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Doble crimen de Granada

El asesino confeso de Granada: «Maté a mi hermana y mi sobrino con una lanza de hierro»

En un primer momento se presentó en el lugar de los hechos para fingir sorpresa y dolor, pero su actuación no fue muy convincente

Debió rumiar su odio desde hace tiempo. Lo maceró mientras fabricaba una lanza de hierro de tipo artesanal. Con ella Manuel ensartó a su hermana Rosario y a su sobrino, Lucas, de tan sólo 3 años. Era algo que la víctima sabía que podía ocurrir. De hecho, ella y su marido habían contratado a una empresa para que les instalara cámaras de vigilancia por todo el perímetro del chalet. Le tenía tanto miedo que, hacía años, Rosario había puesto tierra de por medio y había huido de Torre del Campo en Jaén para instalarse en Las Gabias, Granada, a 115 kilómetros de distancia.

Las imágenes de las cámaras (aunque se había cubierto la cabeza), el posicionamiento del teléfono móvil y la mentira en su coartada pusieron a los investigadores del grupo de homicidios de Granada tras su pista. Los agentes hicieron un trabajo diligente, muy fino, y finalmente Manuel acabó confesando: «Fui yo. Maté a mi hermana y a mi sobrino con una lanza de hierro. Luego me deshice de ellas en un solar cercano al lugar del crimen». Se refiere a un terreno a unos 400 metros de la casa donde se está construyendo un chalé. Allí escondió la lanza de hierro artesanal y los dos mecheros con los que trató de prender la casa.

Trató de meterle fuego hasta en tres ocasiones. Sin éxito. La última vez creyó que lo había conseguido porque olisqueó el humo. Sin embargo, el colchón sólo ardió levemente. La pretensión era llenar de llamas la vivienda y que el fuego consumiese los cadáveres y devorase las pistas para entorpecer la investigación.

Sin embargo, el plan le salió mal desde el principio. A las siete y cuarto de la mañana, al marido de Rosario, piloto de aviación, que estaba en Mallorca trabajando, le saltó la alarma de un intruso. El hombre llamó enseguida a su mujer, que no contestó. Agobiado avisó inmediatamente al 112 que movilizó a la Policía Local de la localidad y a la Guardia Civil. Cuando llegaron, el asesino se había ido ya.

La madre del asesino y también de la víctima llamó a su hijo sobre las nueve de la mañana sin tener noticia todavía de los crímenes: «Manuel, a tu hermana le han robado. ¿Te puedes acercar hasta su casa a ver qué ha pasado?», le preguntó. «Mamá, tengo los dos coches averiados. No puedo ir», le contestó el presunto asesino. «Pues cógete un taxi», le ordenó la buena mujer.

El hombre se presentó así en la escena del crimen y se hizo el loco. Dicen algunos vecinos que se hizo el afligido al enterarse, aunque su actuación no fue muy convincente. De hecho, días después lo acabaron deteniendo. A lo largo de la tarde de este martes se ha llevado a cabo la reconstrucción judicial en la que él ha participado. Se trata de determinar cómo lo hizo paso a paso. Se cree que detrás de los asesinatos estaba su deseo de heredar todo el patrimonio de su padre, que había fallecido hace sólo cinco meses.