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Manifestación que pedía la libertad del ingeniero Ryan. Su asesinato provocó la huelga general del 9 de febrero de 1981EFE

Un 9 de febrero inédito: 42 años de la primera, y única, huelga unitaria contra ETA

El País Vasco se paralizó aquel lluvioso lunes tras el secuestro y asesinato del ingeniero José María Ryan

En unos tiempos en los que todo se tacha de «histórico» se cumple un aniversario, el cuadragésimo segundo, de un hecho al que sí se le puede aplicar dicho calificativo. El 9 de febrero de 1981 pasó a la historia del País Vasco por una serie de acontecimientos inéditos. Por primera vez, y por última, Euskadi vivió una jornada de huelga general contra el terrorismo de ETA.

Tres días antes había aparecido en un camino entre las localidades vizcaínas de Zarátamo y Arcocha el cuerpo sin vida del ingeniero jefe de la central nuclear de Lemóniz, José María Ryan.

Similar a Miguel Ángel Blanco

Aquel fue un asesinato que años después sería recordado por las semejanzas con el secuestro y asesinato del concejal del Partido Popular en Ermua, Miguel Ángel Blanco. Una semana antes de aparecer su cuerpo, José María Ryan fue secuestrado por un comando etarra y, al igual que sucedió con el concejal de Ermua, ETA dio un plazo, en este caso para el cierre de la central nuclear. Igual que pasó en julio del 98, España entera se movilizó pidiendo su liberación. E igual que aquel fatídico 12 de julio de 1998, ETA cumplió su amenaza y asesinó a José María Ryan.

Dos días más tarde, dicen las crónicas de la época que Bilbao vivió la mayor expresión de duelo por un asesinato de ETA conocido hasta entonces. Pero ni por el forro fue lo que vivió aquel 9 de febrero de 1981.

Todos los sindicatos excepto LAB (vinculado a Herri Batasuna) convocaron un paro general de 24 horas. Y todos los partidos políticos, excepto Herri Batasuna, convocaron una movilización sin precedentes. Fue una movilización tan sin precedentes que incluso el Gobierno Civil, actual Delegación del Gobierno, cifró los asistentes a la manifestación de Bilbao con una cifra superior, 200.000, a la que dieron los propios convocantes, 150.000.

El Gobierno Civil cifró los asistentes a la manifestación de Bilbao con una cifra superior a la que dieron los propios convocantes, 150.000

Pero también fue inédita por otras circunstancias. Por ejemplo, a la manifestación celebrada en Bilbao acudió el entonces obispo auxiliar de la diócesis Juan María Uriarte en el primer gesto, dicen las crónicas del momento, en que la Iglesia vasca se posicionaba abiertamente contra la organización terrorista.

Batalla campal en San Sebastián

En lo que no hubo novedad, ni antes ni después, fue en que las manifestaciones, al menos la de San Sebastián, de aquel día terminaron con violentos enfrentamientos. Un millar de abertzales trató de reventar, y lo consiguió, la marcha de la capital guipuzcoana. Lanzamiento de piedras, autobuses cruzados, enfrentamientos cuerpo a cuerpo, que terminaron con medio centenar de heridos, entre ellos el que fue designado presidente vasco en el exilio durante el franquismo, Jesús María Leizaola, que terminó con heridas en la cara y una clavícula rota por el impacto de dos piedras.