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Guillermo del Valle, director de El JacobinoMuñoz Alconada

Entrevista Guillermo del Valle, director 'El Jacobino'

«Gente del 15-M legislando para que las regiones ricas no redistribuyan con las pobres... ¡Es que es muy gordo!»

Guillermo del Valle, licenciado en Derecho (UAM), diplomado en la Escuela de Práctica Jurídica (UCM) y abogado procesalista, es el director del think tank 'El Jacobino'. Conversa con El Debate

El Jacobino es un think tank, según propia definición, de «izquierda ilustrada y centralista». Surgió en 2020 como canal de entrevistas en YouTube, aunque siempre con vocación política. Desde entonces han estado año y medio recorriendo España, buscando alianzas para tejer una posible opción electoral. El 17 de diciembre de 2022, en un acto en Madrid, El Jacobino mostró sus intenciones de profundizar en la vía de su opción electoral. El Debate conversa con Guillermo del Valle, su director.

–¿Qué es El Jacobino?

–Es un proyecto eminentemente político que surge durante la pandemia en torno a unas coordenadas ideológicas que definimos de izquierda coherente, tanto en lo socioeconómico como en lo territorial.

–¿Es un proyecto ideológico transversal?

–Le responderé claramente: no. El Jacobino no es un proyecto transversal, ni de centro difuso. Al revés, somos muy críticos con esa tercera vía socio-liberal. El Jacobino no es ni conservador en lo moral, ni neoliberal en lo económico.

No olvidemos que la unidad es el cuarto principio revolucionario

–Es decir, que son 100 % de izquierdas.

El Jacobino es un proyecto plenamente coherente con la izquierda, y progresista en cuanto a derechos civiles. El Jacobino es abiertamente laicista y universalista; es la tradición clásica del socialismo, unida con las ideas ilustradas de libertad, igualdad y fraternidad, más la unidad indivisible de la República. No olvidemos que la unidad es el cuarto principio revolucionario.

–¿Cuáles son sus actuales referentes intelectuales?

–Estamos en contacto con un filósofo político de la izquierda ilustrada como es Félix Ovejero. Trabajamos con Násara Iahdih, una activista saharaui, y con Paula Fraga, ambas críticas feministas con el patriarcado, también con los patriarcados islámicos, y con las cuestiones identitarias más postmodernas. Tenemos un apoyo interesante de una persona clásica de la izquierda, que fue la mano derecha de Julio Anguita en materia económica, como es Juan Francisco Martín Seco.

Guillermo del Valle interviniendo durante un acto público de El JacobinoEl Debate

La izquierda trompetera y domesticada

–¿Qué diferencia a las ideas de El Jacobino de los partidos de izquierdas del Establishment?

–Somos muy críticos con la complicidad de nuestras izquierdas oficiales con las derivas identitarias; con aquellos que, en nombre de una identidad cultural, concepto de por sí pegajoso y bastante reaccionario, plantean quebrar los derechos de ciudadanía, que son iguales para todas las personas de una misma comunidad política.

–En la izquierda postmoderna, ¿falta ambición izquierdista?

–Aunque su trompetería de palabras parezca incendiaria, en el fondo es una izquierda obviamente domesticada. Echamos en falta en todas las instituciones representativas de España una izquierda que sea claramente de izquierdas: defensora del mundo del trabajo, crítica con las condiciones de precariedad alarmante de los trabajadores, con la devaluación salarial, con la degradación de los servicios públicos.

Desde postulados de izquierdas no es defendible amparar derechos históricos para territorios forales o complicidades con determinadas regiones

–Desde hace unos pocos años, quizás a raíz la pandemia, comienza a hablarse de los déficits del modelo productivo español. ¿Qué postura mantienen al respecto?

–Somos críticos con un modelo productivo muy desindustrializado, muy basado en la dependencia absoluta del Turismo, con la proliferación de falsos autónomos, con el fraude laboral, con las reformas laborales de corte neoliberal y con la falta de intervención del Estado en sectores estratégicos. También somos muy críticos en la sobreexposición de las cuestiones identitarias.

–¿Por qué?

–Porque desde postulados de izquierdas no es defendible amparar derechos históricos para territorios forales o complicidades con determinadas regiones. Nosotros realizamos una crítica al identitarismo, pero no una crítica reaccionaria de derechas, sino una crítica desde la izquierda igualitaria.

–¿No corren el riesgo aquí de descubrir, una vez más, el Mediterráneo?

Asumo que esto que señalo tampoco es algo inédito. No somos gente especialmente iluminada. Lo que decimos es obvio, pero es algo que ciertamente pudo estar más representado por una Izquierda Unida más racional, con más de Karl Marx, que por la izquierda de ahora.

Guillermo del Valle, director de El JacobinoEl Debate

La emancipación ha vuelto

–Entonces, y permítame que parafrasee a Zavalita, ¿cuándo cree usted que se fastidio la izquierda?

–Aquí defiendo la pluralidad de las izquierdas para no plantear un análisis unívoco. Dicho esto, hay varios hitos. Hay un desplazamiento claro desde el momento en el que se sustituye un pensamiento de corte racionalista y universalista, que es el marxismo –sobre el cual podrá decirse todo lo que uno quiera, pero que también incluye, creo yo, una búsqueda de emancipación– para luego girar hacia otro programa de representación de identidades.

–¿El crack fue 1968?

–Tampoco digo que estuviera todo mal, pero a veces ese aire sesentaiochista tiene un deje anarquizante. ¡Pobres anarquistas reales, que luchaban por los derechos de los trabajadores! Pero ahora hay esa cosa anárquica de mirar al Estado con recelo.

–La caída del Muro en 1989 y de la URSS en 1991 imagino que les obligaría a replantearse un poco las cosas.

–Tras la caída del muro de Berlín hay un desplazamiento en la izquierda, sin duda, que empieza a preocuparse más de determinadas batallas culturales, y no tanto de la igualdad socioeconómica y de transformar las estructuras materiales.

El Estado es algo necesario, no es un ente reaccionario, ni fascista

–¿Qué hacemos en 2023 con el Estado y sus competencias?

–El Estado es algo necesario, no es un ente reaccionario, ni fascista. Sin Estado, sin espacios políticos que incluyan un Estado fuerte y espacios supraestatales fuertes, no se puede controlar a un capitalismo especulativo desbocado, que trabaja fuera de los cauces del Estado-nación democrático.

–Si tuviera que señalar un punto donde poner el foco de su agenda política, ¿cual sería este?

–Hay que poner el foco político en las élites económicas, y no por teorías de la conspiración, que yo no creo absolutamente ninguna, sino por la evolución actual del modo de producción capitalista. Los Estados pueden hacer pocos hoy por hoy, porque al final ¿qué van a hacer? ¿Bajar un poquito el IVA? ¿Van a tocar las rentas del capital? ¿Van a hablar de recuperar la participación del Estado en sectores estratégicos?

Si comparas los marginales del impuesto sobre la renta a las personas físicas en la época del capitalismo keynesiano en EE.UU., que no era precisamente el paraíso comunista, ya nos gustaría esto a nosotros ahora...

–El actual Gobierno de España afirma ser el más de izquierdas de toda la historia de la democracia. ¿Cumple o no cumple?

–Nada, no toca las estructuras económicas, no redistribuye la riqueza ni un poquito... Precisamente porque tenemos una vocación centralista, apostamos sin complejos por la recentralización de algunas competencias: Sanidad, Educación, Fiscalidad, etc. Tiene que volver el Estado central fuerte para defender estas competencias de toda suerte de privatizaciones e inequidades.

De izquierda a derecha: Ada Colau, Mónica García, Mónica Oltra, Yolanda Díaz y Fátima HamedEFE

Contra todo nacionalismo

–¿La idea de España es compatible con las ideas de izquierdas?

–Obviamente, Franco hizo muchísimo daño al tratar de patrimonializar la idea de España, haciendo que parezca una comunidad reaccionaria y dictatorial, pero la izquierda se ha comido ese cuento. En vez de defender y reivindicar la memoria de los aliados, de los torturados y los exiliados hay, de nuevo, ese deje anarquizante... Y no. España también es nuestra.

También hay que criticar al nacionalismo vasco, cuyo fundador, Sabino Arana, era un racista, o al nacionalismo catalán

–¿España termina donde empieza el nacionalismo español?

–Ser antinacionalista español me parece muy bien. Yo lo soy. Ante formaciones españolas claramente reaccionarias, por ejemplo, Vox, hay que ser muy crítico. Pero del mismo modo también hay que criticar al nacionalismo vasco, cuyo fundador, Sabino Arana, era un racista, o al nacionalismo catalán.

–Desde Europa vuelven a llegar vientos de cambio, pero no son los mismos de los que habla aquella canción de Scorpions.

–Ahora desde Europa nos está viniendo la reacción pura. La derecha identitaria plantea que si los verdaderos finlandeses, que si el verdadero español, que si el verdadero vasco, catalán o húngaro... No, señores, no. La ciudadanía es una cuestión política, de las personas. No es una cuestión étnica, ni religiosa. Pero frente al carácter identitario de la derecha, no caigamos encima nosotros en una deriva identitaria de la izquierda.

–Ciertamente, no semeja el summum de la emancipación que un señor de Burgos de escasos recursos económicos tenga dificultades para ser atendido en un hospital público, si tiene la desgracia de ponerse enfermo, por ejemplo, en Girona.

–¿Pero cómo no vamos a denunciar esto desde la izquierda? ¿Qué compatibilidad de proyectos hay entre unos señores que te quieren levantar una frontera para que un ciudadano no pueda entrar en un hospital público? ¿Cómo va a ser eso socialista, comunista, emancipador? ¡Es que es un delirio absoluto! En España todo esto ha ido empeorando y con Podemos ya es la culminación de un desbarajuste total que nos lleva, de nuevo, a la desigualdad.

La ciudadanía es una cuestión política, no una cuestión étnica, ni religiosa

–Ahora parece que en el Parlamento legislan desde los sentimientos. ¿Qué le parece?

–Claro que existen minorías postergadas a lo largo de la historia que deben tener derechos civiles. Ahora bien, una vez garantizado que un señor que es homosexual pueda casarse, adoptar y sea absolutamente igual, sin discriminación de ningún tipo, también las personas transexuales, ¿importará si este señor es un falso autónomo? ¿Importará si tiene dinero para comprarse una casa a los 45 años?

–¿Existe una antinomia entre plenitud de los derechos civiles y plenitud de derechos políticos?

–No, no hay tal antinomia. Los identitarios no van a darnos lecciones de eso. Dicho esto, yo puedo sentirme multimillonario, pero no lo soy. El sentimiento no hace la realidad. Todas las personas son respetables, pero hay sentimientos que no lo son. El racismo está basado en un sentimiento de exclusión, al igual que el nacionalismo, que es el «yo soy mejor porque nací en un determinado sitio». Si seguimos así, en breve llegamos a deterioros que ofrecen una validación pseudo-racionalista a cualquier clase de sentimiento.

Todas las personas son respetables, pero hay sentimientos que no lo son. El racismo está basado en un sentimiento de exclusión

¿Qué opina sobre las leyes que plantean la autodeterminación de género?

–Desde postulados neoliberales se podrá legislar sobre toda clase de autodeterminaciones individuales, pero mire, igual esa no es la forma de proteger a nadie, ni de garantizar derechos a nadie. Esto es un desbarajuste, un delirio absolutamente irracionalista que pone en cuestión las bases científicas más básicas.

Pedro Sánchez y Pere Aragonès

La razón, de nuevo, en marcha

–En todo caso, esta es una de las cuestiones que más tiempo ocupan el debate público.

–Hay una serie de cuestiones laborales, productivas, económicas, la falta de armonización fiscal en Europa, por ejemplo, de las que no se habla en la política española. La sobreexposición identitaria en el debate ha desplazado completamente los ejes materiales. En El Jacobino queremos que todo el mundo sea libre de verdad; también las personas, y no solo los capitales. Tratamos de llevar un poco de luz racional para un debate que, creo yo, todavía está pendiente.

La sobreexposición identitaria en el debate ha desplazado completamente los ejes materiales

–¿Tienen planeado convertir El Jacobino en un partido político?

–Nuestras ideas es construir sobre una base sólida, mediante la presencia en tribuna de periódicos, en televisiones y en otras instituciones culturales del país. Hemos tenido en el Ateneo un debate con Lilith Verstrynge. Yo creo que es razonable decir que vamos a trabajar fuerte en 2023 para articular un instrumento político que eclosione sobre el ciclo electoral. Lo haremos cuando tenga más posibilidades.

–Y votar a Pedro Sánchez, ¿no podría ser una opción?

–¡A Pedro Sánchez, después de la malversación! Es que son cosas muy gordas… Sánchez y Podemos, gente que viene del 15-M, ahora están legislando para cambiar la ley al servicio de unos señores que han robado dinero público para levantar una frontera entre conciudadanos, para que las regiones ricas del país no redistribuyan con las regiones pobres. Millones de personas están hartas de esto, ¡pero que muy hartas!