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Pedro Sánchez en un mitin HuelvaEva Ercolanese/ PSOE

Sin más dilación

Sánchez dispara la bengala de la moción de censura para tapar la crisis de la coalición

El presidente elige los días 21 y 22 de marzo con el doble objetivo de desviar la atención y simular una unidad en el Gobierno y en el bloque de investidura que no existe

El delicado momento por el que atraviesa la coalición y el escándalo del caso Mediador han llevado a Pedro Sánchez a precipitar el debate de la moción de censura de Vox, con el profesor Ramón Tamames como candidato.

Con el doble objetivo de desviar la atención y simular una unidad en el Gobierno y en el bloque de investidura que no es tal, como quedó de manifiesto el martes pasado en la votación de la admisión a trámite de la reforma de la ley del ‘solo sí es sí’.

Aunque en teoría corresponde a la Mesa del Congreso decidir las fechas, en la práctica su presidenta, Meritxell Batet, se ha limitado a cumplir órdenes de la Moncloa. Y éstas son ubicarlo entre el martes 21 y el miércoles 22 de marzo, alejándolo así de las elecciones municipales y autonómicas, como adelantó este lunes El País y ha confirmado después la propia Batet.

El equipo del presidente valoró la opción de acercarlo lo más posible a la doble cita electoral del 28 de mayo, pero el curso de los acontecimientos más recientes -ninguno bueno para el PSOE- ha cambiado el paso a los socialistas. Y, de hecho, ha dado un giro de guion a la moción de censura, con la corrupción en el centro del debate.

En los últimos cinco días, Pedro Sánchez ha disparado dos balas de plata; señal de que las cosas no están yendo como él esperaba en el primer trimestre de un año decisivo para el líder del Ejecutivo. Puesto que se juega su propia supervivencia. El barómetro de encuestas que publicó El Debate el sábado sitúa a Alberto Núñez Feijóo 5,68 puntos por delante. También Yolanda Díaz ha movido ficha, anunciando la presentación de su plataforma, Sumar, en cuestión de días.

La primera bala de Sánchez fue recurrir, por primera vez, a la vieja foto del líder de la oposición con el narco Marcial Dorado, una imagen que la izquierda ha sobado durante 29 años con escaso resultado (lo corroboran sus cuatro mayorías absolutas en Galicia). Ocurrió en la sesión de control al Gobierno del pasado miércoles en el Congreso, un día después de que el Ejecutivo y el bloque de investidura se partieran en la votación.

Aquella tarde, el cisma entre el PSOE y Unidas Podemos tuvo efectos colaterales en sus socios parlamentarios: el PNV, el PDeCAT y el PRC votaron junto al PSOE; pero ERC y Bildu lo hicieron en favor de Irene Montero. Más País y Compromís, por su parte, se abstuvieron.

La segunda ha sido fijar la moción ya, inmediatamente después de que Sánchez reúna el próximo sábado al Comité Federal del PSOE. Y antes de que el presidente viaje a Bruselas para participar en el Consejo Europeo de marzo -los días 23 y 24- y a Santo Domingo con motivo de la Cumbre Iberoamericana -los días 24 y 25-, a la que también asistirá Felipe VI.

El presidente no está obligado a intervenir, pero se da por descontado que lo hará. No para confrontar con Tamames, al que el PSOE ya ha adelantado que mostrará el máximo respeto, sino sobre todo con el PP. Y, en segundo término, con Vox.

Lo que sigue sin fecha es la remodelación que Sánchez tiene pendiente en su Gobierno para sustituir a las ministras Reyes Maroto (Industria) y Carolina Darias (Sanidad), candidatas a las alcaldías de Madrid y Las Palmas de Gran Canarias, respectivamente.

Los socialistas dan por hecho que los cambios se limitarán a esas dos carteras, aunque a no pocos en el PSOE les gustaría que la ministra de Igualdad saliera del Consejo de Ministros. Pero el presidente no tiene jurisdicción en el ala de Unidas Podemos, según el acuerdo de legislatura entre ambas formaciones.