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Misil y lanzamisil SAM-7 como el que ETA pretendía utilizar para atentar contra el avión de José María Aznar

Los motivos por los que un misil de ETA terminó en el almacén de un pueblecito de 600 habitantes

El expresidente José María Aznar desveló que uno de los misiles que pretendió utilizar la organización terrorista para matarlo se guardaba en la pequeña localidad de Lizarza (Guipúzcoa)

ETA estaba segura de que el misil con el que intentaron matar hasta en tres ocasiones al presidente del Gobierno de entonces no lo encontrarían en un almacén casi abandonado de una diminuta localidad de la Guipúzcoa profunda de apenas 600 habitantes. Sin embargo, así fue, y el expresidente del Gobierno José María Aznar se encargó el miércoles de recordarlo.

Pero, ¿cómo pudo llegar nada más y nada menos que un misil SAM-7 y su consiguiente lanzamisiles hasta un pueblo tan pequeño y perdido en la Guipúzcoa profunda?

Aznar desveló que el encargado de depositar ahí el misil fue un concejal de Batasuna. El principal sospechoso, que cuando fue detenido reconoció su pertenencia a ETA, aunque luego lo desmintió y fue absuelto por falta de pruebas, no solo fue concejal de Batasuna, llegó a ser alcalde de una localidad todavía más pequeña situada apenas a 10 kilómetros de Lizarza por carretera, unos 4 en línea recta.

Las sospechas consideraron que posiblemente fruto de su paso por esa alcaldía, habría conocido a algún concejal de la cercana Lizarza y éste le habría dado las llaves de un edificio abandonado, semiderruido propiedad del Ayuntamiento a comienzos del año 2001 para guardar el material con el que intentaron atentar contra José María Aznar hasta en tres ocasiones durante la campaña electoral de aquel año.

Los papeles de Sokoa

Porque ETA no quería más sorpresas con sus misiles. El último misil anterior propició en 1986 la mayor captura de documentación de la organización terrorista en su casi medio siglo de historia. Se trata de los llamados 'Papeles de Sokoa'.

El traficante de armas y confidente de Interior, Fernando Paesa, con la supervisión del Ministerio del Interior de España y de los servicios secretos estadounidenses, logró colar a ETA dos misiles que contenían un dispositivo de seguimiento americano de manera que la Policía española pudo saber que terminaron en la fábrica de muebles Sokoa, situada en la localidad francesa de Hendaya, a orillas del río Bidasoa que separa España de Francia. Allí no solo localizaron un arsenal de armas, sino que la Policía española encontró toda la documentación concerniente a la estructura de ETA y de sus finanzas.

De ahí que el misil de 2001 se escondiese en un edificio casi abandonado, de poco sospechosa propiedad municipal y en un pueblo de apenas 600 habitantes. Y de ahí que, a raíz de la prohibición de las listas de la ya anulada ANV, uno de los nombres que adoptó Batasuna tras su ilegalización, y de que el Partido Popular se hiciese con el poder al ser la única lista legal, los abertzales del pueblo y de la comarca se abalanzasen contra la alcaldesa, Regina Otaola. Tal fue el ataque despiadado contra Otaola que, al terminar la legislatura y ya con el Bildu legalizado en las siguientes elecciones, la representante popular tuvo que abandonar no solo la localidad sino también el País Vasco.

Entre los atacantes que trataron de amargarle a Otaola la legislatura figura el mencionado por Aznar que, quizá con miedo a que el nuevo consistorio del Partido Popular descubriese los restos del depósito de armas y explosivos que contenía ese edificio municipal, llegó a amenazarle de muerte, lo que le costó una condena de 2 años de prisión.