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El kamikaze de la M-11 junto a imágenes del accidente

Vídeo del accidente

El kamikaze homicida de la M-11: un nadador del Club Canoe de 18 años que iba borracho

El siniestro vial ocurrió a las 5.20 de madrugada del domingo. El jeep del nadador impactó contra un taxi: mató al cliente y dejó herido al conductor

Pasaban pocos minutos de las cinco de la madrugada del sábado al domingo cuando el conductor de un taxi se encontró de frente con todoterreno y no tuvo tiempo para esquivarlo. El impacto fue brutal. El vehículo que iba lanzado en sentido incorrecto era un Jeep Renegade de no más de cinco años de antigüedad. Al volante un joven de 18 años que forma parte del Club Natación Canoe. Este periódico se ha puesto en contacto con responsables del club que han declinado hacer ningún comentario. Una persona de su entorno sí ha explicado que era conductor novel porque apenas tenía antigüedad de carné de conducir: se lo sacó en noviembre del 2022. Es hijo de una familia acomodada que reside en La Moraleja y en el momento de impacto iba de regreso a casa, no vivía muy lejos.

Por su carril circulaba un taxi. Se trataba de Seat León ST. Lo conducía un hombre de 31 años de origen rumano que trataba de ganarse la vida honradamente. Venía de Ifema. Allí había cargado a Edoardo Di Iorio, de 48 años. Un hombre casado, italiano, pero de pasaporte estadounidense. El impacto es brutal. Edoardo fallece al instante; el taxista, quedó herido grave, y aunque permanece ingresado en el hospital, ya está fuera de peligro. El kamikaze, sin embargo, apenas tiene un rasguño: la vida y sus ironías.

Dobla la cantidad de alcohol permitida

Guardia Civil, Policía Local, Ambulancias y Bomberos se presentaron enseguida en el lugar. Se encontraron un vehículo sobre la bionda que separaba los dos sentidos de la carretera. Los bomberos tuvieron que sacar de entre el amasijo de hierros al pasajero del taxi. Según los bomberos: «Estaba atrapado. Lamentablemente, ha resultado fallecido». Emergencias Madrid explicaba que el pasajero del taxi falleció por un traumatismo craneoencefálico importante y que no pudieron siquiera realizar maniobras de reanimación cardiopulmonar. También tuvieron que atender al taxista «con un traumatismo torácico importante» mientras que el kamikaze estaba herido leve.

Como el conductor que provocó la muerte se encontraba bien, le sometieron a test de alcohol y drogas. Dio positivo en THC (cannabis) y también en alcohol. La primera vez que sopló: 0,40 mg/l. Es decir, más de doble de lo que se permite a los conductores noveles cuyo máximo es 0,15 mg/l. Minutos después volvieron a medirle el alcohol en aire aspirado, sopló y el resultado fue: 0,39 mg/l.

Horas después, sobre las 11.45 de la mañana, el conductor se sometió a un nuevo test de drogas. En esta ocasión dio negativo en cannabis en sangre. Por tanto, el juzgado sólo podrá tener en cuenta el positivo en alcohol.

El fallecido, Edoardo, nació en Roma, vivió en Ibiza y actualmente estaba afincado en Miami. El hombre había terminado de trabajar en el festival Afterlife, que se celebraba en Ifema la noche del pasado sábado y la madrugada del domingo y regresaba a descansar. Era promotor de la empresa Zamna, que organizaba el evento. Edoardo, casado y sin hijos, también era uno de los miembros fundadores de Utopya, una promotora de eventos nocturnos en Miami. En su perfil de Linkedin se define como un experimentado promotor de eventos y operador de restaurantes.

Hasta hace pocos meses este siniestro vial era considerado homicido imprudente y si el kamikaze pagaba la responsabilidad civil (atenuante) evitaba siempre la cárcel porque la pena quedaba por debajo de los dos años de prisión. Sin embargo, la abogada penalista Bárbara Royo logró que los dos últimos kamikazes de Madrid, el de la M-50 y el de la carretera de Extremadura fueran condenados a 8 años de prisión: cuatro veces la pena habitual, al conseguir demostrar que se trataba de un homicidio con dolo eventual y no una imprudencia. El dolo eventual significa que el conductor kamikaze pudo imaginarse que si iba en dirección contraria, drogado y borracho podía acabar matando a alguien, como así acabó ocurriendo.