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Pedro Sánchez, este martes en la MoncloaEFE

Horas después de convocarlo

Sánchez paga los primeros errores de cálculo de su adelanto electoral

La renuncia de Cs a presentarse, el misil de Revilla contra la línea de flotación del PSOE, la desmovilización del partido, el enfado del PNV... las prisas no han sido buenas consejeras

A Pedro Sánchez puede pasarle lo mismo que le pasó a Renfe con los trenes que encargó para Asturias y Cantabria: un error de medición amenaza con arruinar su jugada de adelantar las generales al 23 de julio. En su caso, varios.

El mismo día en que el BOE publicó el decreto de disolución de las Cortes y convocatoria de elecciones, algunas piezas comenzaron a alinearse en el tablero en contra de los intereses del presidente del Gobierno.

Primera. La renuncia de Ciudadanos a presentarse a los comicios, inducida por Inés Arrimadas. La noticia cayó como agua de mayo en la sede del PP. Durante su discurso ante la Junta Directiva Nacional de su partido, Alberto Núñez Feijóo agradeció al partido naranja su «ejercicio de madurez y responsabilidad», al tiempo que abrió de par en par a los votantes de Cs las puertas del PP, «su casa».

En las elecciones de abril y de noviembre de 2019, Sánchez se benefició de la división del bloque de la derecha en tres, frente a una izquierda que concurrió bajo dos marcas: PSOE y Unidas Podemos. La fragmentación del voto entre el PP, Vox y Cs hizo que muchos escaños se perdieran por el camino.

En el último barómetro elaborado por Electrocracia para El Debate antes del volantazo de Sánchez, Cs se situaba en una intención de voto del 2,2 %, por debajo del 3 % exigido para obtener representación en una circunscripción. Ello equivale a más de 570.000 votos con una participación del 71 % (la que hubo en abril de 2019, aunque en esta ocasión se espera que el verano aumente la abstención). Es decir, Ciudadanos no tendría opciones de escaño y sin embargo podría privar al PP de varios. Con Cs fuera de la ecuación, el bloque antisanchista maximiza sus opciones de escaños.

Segunda. La decisión de Miguel Ángel Revilla de no oponerse a la investidura de la popular María José Sáenz de Buruaga como presidenta de Cantabria, que al final viene a ser lo mismo que facilitarla. Revilla, que hasta ahora ha gobernado en coalición con el PSOE, justificó su decisión en que Cantabria «no se contamine con Vox», lo que supuso todo un misil contra la línea de flotación de Sánchez.

No en vano, el miedo a la «ultraderecha» será –otra vez– una de las líneas maestras de la campaña de los socialistas. En los cálculos de Sánchez está que, en plena carrera electoral, el PP se abrace a Vox y selle acuerdos de investidura en ayuntamientos y comunidades. Desde el PP recuerdan que el PSOE ya intentó eso mismo en Castilla y León y Andalucía, y que no le funcionó.

También señalan que cada territorio tiene «sus circunstancias», y hasta qué punto. Hay en comunidades donde el PP suma más que toda la izquierda y en las que, por tanto, solo necesita una abstención de Vox. Es el caso de Murcia, donde Fernando López Miras se quedó a dos escaños de la mayoría absoluta, y también de Baleares.

Feijóo junto a sus barones regionales, este martes cerca de Génova 13David Mudarra/ PP

En cambio, en Extremadura María Guardiola necesita el voto favorable de Vox, porque el PSOE y Podemos suman más que ella y Guillermo Fernández Vara ha cambiado de idea y quiere plantar batalla. También lo necesita Carlos Mazón en la Comunidad Valenciana (en su caso, el PSOE y Compromís). En el caso de Jorge Azcón en Aragón, hay fórmulas alternativas a Vox, pero más complicadas.

Tercera. Durante su discurso de ayer, Feijóo ofreció sus votos al PSE para evitar que Bildu gobierne allí donde el constitucionalismo puede impedirlo. Por ejemplo, en los ayuntamientos de Vitoria y Durango (Vizcaya) y en la Diputación de Guipúzcoa. Con ello, el líder del PP utiliza el propio marco de Sánchez en su contra: el enemigo de Sánchez es el partido de José Antonio Ortega Lara; el enemigo de Feijóo es el partido que secuestró a Ortega Lara.

Cuarta. Varios sociólogos empezaron a rebatir este martes las extrapolaciones que han difundido las terminales de la Moncloa y Ferraz en los dos últimos días, y según las cuales el PP y Vox no sumarían mayoría absoluta en el Congreso con los resultados que obtuvieron el domingo 28.

De entrada, porque los electores no votan igual en la urna de las municipales que en la de las generales. Además, porque presuponen que el suelo del PSOE el 28-M es el suelo de Sánchez. «¿Se creen en la Moncloa que en Castilla-La Mancha van a votar igual a Page que a Sánchez, o en Vigo a Abel Caballero que a Sánchez», se preguntaban ayer en la sede del PP.

Quinta. Las estructuras territoriales del PSOE han empezado a chirriar, a pesar de que Sánchez cortocircuitó cualquier debate interno sobre su candidatura al adelantar las elecciones. Para sobrevivir al 23-J necesita a todo el partido movilizado; necesita que los líderes regionales, provinciales y locales del PSOE pidan el voto para Sánchez al unísono en cada rincón de España.

Las estructuras territoriales del PSOE han empezado a chirriar, y Sánchez necesita al partido movilizado

Sin embargo, el enfado en los territorios es tal que hay serias dudas. «¿Cuántos alcaldes que han perdido el puesto por culpa de Sánchez van a pedir el voto para él dos meses después?», pregunta con sorna un veterano diputado del PP. Para evitarlo, el presidente planea repescar en las candidaturas a varias de las víctimas del tsunami azul del domingo, como adelantó El Debate. Ya está sonando el nombre de la aún presidenta en funciones de Baleares, Francina Armengol, para encabezar la lista del PSOE balear al Congreso.

Sexta. En las últimas horas, dentro de Sumar se ha abierto el debate sobre la conveniencia de incorporar a Podemos, habida cuenta de los pésimos resultados de los morados el 28-M. Algunos creen que los de Ione Belarra restan. Y parecido ocurre en Podemos, donde no todos son partidarios de diluirse en una sopa de letras.

Yolanda Díaz registró este martes su plataforma como partido, Movimiento Sumar, pero aún no hay certezas de que sus negociaciones con los morados vayan a fructificar en una única candidatura a la izquierda del PSOE. Solo existe el deseo de que así sea, porque un bloque de izquierdas fragmentado en tres sería letal para el presidente.

Séptima. El PNV saltó ayer, oficialmente, del barco de Sánchez. Ironías del destino, justo cinco años después de que sus votos sirvieran para derrotar a Mariano Rajoy en una moción de censura. Su presidente, Andoni Ortuzar, se lamentó en Radio Euskadi de que el líder del Ejecutivo les ha tratado como un «clínex», a pesar de haber sido «su socio más leal y estable». «Más incluso que sus socios de coalición», añadió.

Y octava. El primer vídeo de precampaña que difundió ayer el PSOE, desempolvando el Prestige, el 11-M, a Bárcenas, el Yak-42 y una foto de José María Aznar con George Bush, puso en evidencia el estado de angustia de los socialistas. «España ha sido muy clara y ellos no han entendido nada», concluyó al respecto el portavoz de campaña del PP, Borja Semper, que sale en el vídeo.