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José María Gil-RoblesWikipedia Commons

Muere José María Gil-Robles, expresidente del Parlamento Europeo

Entre 1989 y 2004 ejerció como eurodiputado, siendo miembro de numerosas comisiones. Desarrolló una amplia actividad política que compaginó con su labor académica en el ámbito jurídico

El que fuera presidente del Parlamanto Europeo entre 1997 y 1999, José María Gil-Robles (1935), ha fallecido este lunes a la edad de 88 años, según ha podido confirmar este periódico. Hijo del dirigente de la CEDA, José María Gil-Robles, el abogado y político afiliado al Partido Popular fue miembro de numerosas comisiones del Parlamento Europeo, entre ellas, la de Asuntos Constitucionales o la de Asuntos Jurídicos y Mercado Interior.

Licenciado en Derecho por la Universidad de Salamanca, fue profesor de derecho político en la Universidad Complutense y desde 1959 en adelante ejerció la abogacía, al tiempo que desarrolló también una labor académica, publicando varios trabajos en el ámbito jurídico relacionados con la restauración de la democracia.

Entre 1989 y 2004, ejerció como eurodiputado. Primero, como miembro de la Mesa del PP Europeo, después como vicepresidente de este grupo parlamentario; asimismo, fue presidente de la Comisión de Asuntos Institucionales de la Eurocámara, y entre 1994 y 1997 fue vicepresidente del Parlamento Europeo, antes de alcanzar la presidencia. Entre mayo de 2006 y 2009 desempeñó el cargo de presidente de la Asociación de Exdiputados de este parlamento.

José María Gil Robles, en el mitin de cierre de la campaña electoral para las elecciones generales en junio de 1977EFE

Gil-Robles fundó la Federación Popular Democrática, que más tarde se unió a la Izquierda Democrática de Joaquín Ruiz-Jiménez, creando la Federación de la Democracia Cristiana, que concurrió a las elecciones generales de 1977 como parte del Equipo de la Democracia Cristiana del Estado Español.

Como defensor de la idea de Europa, en 2004, en la intervención que realizó tras quince años como europarlamentario, Gil-Robles hablaba de cinco retos que debían superarse de cara al futuro del Viejo Continente: «terminar la ampliación, facilitar unas instituciones europeas más eficaces y más democráticas, combatir eficazmente el terrorismo dentro y fuera de Europa, dotar a la Unión de los medios financieros para que pueda llevar a cabo políticas financieras y, por último, convertir a la Unión en un factor de paz y desarrollo a nivel mundial». En aquel discurso, emplazó a los diputados a continuar «en la lucha por una Europa cada día más democrática, justa y solidaria».