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Boda o paredón

Boda o paredónGustavo Morales

Crónicas castizas

Boda o paredón

Cuando discutían, porque todos los matrimonios discuten, Pepe decía: «Me casé contigo porque si no, me fusilan los regulares, si no, de qué»

Pepe era un voluntario geográfico en el Estado Mayor de El Campesino, pues era óptico diplomado y sabía leer mapas, una virtud escasa en el bando republicano. Al ser toledano, y no haberse encerrado en el Alcázar, se vio arrastrado a servir en las filas del Frente Popular, con los comunistas, con el grado de sargento.

Pepe no estaba con los rojos y, a la primera de cambio, intentó pasarse. Una noche tiró por la tierra de nadie esperando llegar a la zona rebelde. Escondido entre unos matorrales vio llegar a unos soldados sucios y desaliñados, y pensando que eran rojos, antes de que les descubrieran se levantó y les llamó. Ya tendría en el futuro otra oportunidad de pasarse. Mala suerte, eran soldados nacionales, a pesar de su desaliño, que al levantarse Pepe y llamarles camaradas pensaron que acaban de pillar a un rojillo despistado. Pepe estaba a errado con H y sin ella.

Sus emblemas de sargento del 5º Regimiento comunista pronto le delataron. A pesar de sus explicaciones, de que se estaba pasado, de que era más fascista que el Duce, que era de los de Franco… sus afirmaciones, levantadas de brazo y gritos de «Arriba España» no sacaron a sus captores de su error.

Cuando le estaban llevando para retaguardia se cruzaron una compañía de regularse. Su capitán al verle:

–Hola, Pepe, ¿Qué haces vestido así?

–Hola, Tomasito, bueno Tomás, pues mira es que…

El capitán era otro toledano y amigo de antes de la guerra. Le cuenta que se ha querido pasar. Que al ver a los soldados nacionales, como iban hechos un desastre, que era de noche, pensó que eran rojos, e intento salir del apuro volviendo con ellos a las líneas rojas para esperar mejor ocasión.

–Muy interesante, Pepe, lo que me cuentas, pero esto no es lo que me importa.

El capitán ordena que le entreguen al prisionero. Los moros lo trincan y sin muchos miramientos se lo llevan con ellos. Al llegar a una tapia, el capitán ordena que le pongan de espaldas a la tapia y que formen frente a él ocho moros con caras de pocos amigos.

–Tomasito, pero ¿qué haces?

–¡Firmes! ¡Carguen! ¡Apunten? Oye, Pepe, cuando salías con mi prima Fina, ¿cuáles eran tus intenciones?

El candidato a ser fusilado no sale de su asombro, No sabe qué decir. La guerra tiene a veces cosas trágicas y otras que parece de broma, pero que cuando se está ante un pelotón de fusilamiento que te pregunten por las intenciones que tenías hacia una novieta que tuviste en Toledo antes del alzamiento superaba lo imaginable. Sus protestas y el sudor frío no hacen que el capitán de regulares mueva un músculo, ni que los regulares bajen los máuser que le apuntan con insistencia.

Pepe, aquel día en la feria, cuando te quedaste colgado en la noria tanto rato con Fina, ¿pasó algo?

–Nada, no pasó nada, te lo juro Tomasito, no pasó nada de nada.

–¿Te vas a casar con ella?

–Sí, sí, te lo juro.

Tomasito terminó durante la dictadura del innombrable siendo general y mandando la Brigada Paracaidista. Cuando se jubiló, ayudó a su mujer a llevar una joyería que esta tenía en la calle Goya.

Pepe se casó con Fina, faltaría más. Tomasito fue el padrino. Tuvieron cuatro hijos. Cuando discutían, porque todos los matrimonios discuten, Pepe decía:

–Me casé contigo porque si no, me fusilan los regulares, si no, de qué.

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