El laberinto catalán
Barcelona se queda seca por los pactos de Zapatero con el separatismo
El Plan Hidrológico Nacional de 2001 contemplaba la construcción de infraestructuras para llevar agua desde el Ebro hasta la zona metropolitana de Barcelona, pero dicho plan jamás se llevó a cabo y se sustituyó por minitrasvases puntuales
Cataluña ha celebrado una cumbre del agua, al estar al límite de la emergencia de abastecimiento con sus pantanos en el 26,86 % de su capacidad. El pantano de Sau, cerca de Vic, uno de los más importantes y abastecedor de Aigues del Ter Llobregat, que da servicio a la ciudad de Barcelona y a casi cinco millones de personas más, está al 6,6 % y ha procedido a retirar peces y a un vaciado controlado para evitar que la poca agua que queda se pudra. La alarma se debe a que hace un año este mismo pantano estaba al 59,9 % de su capacidad.
Prohibido llenar piscinas
La Generalitat prohibió hace tres semanas que se llenará cualquier piscina partiendo de cero, lo cual ha provocado protestas de diversos ayuntamientos que tienen sus infraestructuras lúdicas y deportivas en reparación de cara a su apertura en los próximos días con la llegada del buen tiempo. Además, el decreto de la Generalitat prohíbe regar zonas verdes públicas y establece un régimen sancionador tanto para administraciones, de hasta 150.000 euros, como para particulares, que alcanza los 3.000 euros. Los partidos de la oposición han reclamado durante la cumbre que dicho régimen sancionador sea retirado.
El debate sobre los motivos de las restricciones se ha envenenado con las municipales a la vuelta de la esquina y mientras Junts y el PSC acusan a ERC de improvisación y falta de inversión desde la CUP y los Comunes se aprovecha la circunstancia para acusar al urbanismo y al turismo de la situación y piden la paralización de proyectos como el Hard Rock al lado del parque temático Port Aventura, en la Costa Dorada (Tarragona). El Gobierno regional propone la explotación de acuíferos y la mayor explotación de plantas desalinizadoras y garantiza que en ningún caso realizará conexiones entre cuencas ni traerá agua en barcos.
El Plan Hidrológico Nacional resolvía la situación y fue derogado por Rodríguez Zapatero
La falta de agua en Cataluña no es una novedad puntual. El Plan Hidrológico Nacional de 2001, que fue derogado por Rodríguez Zapatero a su llegada a la Moncloa, contemplaba la construcción de infraestructuras para llevar agua desde el Ebro hasta la zona metropolitana de Barcelona, pero dicho plan jamás se llevó a cabo y se sustituyó por mini trasvases puntuales, que de forma eufemística desde el Gobierno de Zapatero denominaban «aportaciones puntuales de agua» y que no han resuelto el problema de fondo.
El motivo formal de la derogación del Plan Hidrológico Nacional era la afectación a los sedimentos del Delta del Ebro. La realidad es que se tomaba agua de la desembocadura del Ebro, en Tarragona, dentro de Cataluña, antes de que la misma desembocara en el mar, y esta no solo se transportaba a Barcelona, sino también a la Comunidad Valenciana, la Región de Murcia y Almería.
Extraer agua de Cataluña para llevarla a otros lugares de España era una cuestión intolerable para la Generalitat, que en aquellos momentos estaba gobernada por el PSC, ERC e ICV (hoy Comunes-Podemos). Son los mismos años en el que el vicepresidente de la Generalitat, el republicano Carod Rovira, se reunió con ETA en Francia para pedirle que atentara fuera de Cataluña para no perjudicar su causa política común, que no era otra que la independencia. Cuando el Plan Hidrológico Nacional fue derogado, ya se habían iniciado los trámites de adjudicación de las obras y la expropiación de 700 terrenos afectados. Todo ello quedó paralizado.
Desde la Generalitat se llegó a proponer llevar agua del río Ródano (Francia) a Cataluña en barcos, aunque esta operación fuera carísima. El objetivo de los nacionalistas era evitar las protestas que se producían en los municipios ribereños de la desembocadura del Ebro como Tortosa. Los franceses vieron el negocio y llegaron a presupuestar la idea.
Al fin, entre parálisis administrativas, elecciones cada dos años y trabas ambientales, no se hizo nada, y ahora Cataluña se aboca a restricciones severas que pueden afectar no solo al consumo doméstico, sino a la agricultura, a la industria y al turismo a las puertas del momento cumbre de la industria más importante de Cataluña, que, no obstante, supone el 12 % del PIB catalán.