26 años del vil asesinato de Miguel Ángel Blanco, el día que España dijo basta

«Pasado mañana hará 26 años que le pegaron un tiro en la nuca a Miguel Ángel Blanco los terroristas de ETA. Yo jamás voy a gobernar ni voy a pactar con el brazo político de quienes lo planificaron, lo ejecutaron y lo aplaudieron. Por eso de pactos no puede dar ninguna lección».

Con estas contundentes palabras Alberto Núñez Feijóo ponía a Pedro Sánchez ante el espejo de su pacto con Bildu, los herederos políticos de la banda terrorista ETA, durante el debate electoral celebrado el pasado lunes. Sánchez apenas pudo responder: «le estaba preguntando por Vox».

26 años después, el brutal asesinato de Miguel Ángel Blanco se mantiene en el foco de la actualidad. En el debate también salió a relucir el lema que ha prendido desde hace meses como un mantra contra Sánchez: «Que te vote Txapote». Javier García Gaztelu , alias Txapote, es uno de los personajes más sanguinarios que ha dado España en su historia reciente. Miembro de la banda terrorista ETA, acumula condenas por más de 150 años y está considerado el autor material del asesinato de Miguel Ángel Blanco. Aquel crimen, por el secuestro previo y la crueldad con la que se realizó, marcó un antes y un después en la actitud de la sociedad vasca y española para con el terrorismo. Hoy, el nombre de Miguel Ángel Blanco se ha convertido en un símbolo de la lucha contra el terror; y el nombre de su asesino, en un símbolo de la ignominia.

Mural con homenajes a Miguel Ángel Blanco
Mural con homenajes a Miguel Ángel Blanco

Miguel Ángel Blanco tenía veintinueve años cuando ETA lo secuestró el 10 de julio de 1997. Cuarenta y ocho horas después apareció herido de muerte con dos tiros en la cabeza en la localidad guipuzcoana de Lasarte. Era el secuestro número 78 de la banda terrorista ETA desde 1970, el número 10 de los secuestrados asesinados. El número 778 en la macabra nómina de muertos de la terrorífica organización, como remarca la Fundación Miguel Ángel Blanco.

«Sus compañeros de la asesoría donde trabajaba comenzaron a preocuparse por él al comprobar que se había retrasado media hora en la cita que tenía con un cliente a las 15.30 de aquel fatídico 10 de julio de 1997, nueve días después de la liberación de José Antonio Ortega Lara por la Guardia Civil. Llevaba tan solo unos meses trabajando en esta empresa radicada en Eibar, donde acababa de comenzar su carrera profesional como economista. Un comunicado anónimo, en llamada a Egin sobre las 17.30, informó de que se había secuestrado a un concejal del Partido Popular en Ermua y que el coste de su libertad era la vuelta de todos los presos de ETA al País Vasco antes de las 16 horas del sábado 12 de julio. A partir de ese momento el pueblo de Ermua, con su alcalde Carlos Totorica a la cabeza empezó a salir a la calle exigiendo la libertad de Miguel Ángel, acompañando a la familia en aquellas angustiosas horas, ejemplo de solidaridad y de concienciación que fue seguido por centenares de miles de ciudadanos españoles. Ermua se convirtió en un referente social en la lucha contra la barbarie y por la libertad acosada por el terror de ETA». Así relata la Fundación Miguel Ángel Blanco lo que pronto se convirtió en un clamor de toda la sociedad española contra la atrocidad etarra.

Manifestación tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco
Manifestación tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco - Europa Press

El secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco marcó un antes y un después en la lucha contra el terrorismo. Miles de ciudadanos en toda España salieron a la calle con lazos azules y manos blancas para defender la vida y la democracia. Las vigilias en las calles y plazas de las principales ciudades españolas se multiplicaron, así como multitudinarias manifestaciones para clamar contra ETA y sus cómplices políticos, señalados como los principales enemigos del Estado de Derecho.

El Gobierno presidido por José María Aznar anunció que no cedería al chantaje de los terroristas, el acercamiento de todos los presos al País Vasco en un plazo de 48 horas. Las fuerzas de seguridad se desplegaron para peinar contra reloj el País Vasco, pero no pudieron salvar al joven concejal popular.

Francisco Javier García Gaztelu, alias Txapote
Francisco Javier García Gaztelu, alias Txapote - Europa Press

A las 16 horas del 12 de julio de 1997 terminó el ultimátum de ETA. Todas las televisiones de España cortaron la emisión y guardaron un minuto de silencio. Con Miguel Ángel Blanco esposado en el maletero, los etarras condujeron su coche hasta una zona boscosa a las afueras de Lasarte, Guipúzcoa. Los etarras sacaron a Miguel Ángel Blanco del maletero y, con sus manos atadas, lo llevaron a una zona boscosa con mucha vegetación. Txapote le disparó por la espalda dos tiros en la nuca.

Media hora más tarde, dos personas que paseaban por el monte con un perro lo encontraron malherido, inconsciente y moribundo. Le trasladaron con urgencia al hospital Nuestra Señora de Aranzazu, donde los médicos descartaron que pudieran salvar su vida. Miguel Ángel Blanco Garrido falleció en la madrugada del día siguiente, a las 5.00 horas.

Jaime Mayor Oreja, entonces ministro de Interior, ante el féretro de Miguel Ángel Blanco
Jaime Mayor Oreja, entonces ministro de Interior, ante el féretro de Miguel Ángel Blanco - El Debate

Fue un asesinato a cámara lenta, seguido minuto a minuto por millones de españoles horrorizados que tras el brutal crimen volvieron a echarse a las calles. De aquella gigantesca muestra de repulsa y de unidad nació el llamado espíritu de Ermua. La sociedad española vivió conmocionada aquellas terribles horas, que supusieron un punto de inflexión en la negra historia de ETA. De hecho, fue el principio de su fin.

26 años después, la memoria de Miguel Ángel Blanco sigue viva pese a la imposición en el País Vasco de un blanqueamiento sin precedentes de la sangrienta historia de ETA y los pactos del PSOE con quienes recibieron en herencia el siniestro legado etarra. Bildu sigue defendiendo sin tapujos la independencia del País Vasco y colonizando las instituciones por las que Miguel Ángel Blanco dio su vida. Pero la llama que prendió en la sociedad española sigue viva. Prueba de ello son los homenajes que se multiplican por toda nuestra geografía año tras año. Un sentimiento que se plasma en estas palabras de la fundación que lleva su nombre: «Miguel Ángel, serena y firmemente, queremos decirte que seguiremos luchando para que no haya más víctimas del terrorismo, para que la pesadilla acabe pronto, para que tu estela siga siendo camino de Dignidad y de Libertad».

Su vida

Un joven normal enamorado de la música

Miguel Ángel Blanco nació en Ermua el 13 de mayo de 1968. Hijo mayor de Miguel Blanco y Consuelo Garrido era un chico normal, afable, extrovertido, sencillo y alegre.

Miguel Ángel estudió económicas en Sarriko y encontró trabajo, a los 7 meses de licenciarse, en «Eman Consulting», lo que le hacía pasar los días a caballo entre Ermua y Eibar dónde se ubicaban las sedes de la empresa.

Compaginaba su trabajo, y su dedicación a la política, con su gran pasión, la música. Le gustaban los grupos que cantaban en castellano, su favorito Heroes del Silencio. Tocaba la batería con su banda Poker siempre que sacaba tiempo, principalmente en primavera y verano.

En 1995 se afilió a Nuevas Generaciones del Partido Popular, dirigidas por su amigo de la universidad Iñaki Ortega. Se unió al Comité Ejecutivo de Vizcaya y, cuando tuvo edad suficiente, abandonó Nuevas Generaciones y se comprometió con la política local.

Fue número tres en las listas del Partido Popular por Ermua en las elecciones de mayo de 1995, en las que Miguel Ángel logró su acta de concejal.

El asesinato de Gregorio Ordóñez, el 23 de enero de 1995, le conmocionó profundamente. El sábado anterior habían coincidido en un acto y se lo habián presentado.

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Especial realizado por:

Redacción: Alonso Palacios. Diseño: Ángel Ruiz.

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