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19 de septiembre de 2024

Eduardo de Rivas
Eduardo de Rivas

La presidencia europea, la última baza electoral de Sánchez

Este sábado comienza un mandato para el líder del PSOE que puede ser breve si el 23-J los electores le dan la espalda

Madrid Actualizada 04:30

Pedro Sánchez, en primer plano, con el presidente de Portugal, Antonio Costa, y el de Grecia, Kyriakos Mitsotakis, de fondo

Pedro Sánchez, con el presidente de Portugal, Antonio Costa, y el de Grecia, Kyriakos Mitsotakis, de fondoEFE

El 28-M cambió de forma radical la estrategia de ajedrez que Sánchez tenía en mente hasta el final de 2023. Con las elecciones en diciembre, el presidente del Gobierno podía jugar una partida con los electores, haciéndoles pensar que el hecho de ser presidente del Consejo de la Unión Europea era algo más importante de lo que es en realidad y, de esta forma, atraer más votos.

El batacazo de las municipales y autonómicas dinamitó cualquier plan. El día después, Sánchez convocaba de nuevo comicios –esta vez nacionales– y ponía en marcha su plan B: utilizar al máximo posible los 23 días que dispondrá de presidencia de la UE antes de votar.

El plan de ruta ya venía marcado desde tiempo atrás. El programa de estos seis meses es fruto de un largo trabajo conjunto entre Bruselas y Moncloa y lleva grabada a fuego la ideología socialista, por lo que no fue de extrañar que más de uno dentro de la Comisión Europea se llevara las manos a la cabeza cuando Sánchez disolvió las Cortes. No es la primera vez que hay elecciones durante la presidencia rotatoria de un país, pero es algo que no se suele hacer.

Cambio de plan

Pero una vez hecho, Sánchez pretende exprimirlo al máximo. En el último Consejo de la presidencia de Suecia –país que precede a España–, el líder del PSOE se puso el traje electoral dejando en el armario el de presidente del Gobierno. En la rueda de prensa posterior, comentó que se habían tratado cuatro asuntos durante la reunión y solo prestó atención a la política exterior, porque este sábado viajará a Ucrania para hacerse la foto con Zelenski, y al pacto migratorio para atizar indirectamente a Hungría y Polonia –y, de pasada, a Vox– por no colaborar lo suficiente.

El resto del tiempo lo dedicó a la política nacional, que es lo que de verdad le interesa a día de hoy a Pedro Sánchez. Puede que su perfil de estratega internacional hubiera destacado más en el primer escenario que habían planteado en Moncloa, con las elecciones en diciembre, pero ahora hay que jugar la partida en Madrid. Y se va perdiendo.

Sánchez tiró de sus colegas europeos para mandar un mensaje al electorado: «En Bruselas no gustan los pactos de PP y Vox». Recuerda así a los ciudadanos que votaron mal el 28-M y que lo suyo no fue un batacazo sino una «hipermovilización de la derecha». Eso sin mencionar quiénes son esos líderes que opinan así ni cuándo lo habían dicho. Sonaba a cuando la ministra Pilar Llop comentaba que escuchaba a la gente preocupada en el metro sobre el CGPJ. El líder del PSOE entraba de lleno en campaña desde un estrado europeo, el día antes de empezar su mandato.

En su hoja de ruta también estaba hablar ante el Parlamento Europeo en la primera quincena de julio, pero se decidió posponerlo hasta septiembre, una vez que en España se hubiesen aclarado los pactos. De haberse convocado el pleno, la Junta Electoral lo habría tenido difícil para aplazar el speach del presidente, casi tanto como Sánchez para eludir una sanción, ya que su discurso habría sido claramente dirigido a los votantes.

Habría guardado una pequeña parte para aparentar que le interesaba Europa y habría hablado de Ucrania, de todos los males que ha causado Putin a Europa –y a España– y de las prioridades que ha marcado Moncloa para estos seis meses de presidencia: luchar contra el cambio climático, controlar a las multinacionales y abogar por la unidad europea cuando de fronteras para dentro se tiende a atacar la nacional.

Ahora Sánchez tendrá que sustituir su mensaje en Estrasburgo por otro parecido en Madrid, este lunes de la mano de Ursula von der Leyen. Ahí se dará el pistoletazo de salida a la presidencia española del Consejo de la UE. Diferente escenario pero mismo objetivo: influir en el votante de cara al 23-J. Si al final Sánchez suma con Yolanda Díaz, ya pensará en Europa.

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