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Seguidores del Partido Popular, este domingo en sede de la calle Génova en MadridEfe

Noche histórica

La derecha barre al PSOE y Podemos en toda España y anticipa el final del sanchismo

El PP obtiene mayoría absoluta en Madrid y La Rioja, recupera la Comunidad Valenciana y Aragón y gobernará hasta en Extremadura. La jornada se torna en tragedia para la izquierda

España empezó este 28 de mayo a pasar la página del sanchismo, cinco años después de que Pedro Sánchez alcanzara la Presidencia del Gobierno a través de una moción de censura, el 1 de junio de 2018.

El PP obtuvo una victoria tan contundente -más de 750.000 votos de ventaja y casi 3,5 puntos- como profética de lo que puede pasar en las elecciones de diciembre, cuando a Sánchez le llegará el juicio final de los españoles. «España ha iniciado un nuevo ciclo política. Es la victoria de otra forma de hacer política (...). Sé que mi momento llegará si los españoles quieren», proclamó Alberto Núñez Feijóo en el balcón de Génova 13, eufórico junto a Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez Almeida.

Los grandes triunfos del PP en las municipales y autonómicas han sido, tradicionalmente, antesala de sus éxitos en las generales del año siguiente. Lo fueron en 1995, con José María Aznar, cuando los populares aventajaron a los socialistas en un millón de votos; y en 2011, cuando un tsunami azul engulló al PSOE y le sacó más de 2,2 millones de votos.

El plebiscito

El llamamiento del PP y de Vox a convertir estas elecciones en un plebiscito contra Sánchez surtió efecto. Más del esperado, incluso, porque el líder socialista aceptó el desafío de batirse el cobre en un 28-M en clave nacional, obviando el enorme rechazo que suscita en una parte importante del electorado. Hasta en el momento de votar le gritaron «que te vote Txapote».

La movilización del centro derecha fue histórica, espoleada por los anuncios descongelados y recalentados del presidente en campaña, la irrupción de Bildu y sus muertos -ajenos- en el armario y los escándalos de compra de votos en los días finales. La tormenta perfecta.

El PP obtuvo la mayoría absoluta en la Comunidad de Madrid, con una Ayuso imparable, y en La Rioja, donde Gonzalo Capellán fue capaz de dar la vuelta a los sondeos en cuestión de meses. Además, se quedó a las puertas en la Región de Murcia. Fue la fuerza más votada en la Comunidad Valenciana, Cantabria, Aragón y Baleares, y también podrá gobernar en Extremadura, desbancando a Guillermo Fernández Vara.

Solo sobrevivieron Emiliano García-Page en Castilla-La Mancha, Adrián Barbón en Asturias y lo hará también María Chivite en Navarra si cierra con Bildu el trueque de la Comunidad Foral a cambio del Ayuntamiento de Pamplona, donde la izquierda abertzale fue la fuerza más votada. Puede que también pueda mantener el gobierno de Canarias Ángel Víctor Torres, pero no es seguro.

El PP gobernará en cuatro de las cinco comunidades más pobladas, en tres de ellas con mayoría absoluta

Nunca, hasta ahora, el PP había gobernado a la vez cuatro de las cinco comunidades más pobladas: Andalucía, la Comunidad de Madrid, la Comunidad Valenciana y Galicia (menos Cataluña). Y tres de ellas con mayoría absoluta, porque la de Ayuso se suma a las que ya tenían Juanma Moreno y Alfonso Rueda.

En la urna municipal, los socialistas se habían marcado el objetivo de conservar Sevilla y ganarle Barcelona a Ada Colau, y ni lo uno ni lo otro lograron: la capital hispalense fue para el PP -el efecto Moreno funcionó de nuevo- y la ciudad condal, para Junts per Catalunya y Xavier Trias.

El PSOE perdió 15 de las 22 capitales que controlaba. Los populares obtuvieron mayoría absoluta en Madrid, Málaga y dieron el vuelco en Valencia, Murcia, Valladolid, Castellón, Palma, Cádiz, Burgos, Toledo, Logroño, Albacete, Cáceres, Huelva, Granada, Segovia, Ciudad Real y Melilla.

El palo anímico para los socialistas fue tan severo que la portavoz del PSOE, Pilar Alegría, fue incapaz de disimular la decepción en la sala de prensa de Ferraz, durante una comparecencia sin preguntas en un ambiente de funeral. «Es evidente que este resultado es un mal resultado para el PSOE, no es en absoluto el que esperábamos», afirmó, desencajada. No hay relato que pueda maquillar lo ocurrido este último domingo de mayo. Salieron a conservar y les cayó una goleada antológica. Habían repetido hasta la saciedad que los españoles premiarían la gestión socialista. Nada más lejos de la realidad.

Las urnas consolidaron a Alberto Núñez Feijóo en su doble condición de líder del PP y futurible presidente del Gobierno, bajo el compromiso de que derogará el sanchismo cuando llegue a la Moncloa, el leitmotiv de su campaña.

También consolidaron a Vox como tercera fuerza política en España. El partido de Santiago Abascal será menos determinante de lo que le habría gustado, por las amplias victorias de los candidatos del PP, pero los populares tendrán que entenderse con ellos en varias comunidades y ayuntamientos. El 28-M levantó acta de defunción de Ciudadanos: ni siquiera Begoña Villacís se salvó.

Yolanda Díaz y Podemos se hunden

Unidas Podemos y los socios de Yolanda Díaz completaron la noche trágica de la izquierda. Aunque la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo no estuvo allí para verlo, sino que se buscó un oportuno viaje a Oporto para borrarse. Ni siquiera votó en urna, de manera que evitó decantarse por Más Madrid o Unidas Podemos delante de las cámaras.

Compromís no fue capaz de retener la Alcaldía de Valencia, ni los Comunes la de Barcelona, dos derrotas directamente imputables a Díaz, porque se implicó mucho con Ada Colau y Joan Ribó. Unidas Podemos se quedó fuera del Ayuntamiento de Madrid y también del de Valencia, y no entró en las Cortes valencianas ni en la Asamblea madrileña. Un desastre sin paliativos, también, para Irene Montero e Ione Belarra.

A ERC, socio preferente de Sánchez, tampoco le fue bien, en medio de la desmovilización generalizada del independentismo. Sí, por el contrario, a Bildu, convertido en primera fuerza en Vitoria (la capital menos independentista, teóricamente, de las tres vascas). En San Sebastián empató a concejales con el PNV.

La derrota augura meses críticos para un PSOE absolutamente sometido al sanchismo, sin recambio ni más plan B que el que quiera inventar Sánchez. Y tendrá que ser mucho más que los focos y la pompa de la Presidencia de turno de la UE, que comenzará en solo un mes. Es más, en Bruselas pueden empezar a percibir a Sánchez como un presidente en el tiempo de descuento. Por lo pronto, durante estos seis meses será un presidente sin poder territorial y con unos socios de gobierno moribundos. Una agonía.