Entrevista | Experto e investigador sobre terrorismo
Rogelio Alonso: «La propaganda yihadista ha sido desgraciadamente muy eficaz»
El experto e investigador sobre terrorismo analiza en El Debate el atentado de Algeciras, la amenaza yihadista y los desafíos que se plantean en este ámbito
A última hora de este miércoles, un magrebí asesinaba con un machete a un sacristán y dejaba herido de gravedad a un sacerdote en Algeciras al grito de «¡Alá!». El municipio y España entera asistían con conmoción y miedo a este ataque yihadista sobre el que siguen abiertas las investigaciones.
Para analizar este atentado y el fenómeno del terrorismo yihadista en España, El Debate habla con Rogelio Alonso, que es catedrático de Ciencia Política en la Universidad Rey Juan Carlos y director del máster en Análisis y Prevención del Terrorismo, fue miembro del Grupo de Expertos sobre radicalización de la Comisión Europea y cuenta con varios premios internacionales por sus publicaciones sobre terrorismo.
«Es importante destacar que lo que se ha producido es el asesinato de un ser humano», asevera el experto, que critica que se esté presentando una «engañosa contraposición» al señalar que el responsable del asesinato, un individuo «motivado por una interpretación fundamentalista del islam», pudiera tener alguna enfermedad mental, como si ambos aspectos fuesen incompatibles. «Lo que sí es evidente es que este individuo asesinó a una persona, hirió a otra y amenazó a muchas otras, motivado por una ideología salafista radical. Así lo invocó cuando llevó a cabo el asesinato», asegura, remarcando que «era un individuo radicalizado».
Alonso advierte además del problema de hacer una «instrumentalización política» del atentado. «Es muy peligrosa y creo que es errónea, por un lado, la interpretación que vacía de contenido ideológico el asesinato que se acaba de cometer. Se le desideologiza y se le libera de cualquier relación con una ideología yihadista salafista», explica el catedrático, que subraya que con ello «no comprendemos la amenaza que supone el hecho de que individuos radicalizados con esa ideología sean capaces de llevar a cabo atentados y ataques con tan pocos recursos».
Pero también ve igualmente «peligroso y erróneo» la interpretación que presenta el asesinato como «la demostración de que el islamismo campa a sus anchas en nuestro país, y que la causa del atentado es que este individuo era ilegal y no tenía papeles», «como si, desgraciadamente, no hubiera también radicales en situación legal». «La amenaza existe, pero está contenida», precisa Alonso. En este sentido, reprocha que se esté haciendo un «análisis de brocha gorda» y pide no magnificar ni subestimar la amenaza, sino analizarla «en su justa medida» para ser eficaces en la respuesta.
–¿Ha cogido por sorpresa lo sucedido en Algeciras?
–Todos los atentados son una sorpresa; si no lo fueran, implicaría que se pueden evitar. Lo que ocurre es que el contexto actual es diferente al de hace unos años respecto a las tendencias. En los últimos años, afortunadamente, ha disminuido la violencia terrorista yihadista. Los informes de Europol muestran que en 2022 hubo cuatro atentados o actos terroristas en Europa, uno de ellos en España, otro en Francia, un tercero en Alemania –los tres de corte yihadista– y un cuarto, también en Alemania, vinculado a ideologías de extrema izquierda. Entre 2014 y 2017, el Estado Islámico estaba mucho más boyante, tenía una potencia y se produjeron atentados como los de Francia, Bélgica o Reino Unido, pero afortunadamente con el declive de este grupo terrorista, las tendencias disminuyen, y ese es el contexto en el que se produce ahora este atentado.
Es muy peligrosa y errónea la interpretación que vacía de contenido ideológico el asesinato de Algeciras
–El hecho de que se haya atacado a iglesias cristianas ¿supone algún cambio respecto al yihadismo en España?
–No hay precedentes de un atentado o un ataque con estas características a un religioso en nuestro país, pero sí en nuestro entorno. En Francia, por ejemplo, en 2016 un sacerdote fue asesinado por varios yihadistas. El terrorismo se rige también por modas o tendencias, imita otro tipo de atentados en un determinado contexto. Ahora hay una tendencia que es que los atentados se realizan con medios poco sofisticados, muy rudimentarios, como estamos viviendo, como un machete, cuchillos o vehículos. Son radicales con escasos recursos que no pueden hacerse con armas de fuego o explosivos, y recurren a otro tipo de armas. En ese sentido, se mantiene una tendencia que ya se había evidenciado. Lo que sí varía es el objetivo, en este caso, un religioso o iglesias, y aquí es donde hay una diferencia respecto al contexto español, pero siguiendo la réplica de algún atentado similar en el contexto europeo.
Actores solitarios y radicalización
–Desde los atentados de Barcelona o de Cambrils, la mayoría han sido cometidos por los llamados 'lobos solitarios' en Europa. ¿Responde esto a un cambio o se debe a la eficacia policial?
–Creo que hay que huir del término 'lobo solitario', porque tiene unas connotaciones positivas para el terrorista, en tanto que parece que le imbuye de una cierta aura romántica. Es más preciso hablar de 'actores solitarios'. Una matización importante es que, en algunos casos, cuando se tilda de actor solitario a quien ha llevado a cabo el ataque, se acaba demostrando la vinculación con algún grupo. Es verdad que hay una tendencia a que en algunos casos sean atacantes individuales sin ningún tipo de vinculación a grupos terroristas los que lleven a cabo acciones de violencia, porque hay una radicalización de estos individuos a través de diferentes medios. Y esto obedece a varios factores.
Por un lado, la eficacia policial es relevante. Afortunadamente, las organizaciones terroristas como AlQaeda y el Estado Islámico han sufrido reveses muy importantes y significativos, que no han supuesto su total desaparición, pero sí un debilitamiento considerable. A pesar de esos reveses, siguen manteniendo su atractivo ideológico o inspiración ideológica para individuos que se radicalizan precisamente a través de la propaganda de estos grupos, y porque hay una ideología yihadista compartida.
Si atribuimos al Estado Islámico todo, estamos ignorando una parte muy importante de la amenaza
Hoy la amenaza yihadista tiene múltiples facetas. Una es la que plantean las organizaciones que todavía existen, como Al-Qaeda y el Estado Islámico. Otra, la que plantean individuos que en algún momento tuvieron vinculación con este y ya no la tienen. Otra, los individuos que nunca tuvieron vinculación con él y no la tienen. También hay individuos como los actores solitarios que, inspirados en estos grupos, llevan a cabo actos de violencia con los recursos de los que disponen. Si atribuimos al Estado Islámico todo, estamos ignorando una parte muy importante de la amenaza.
En el máster en Análisis y Prevención del Terrorismo de la Universidad Rey Juan Carlos, hay trabajos excelentes de alumnos que en algunos casos pertenecen a agencias de seguridad. En uno de ellos se cuestionaba precisamente esa tendencia a atribuir atentados al Estado islámico por el mero hecho de que este lo reivindicaban aunque luego se demostrara que no tenía vinculación. La exhaustiva investigación policial y judicial demostró que los terroristas de Barcelona no tenían vinculación con el EI aunque hay quien, erróneamente, dice lo contrario. El asesinato de esta semana no parece que tenga una vinculación con el Estado Islámico. Es un individuo que sí se ha radicalizado en esa ideología salafista yihadista que este ha provocado, y la propaganda del Estado Islámico ha sido desgraciadamente muy eficaz durante un tiempo significativo.
–Mencionaba la radicalización. ¿Cuál es el proceso que sigue una persona hasta radicalizarse? Y ¿cómo ha cambiado en los últimos años?
–La radicalización es un proceso, un tránsito, que lleva al individuo no solamente a justificar y legitimar acciones de violencia, sino también, en un estadio más avanzado, incluso a mostrarse dispuesto a participar en esas acciones. Pasa por diferentes etapas. A través de una socialización, el individuo va rompiendo sus inhibidores morales, que son los que nos impiden al común de los mortales utilizar la violencia. Una de las variables de influencia más importantes es la ideología. El individuo que se va radicalizando lo hace porque hay una ideología radical que le aporta un marco justificativo a la transgresión que supone la violencia.
En sociedades democráticas como la española, no es aceptable la utilización de la violencia. Por lo tanto, necesitan una ideología que les aporte un marco justificativo que justifique sus acciones y sus transgresiones. En otras palabras, que cuando se miren al espejo, no vean a un criminal, sino a un luchador por la libertad o a un mártir. Ahí es donde juegan un papel fundamental ideologías como el nacionalismo, que ha sido lo que ha permitido la radicalización de individuos que han entrado en ETA y han asesinado a compatriotas, y el islamismo radical en la forma del yihadismo salafista.
El individuo que se va radicalizando lo hace porque hay una ideología radical que le aporta un marco justificativo de la violencia
–Otro de los temas que ha abordado en su investigación son los desafíos para la prevención y la contención del terrorismo yihadista. ¿Qué ha cambiado a este respecto?
–Sí ha habido cambios. Hay un periodo inicial en la lucha contra el terrorismo cuando sufrimos el atentado yihadista del 11 de marzo de 2004 en Madrid. Es en ese momento cuando tenemos que hacer frente a una amenaza muy seria y que se ha materializado de una manera tan brutal, y hay un periodo de aprendizaje por parte de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y de los responsables políticos. Y desde el año 2015 hasta el año 2022, también con los cambios en el Código Penal, lo que tenemos es una mayor eficacia, en el sentido de que hay más detenciones, pero también más sentencias condenatorias.
No obstante, hay otra dimensión importante, y es que en los últimos años también se evidencia un aumento de absoluciones, por varios motivos. Hay una directiva del Parlamento Europeo de 2017 relativa a la lucha contra el terrorismo que aumentó el nivel de exigencia para las condenas de enaltecimiento, de manera que ahora, para que haya una condena, se requiere que haya actos o expresiones que supongan una incitación, al menos indirecta, a la comisión de delitos de terrorismo.
Otro desafío es que hay nuevos tipos de delito como el adoctrinamiento, que se incluyen en el 2015, que requieren una mayor carga probatoria. Otro factor es la percepción de riesgo, que ha disminuido en los últimos años porque, afortunadamente, han disminuido los atentados terroristas, y al disminuir la percepción del riesgo, hay una especie de desajuste entre el criterio policial y el judicial.