Cantabria
La intrahistoria de la paliza que unos gitanos dieron a un hombre en Laredo
Los detenidos alegan que el hombre de 63 al que dieron una paliza llevaba meses acosando a una menor de 14 años
Las imágenes de la paliza en Laredo se han viralizado. Varios individuos con barras largas agredían a un hombre de 63 años. La víctima estaba tirada en el suelo de un parking. Los palos le caían por todos lados y, cuando se acabaron, comenzaron las patadas. En el vídeo se ve que tiene la cabeza ensangrentada. Tiene seis costillas rotas y hematomas por todo el cuerpo.
En un primer momento se dijo que la víctima era un vigilante de seguridad del aparcamiento del centro comercial donde se produjo la agresión. Nada que ver. La Guardia Civil detuvo a los autores de la agresión y la juez de instrucción envió a tres de ellos a prisión provisional. La magistrada les acusa de lesiones, aunque la fiscalía, al pedir que fuesen a la cárcel de forma provisional, aseguró que se trata de una tentativa de homicidio.
La pregunta que todo el mundo se hace es qué pudo motivar una paliza de semejante calibre. El abogado de los detenidos, César Polanco, lo aclara: «El vídeo no es defendible y yo no lo voy a blanquear. Mis clientes están profundamente arrepentidos. Ven el vídeo y no se reconocen», es lo primero que explica antes de entrar en materia. «Quiero dejar claro que en el vídeo no se ve el inicio de la discusión. Y uno de mis clientes tiene un golpe en la cabeza. No justifica nada, pero hay que dar todos los datos. El día en que pasó todo esto era un día de mercado. Mis clientes no fueron a buscarlo para darle una paliza. Fue un encuentro casual en un centro comercial después de trabajar. Se lo encontraron allí».
Pero cuál es la razón de la agresión: «Según mis clientes este hombre de 63 años llevaba meses acosando a una niña de 14 años, la hija de uno de ellos. Entre otras cosas le mandaba flores y se presentaba en el colegio a decirle cosas. Y no paraba. Era muy insistente. No paraba de cortejarla, por llamarlo de alguna manera».
Los gitanos trataron de arreglarlo por su cuenta: «Hay unos patriarcas, personas buenas a las que mis clientes pidieron que intercedieran. Lo desterraron de la zona en la que vive la pequeña, pero no sirvió de nada, el acoso continuó». Fruto de esa situación nació la agresión: «No se justifica, pero hay que poner todas las cosas en su contexto», matiza el letrado.