sido muy crítico

El catedrático de bioquímica Enrique Battaner Arias (Salamanca, 1945) y exrector de la Universidad de la ciudad helmántica, entre los años 2003 y 2007, ha sido siempre un hombre en el que han importando tanto los conocimientos científicos como el aspecto más humano y el pensamiento humanista que ha aplicado en su larga trayectoria como docente, haciendo presente el espíritu de Francisco de Vitoria en su faceta más académica. Hombre sencillo y sabio, su vida ha sido una equilibrada síntesis entre ciencia, cultura, educación y un gran sentido del humor.

Ingresó en la Facultad de Medicina de Salamanca en 1962, finalizando sus estudios, con Premio Extraordinario, en 1968. Será en ese mismo año cuando ingrese en el Instituto de Biología Celular del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (C.S.I.C.) de Madrid para realizar su tesis doctoral sobre antibióticos y síntesis de proteínas, gracias a la primera convocatoria de la beca del Plan Nacional de Formación de Personal Investigador, en 1971. A partir de entonces encadenaría otra beca de la Fundación Juan March para estudios en el extranjero lo que le permitió realizar sus estudios posdoctorales en la Washington University School of Medicine (St.Louis, Mo.), hasta 1974, como International Postdoctoral Fellow de los National Institutes of Health (N.I.H.). Mientras tanto, en 1972, ganó una plaza de Colaborador Científico del C.S.I.C., adscrito al Instituto de Biología Celular.

En 1975 inició una brillante carrera docente en la Universidad de Salamanca, obteniendo la plaza de Profesor Agregado de Fisiología y Bioquímica, labor que compaginaba con la de Jefe del Servicio de Bioquímica del Hospital Clínico de Salamanca. Siete años más tarde ganó la cátedra de Bioquímica de la Facultad de Medicina de la Universidad de la Laguna, donde permanecería hasta 1988, año en el que gana la cátedra de Bioquímica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Salamanca.

Entre los años 1990 y 1993 fue nombrado vicerrector de Investigación del equipo del Rector Dr. Julio Fermoso García y desde 1997 hasta 2003 desempeñó la dirección del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Salamanca. A partir de entonces, y hasta 2007, fue elegido rector de dicha Universidad.

- Usted ha sido durante muchos años rector de la Universidad de Salamanca, ¿considera que los jóvenes están suficientemente informados sobre las cosas que importan?

- Creo que están francamente bien informados sobre las cosas que les importan a ellos, como la comunicación tecnológica, el entretenimiento en general e incluso algunas cuestiones típicamente Woke, como el cambio climático y los problemas asociados al «género». Pero, por otra parte, creo que hay poco interés por formar una sociedad civil fuerte y, en nuestro caso particular, por lo que ha sido, es y ha de ser España. Esto es, por lo que importa en general.

- ¿Cómo definiría, con tres palabras, a esa generación que, en unos años, tendrá que tomar decisiones importantes sobre sí misma y para los demás?

- Es difícil pero, si tienen que ser tres, me inclinaría por hipertecnología, individualismo y, aunque parezca contradictorio con esto último, gregarismo entendido como sumisión al rebaño o a los pastores.

Modificar así leyes orgánicas relativas al Poder Judicial y al Tribunal Constitucional demuestra que España corre peligro de desaparecer

- Precisamente en contra de ese sentido de 'rebaño' ha sido usted muy crítico con las dos últimas enmiendas del Gobierno para tratar de modificar la Ley Orgánica por la puerta de atrás, ¿por qué?

- Sinceramente creo que España corre peligro de desaparecer no sólo como actor en el mundo actual sino como ente histórico, lo que es francamente triste. Lo vemos en las leyes educativas, en la comunicación de masas, en la redes sociales, en la imagen que proyectamos en el mundo y en la acción gubernamental. Modificar así leyes orgánicas relativas al Poder Judicial o al Tribunal Constitucional va exactamente en esa dirección y de ahí mi oposición.

-Sin embargo, no es usted jurista, ¿cree que faltan más voces de la sociedad civil en cuestiones de interés general?

- Sí. En España hemos adolecido siempre de una sociedad civil raquítica y, en estos últimos tiempos, esta tendencia se ha agravado por la dispersión debida a las taifas autonómicas. Es bastante significativo que los intentos de fortalecer la sociedad civil española –Libres e Iguales, la España que reúne,...– no hayan terminado nunca de cuajar en un gran movimiento cívico que es lo que más echo en falta. A ello ha contribuido, también, un sistema educativo errático, del que la Universidad es en gran parte responsable y a la vez víctima.

- ¿La Universidad responsable...?

- En primer lugar, por el indiscutible sesgo político de la institución académica. Y, además, por unas leyes universitarias que han instaurado la endogamia como forma de reclutamiento del profesorado, lo cual es consecuencia directa de las exigencias de los nacionalismos periféricos. Tengamos en cuenta que el profesorado es el elemento crucial de todo sistema universitario. Un profesorado deficiente es causa, y a la vez consecuencia, de un Universidad de baja calidad y se hace difícil salir de ese círculo vicioso. La Universidad debería ser un pilar fundamental en una Sociedad Civil digna de tal nombre y de no ser así a poca sociedad civil podemos aspirar.

Las leyes universitarias han instaurado la endogamia como forma de reclutamiento del profesorado, a exigencia del nacionalismo

- Esa sociedad a la que se refiere impulsó hace años nuestra norma más fundamental, ¿cómo definiría la salud de la Constitución española? ¿Cree que está amenazada?

- Creo que la sociedad española no es consciente de que los últimos cuarenta años han sido el momento de mayor prosperidad material de nuestra historia lo cual se ha debido, sobre todo, a la Constitución vigente. Un texto que tiene aspectos mejorables, no cabe la menor duda, pero quizá sea por eso mismo por lo que ahora la vemos en peligro. Las fuerzas políticas mayoritarias deberían hacer algo al respecto aunque dudo, sinceramente, que haya voluntad real de hacerlo. Soy bastante escéptico.

- De sus palabras se deduce que no confía usted en que el Gobierno cumpla su palabra en las cuestiones más nucleares en lo que resta de legislatura...

- No. Y a los antecedentes me remito.

- Como médico y catedrático en bioquimica, ¿cree que el aborto está bien legislado en España?

- Vaya por delante que creo legítimo el aborto en determinadas circunstancias. Ahora bien es difícil legislar al respecto y la legislación actual no me parece la más adecuada. Quizá la anterior fuera más acorde con mi punto de vista, salvando los excesos cometidos al amparo de las supuestas incompatibilidades «psicológicas» de la madre con el embarazo. En cualquier caso, el aborto nunca debería ser un método de control de natalidad porque para eso están la educación y los recursos ad hoc. Además, resulta inquietante ver cómo se va borrando la frontera entre aborto e infanticidio, lo que la legislación actual parece permitir. Hay muchos aspectos muy mejorables.