Entrevista
Rosa Díez: «Todo lo que toca Sánchez lo parasita y lo pudre, es un peligro público»
La exlíder de UPyD y antigua diputada socialista carga duramente contra el presidente del Gobierno en su nuevo libro, Caudillo Sánchez: En el lugar de la historia que le corresponde
Rosa María Díez González (Sodupe, Vizcaya, 1952) lleva desde 2016 fuera de la política institucional, pero nunca ha dejado la política como tal. La prueba de esto es Caudillo Sánchez: En el lugar de la historia que le corresponde, su recién publicado último libro, en el que la antigua diputada socialista y exlíder de Unión, Progreso y Democracia (UPyD) disecciona la psicología del presidente del Gobierno a la vez que hace un repaso a su trayectoria política y advierte a los españoles sobre sus intenciones.
–¿Qué consecuencias tendría que Pedro Sánchez revalidara su mandato tras las elecciones generales?
–Yo prefiero no pensarlo, porque las pesadillas son horribles. Es un tipo que actúa de la manera que actúa, que ha sido capaz de dedicar los cinco años que lleva al frente del Gobierno a destruir la cohesión entre españoles y a enfrentarnos a los unos contra los otros, que nos ha arruinado como país desde el punto de vista económico y que además ha demostrado su capacidad para tener todo tipo de complicidades con delincuentes de todo tipo y condición, desde los pederastas y violadores hasta los golpistas o los proetarras. Yo soy abuela y quiero un futuro bueno para mis hijos, que ya son mayores, pero sobre todo para mis nietos. Cuatro años más de Sánchez en el Gobierno serían una catástrofe. Una situación de la que no sé si podríamos salir en varias generaciones.
Desmontar al personaje a través de sus actos es un ejercicio de legítima defensa de la democracia y ese es el objetivo de este libro. Con lo de «caudillo» no le adjetivo a él, adjetivo su comportamiento. Ha hecho en el PSOE lo que trata de hacer y está haciendo en buena medida en la sociedad española; es decir, librarse de todo tipo de control democrático. El modelo de gobernar como un caudillo su partido es el que viene aplicando en España con no sé cuántos decretos para sacar adelante iniciativas legislativas sin debate en el Congreso de los Diputados. Todo lo que toca lo parasita y lo pudre, es un peligro público, un peligro para la seguridad nacional.
–Usted asegura que Sánchez aúna narcisismo, psicopatía y maquiavelismo, la triada oscura. ¿Cree que podría haber llegado donde está sin estos atributos?
–Un psicópata es un tipo que no tiene empatía, que le importa un bledo lo que los demás piensen de él. Un narcisista es alguien que se considera por encima de los demás, que piensa que los demás le deben algo y que se merece un trato especial. Y un maquiavelo es alguien que toma decisiones pensando únicamente en su interés general. A lo largo del libro hay varios ejemplos de decisiones que ha tomado y que están amparadas en ese tipo de comportamiento.
–¿Hasta qué punto son comunes esos perfiles dentro de nuestra clase política?
–Hay muchísimos estudios que demuestran que un personaje de esas características tiene muchas posibilidades de triunfar en política, porque no tiene límite ninguno, no tiene vergüenza ni ningún tipo de autocontrol ni limitación. Y tiene la ventaja de que enfrente suele tener personas normales, que tienen todas las limitaciones lógicas de los seres humanos, que tienen principios.
Si en el teléfono –de Sánchez– había algo, lo sabremos, porque habrá un momento en el que Mohamed VI lo contará
–En el libro cuenta la anécdota de que rechazó a Sánchez como asesor en Bruselas cuando era eurodiputada. ¿Se siente responsable de algún modo de ese «resentimiento» que según usted ahora lleva dentro?
–Mi marido me toma el pelo con eso de Bruselas. La primera vez que oí hablar de él fue en 1999, que yo había ido de número uno en las listas del PSOE al Parlamento Europeo. Era la presidenta de la delegación socialista y un diputado, Carlos Westendorp, que había tenido de asesor a Sánchez en Bosnia, vino al despacho y me dijo 'oye, hay un chico que trabajó conmigo, que estaría muy bien como asesor, porque se ha quedado sin nada'. Le dije que yo ya tenía un asesor. Cada diputado elige uno para su trabajo y luego hay un pool, como había dinero suficiente, en el que complementamos con otros perfiles: abogados, economistas... Y yo ya había decidido que el pool se dotaba a través de un concurso entre afiliados o simpatizantes. Le dije 'que se presente' y nunca entró.
–¿Qué cree que le ha llevado a dar un giro de 180º en la política española respecto a Marruecos y el Sáhara?
–Yo no creo en las coincidencias y esto se produjo poco después de que se supiera que le habían pillado el teléfono, a él y a su señora. Nada más se sabe que hay un teléfono con información sensible, que ha sido vital. Mucha casualidad sería que en el teléfono no existiera nada con lo que le pudieran estar chantajeando desde Marruecos. Y cambió la posición como un caudillo, porque lo hizo sin pasar por el Congreso de los Diputados. Ni siquiera por el Gobierno. Y los españoles nos enteramos porque Marruecos filtró la carta. Ahora, la ventaja de todo esto es que al final, antes o después, si en el teléfono había algo, lo sabremos, porque habrá un momento en el que Mohamed VI lo contará.
Este es un hombre que llegó a la Moncloa para cargarse el sistema del 78 y por eso tiene los socios que tiene
–En su libro repasa la práctica totalidad de la carrera política del líder del Ejecutivo. Si ésta terminase tras las generales de finales de año, ¿cuál cree que será el principal hecho por el que será recordado?
–Le tenemos que recordar por el destrozo que ha hecho a la convivencia entre españoles y por la debilitación de todas las estructuras democráticas. Este es un hombre que llegó a la Moncloa para cargarse el sistema del 78 y por eso tiene los socios que tiene, que tienen el mismo objetivo. Él no lo confiesa, pero lo va haciendo. El objetivo de los bilduetarras, de los golpistas, de los populistas bolivarianos y comunistas es el mismo. Ha parasitado el Constitucional para ponerlo a su servicio, para que sea una extensión del Gobierno. Y así con todo. Se aprovecha de algo que empezó a hacer –José Luis Rodríguez– Zapatero, primero en el PSOE y después en la sociedad española, que es insuflar el odio a la derecha como el elemento principal de reconocimiento de los propios afiliados socialistas.
–¿Cree que un hipotético Gobierno de PP y respaldado de algún modo por Vox logrará enmendar los pasos dados por el actual Ejecutivo?
–Es que tiene que hacerlo. Es una cuestión de supervivencia en términos democráticos, aunque pueda parecer exagerado. Este país no aguanta más esta deriva de ruptura y de debilitamiento de las estructuras democráticas, de ruptura de la cohesión y debilitamiento de las estructuras de la economía. Es estrictamente necesario que lo hagan, no les queda otro remedio. Ahora mismo, el mayor gesto de patriotismo, en el sentido verdadero del término de patriotismo constitucional, de la defensa del interés general, no es ideológico, es echar a Sánchez.
–Usted fue, en parte, 'culpable' del fin del bipartidismo. ¿Qué balance hace con los ojos de hoy en día? ¿Cree que sería más conveniente regresar al anterior modelo?
–Los problemas de España no están derivados de que haya muchos partidos, sino de que hay muchos muy malos en su comportamiento, que trabajan para romper y no para unir. El bipartidismo clásico puede funcionar muy bien o mal y yo creo que ha tenido muchos déficits. Algunos de ellos los estamos pagando ahora, como que han jugado más a la alternancia que a ser alternativa. Está muy bien tener partidos que tengan capacidad para hacer pactos de Estado, pero hay otros países de nuestro entorno que tienen tres o cuatro partidos y hacen pactos de Estado. Si en España no se hacen pactos de Estado no es porque haya muchos partidos, sino porque hay uno de los partidos que está en contra.
–¿Qué le parece Sumar, la plataforma de Yolanda Díaz?
–Los mismos perros con distintos collares. Es un cambio de nombre, pero nada más. Se está produciendo ahora mismo lo que ocurrió cuando se fue –Íñigo– Errejón de Podemos. Ahora, con Díaz, está pasando exactamente lo mismo en términos de encuestas, de expectativa, de periodistas haciendo entrevistas y tal. Van mudando de piel, pero son lo mismo y forman parte del mismo conglomerado. Es esa extrema izquierda que se cambia de traje, de posición o de nombre para despistar o para engañar. Hay como una especie de necesidad de salvar al soldado Sánchez.