Investigación
El hijo de Obiang investigado por torturar españoles está casado con una catalana con la que comparte una sociedad patrimonial
Carmelo Ovno Obiang está casado con Romina Cruz Baró, una enfermera española que controla dos inmuebles de lujo ubicados en Málaga y Toledo
Carmelo Ovono Obiang, hijo del presidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang, está casado con una enfermera española a la que usa como testaferro en sus negocios en España. En estos momentos, Ovono está siendo investigado por la Audiencia Nacional por secuestrar y torturar a dos españoles. El pasado fin de semana murió uno de los secuestrados tras su compañero denunciar que estaban siendo sometidos a descargas eléctricas masivas.
Tal y como ha podido saber El Debate, Carmelo Ovono está casado con la española Romina Cruz Baró, una enfermera catalana con la que tiene una hija en común. Ambos viven entre Malabo, capital de Guinea Ecuatorial, y la ciudad andaluza de Málaga. Según los datos que maneja la Comisaría General de Información de la Policía Nacional, esta española fue vocal de la ONG Desarrollo 2000 en África en 2011. También ha trabajado en el Centro Médico La Paz de la ciudad ecuatoguineana de Bata, lugar en el que conoció a Ovono.
Esta española estudió la carrera de enfermería en la Universidad Ramón Llull (Barcelona) y durante una temporada estuvo residiendo en la localidad de Binéfar (Huesca). Los agentes también han descubierto que Romina estuvo trabajando en la aseguradora privada Mutua Intercomarcal y en la residencia de personas mayores Betula Alba, en Lérida.
Según el Registro Mercantil, Romina es apoderada de la sociedad Dereck Edita y Hermanos SL desde el 1 de febrero de 2022. En esta compañía también figura su marido ecuatoguineano Carmelo Ovono. El hijo de Obiang fue nombrado administrador único de la empresa el 21 de mayo de 2021.
Tres días después de que Romina accediera al organigrama societario, el 4 de febrero de 2022 la empresa adquirió un apartamento en la exclusiva urbanización de Puente Romano de Marbella (Málaga). Esta urbanización está considerada una de las más caras de Marbella y se encuentra a tan solo 3 kilómetros de Puerto Banús. En el interior de la colonia se encuentran cientos de chalets y apartamentos, un enorme complejo deportivo privado y algunos de los restaurantes más caros de la Costa del Sol.
El 6 de abril de ese mismo año, Dereck Edita y Hermanos SL también compró un chalet de 553 metros cuadrados construido en el complejo residencial del Señorío de Illescas (Toledo). Una construcción de estilo moderno con tres alturas blindado por un sistema de alarma y varias cámaras de seguridad. Además, el recinto en el que se encuentra la vivienda cuenta con varios vigilantes de seguridad que cuidan de manera permanente las viviendas de los vecinos.
Los investigadores sospechan que la compra de estos dos inmuebles se llevó a cabo a través de una empresa interpuesta para que el hijo de Obiang pudiera disfrutar de ellos de manera discreta sin que su apellido diera la voz de alarma. En cualquier caso, a día de hoy ambos inmuebles están confiscados por los tribunales de españoles, que han congelado todos los bienes que Carmelo Ovono pudiera tener en el país, entre los que también se encuentra un piso en Barcelona.
Un falso empleo
Actualmente, la Audiencia Nacional investiga a Ovono por secuestro con finalidad terrorista y torturas. El juez que instruye la causa, Santiago Pedraz, titular del Juzgado Central de Instrucción número 5, imputó al hijo de Obiang, secretario de Estado de la Presidencia y jefe del servicio de Inteligencia en el exterior; a Nicolás Obama Nchama, responsable de la seguridad interior; y a Isaac Nguema Endo, director de la Seguridad Presidencial.
Todos estos miembros de la cúpula de la seguridad del Estado de Guinea Ecuatorial están siendo investigados por liderar una supuesta red que se encargaba de localizar y monitorizar a opositores del régimen de Obiang en España para después secuestrarlos y torturarlos. La táctica que usaba la red, según la Policía, consistía en contactar a los objetivos ofreciéndoles desplazarse a un país africano con la promesa de ser contratados en empleos altamente remunerados.
Si el objetivo aceptaba, la red ecuatoguineana pactaba con algún país aliado africano la llegada del objetivo para que, cuando pisara su territorio, fuera retenido en el aeropuerto. Previamente había llegado a ese país un avión presidencial de Guinea Ecuatorial, donde era trasladada la víctima bajo la fuerza para, posteriormente, ser llevada al territorio de Obiang. Antes de acceder a la aeronave la víctima era esposada de pies y manos y al estar en su interior se le inyectaba un somnífero. Una vez en la ex colonia española, según obra en los informes policiales, los opositores son torturados hasta la muerte.
Las torturas
Dos de esas víctimas son los españoles Feliciano Efa y Julio Obama. Ambos fueron trasladados desde Sudán del Sur a Guinea Ecuatorial el 14 de noviembre de 2019. Este fin de semana se ha conocido la muerte del español Obama en el hospital de Mongomo, al este de Guinea Ecuatorial. Esta muerte, de la que se conoce el motivo exacto, se ha producido tras salir a la luz que los tribunales españoles investigaban el caso de secuestro y tortura.
El español que continúa con vida pero sigue secuestrado en el país, Feliciano Efa, nació en Guinea Ecuatorial. Se trasladó a España con 26 años, donde ingresó en la Brigada Paracaidista. Ya como soldado español participó en una misión internacional del Ejército en Líbano. Por este motivo obtuvo la nacionalidad española. Como ha podido saber este periódico, el juez Pedraz tiene en su poder una grabación en la que este español relata las torturas que sufre en el país africano.
«Me sometieron a descargas eléctricas y me colgaron atado durante horas (...) Casi me revientan los brazos porque se me ató como se suele atar a un cocodrilo, de pies y manos, entre las ataduras atraviesan un palo largo, te levantan y te cuelgan arriba (...). Con la presión sanguínea se me reventaban las venas de los brazos y las piernas porque la presión era excesiva y la sangre salía disparada por todas partes (...) Tras estar colgado 50 minutos me dieron convulsiones y se me empezaron a romper los dientes», se escucha en la cinta.