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El presidente de la Xunta de Galicia, Alfonso Rueda, en el foro de El Debate en el Hotel Four Seasons de MadridEfe

Foro El Debate  Rueda y los tertulianos sanitarios

Destacados representantes de la política, la empresa y la sociedad han acompañado al presidente gallego Alfonso Rueda durante su intervención en el Foro de El Debate, en el madrileño Hotel Four Seasons

Madrid consigue lo que se propone: arrancar a un gallego de su tierra para opositar a presidente del Gobierno y que otro ocupe su puesto sin que nadie haya acusado el vacío. A eso lo llamó ayer Bieito Rubido, el director de El Debate, el estilo gallego, un estilo sin estridencias, un estilo de convivencia. Madrid también repintó su cielo velazqueño con un gris cantábrico para hospedar al presidente gallego, Alfonso Rueda Valenzuela, que participó en un nuevo desayuno organizado por este diario, al que acudió el nuncio apostólico Bernardito Auza, probablemente un filipino perplejo en la corte del Gobierno más extravagante de la UE.

Rueda presentó sus credenciales políticas nueve meses después de sustituir a Alberto Nuñez-Feijóo, y lo hizo ante la atenta mirada de su predecesor, que le escuchaba conociendo muy bien la música a la que él puso letra durante cuatro legislaturas de mayorías absolutas. Rueda fue un revolucionario ayer, hablando de lo que interesaba a la gente antes de que el Perú, la España constitucional, sufriera el más grave desafío por parte nada menos que de su Gobierno y el Parlamento se convirtiera en un mercado de abastos sin la educación que derrochan, por ejemplo, los gallegos. Repasó la agenda ciudadana tan lejos del nodo sanchista: infraestructuras, fondos europeos, financiación autonómica y sanidad pública.

Rueda está hermanado con su compañera Díaz Ayuso, ausente ayer por su gira internacional, en una proeza; haber sacado a los sindicalistas a la calle, abandonando el sarcófago donde Sánchez los ha confinado, para manifestarse contra las Comunidades del PP porque en esta España desquiciada que vivimos, las fronteras autonómicas marcan si los enfermos son o no atendidos. En Galicia, contó Rueda, sus rivales políticos comparan su medicina pública con la que tiene Burundi, lejos de las propiedades milagrosas de la gestión sanitaria de las Comunidades que gobiernan los socialistas. Burundi como contraposición a la Arcadia feliz. El protagonista del desayuno denunció cómo los dirigentes de la izquierda van de tertulia en tertulia criticando la situación de la sanidad, sin que tomen ni una sola medida para solucionar el problema, a pesar de tener competencias para ello. Presente estaba Juan Abarca, presidente de HM Hospitales, que algo sabe de la gestión sanitaria, en su caso gestión de éxito, sentado muy cerca del presidente de El Debate, Alfonso Bullón de Mendoza.

El alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, en la mesa del jefe Feijóo, escuchaba con interés la opinión del nuevo presidente de la Xunta sobre esa propuesta popular de cambiar la ley para que siempre gobierne el candidato a alcalde más votado. Cuca Gamarra, la número dos, atendía insistentemente su teléfono seguramente para conocer el minuto a minuto de las negociaciones entre los socios de Gobierno, la progresista guerra de los Rose, dramáticamente desatada por la fuga de votos a cuenta de los quinientos psicópatas beneficiados por la chapuza legal de Irene Montero. Otras víctimas, esta vez del terrorismo, estuvieron representadas por su presidenta Maite Araluce, cuyo trabajo y empeño batallan por desmontar el relato de la izquierda del olvido y la equidistancia.

Dolores de Cospedal, la antecesora de Gamarra en el timón de Génova, no faltó al desayuno para constatar probablemente que cualquier tiempo pasado en la política española fue mejor. Otro exministro, Íñigo Méndez de Vigo, participó del encuentro así como los diputados Ana Belén Vázquez Blanco, Carmen Navarro, José Luis Barreiro o la vicepresidenta del Congreso, Ana Pastor o la senadora popular, Ángeles Viso, en compañía del vicesecretario del PP, Miguel Tellado. Allí estuvo también la consejera de Cultura madrileña, Marta Rivera de la Cruz, otra gallega que también podría dar clases de la necesaria regeneración pública. Rivera es una última mohicana de Ciudadanos, superviviente de la guerra de Díaz Ayuso con la declinante formación naranja, de la que la actual consejera salió pies para qué os quiero.

La empresa, esa nueva diana a la que atacan algunos poderes públicos en España estuvo representada, entre otros, por Juan Areses, José Luis González-Besada, Melquiades Álvarez, Mauricio Amodio, Fermín Albadalejo, José Antonio de Cachavera, José María Besteiro, Diego del Alcázar, Pedro Fernández Alén o José Enrique Freire. También la sociedad civil no faltó a la cita. Desde la rectora del CEU, Rosa Visiedo, hasta el presidente de la Real Academia de Doctores, Antonio Bascones o el presidente de la Academia de Gastronomía, Rafael Anson.