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Incidentes provocados por Tsunami Democràtic en Barcelona, en 2019EFE / Toni Albir

Investigación

Tsunami Democràtic fichó a un ruso experto en clonar móviles para infectar dispositivos de constitucionalistas

La Guardia Civil traslada a la Audiencia Nacional que este espionaje es una vulneración de derechos fundamentales

Tsunami Democràtic, el brazo callejero de los independentistas catalanes, contrató a un ruso experto en escuchas y clonaciones telefónicas justo después del juicio a los líderes catalanes que realizaron el referéndum ilegal. La Guardia Civil ha localizado el primer pago que hizo la plataforma que coordinaba las revueltas que incendiaron las calles de Barcelona a la compañía de espionaje informático y ha remitido la factura a la Audiencia Nacional. El expresidente catalán, Carles Puigdemont, vuelve a estar en el punto de mira por sus vínculos con esta red.

Tal y como figura en un informe de la Unidad Central Operativa (UCO), Josep Campmajó, cerebro de Tsunami Democràtic, fichó a la empresa Altanética SL para llevar a cabo un «PenTest», un conjunto de análisis periciales digitales que consistían en atacar dispositivos móviles para, posteriormente, obtener su contenido en forma de pantallazos. En práctica, una clonación. Según el Registro Mercantil, detrás de esta sociedad se encuentra un ciudadano ruso afincado en España llamado Podgoretskiy Murat.

Antes de llevar a cabo la contratación del servicio, Campmajó decidió testearlo con su amigo Lluís Pons Aguer, que sospechaba que su mujer le estaba engañando. Así se desprende de los chats que ambos mantuvieron y que ahora están siendo objeto de la investigación policial. El cerebro de Tsunami Democràtic le dijo a su amigo que lo más sencillo era robarle el móvil al supuesto amante de su mujer y, a partir de ahí, analizar el móvil mediante técnicas de informática forense.

«La manera más fácil y rápida es atracarlo y cogerle el móvil», escribe Campmajó. A continuación le explica que la empresa le traslada que es muy importante el resultado que obtenga el ruso experto en telecomunicaciones de las «vulnerabilidades del sistema wifi tanto de la consulta -el lugar de trabajo del amante- como de su casa». También le trasladó que el coste de la operación rondaría los 2.200 euros pero que habría que sumarle otros cargos. «Una vez descubierto el agujero ejecutar un ataque de clonación o de captura de lo que tenga (...) son unos 2.800 euros».

Las pesquisas de los investigadores les hace pensar que Campmajó estaba en ensayando para ver qué resultados le podía ofrecer esta empresa y, a partir de ahí, poder contratar de manera más habitual sus servicio para espiar a contrincantes políticos constitucionalistas. Los investigadores concluyen en su informe que esta práctica es «una vulneración de derechos fundamentales» y las definen como «capacidades informáticas de falta de legalidad».

La UCO monitorizó al ruso a partir del último viaje que realizó al aeropuerto del Prat, en Barcelona, desde Moscú. El pago de esta primera prueba la llevó a cabo la sociedad RIC Associats Volums SL, propiedad del cerebro de Tsunami Democràtic. De esta manera se constata que Campmajó prestó como pantalla una empresa de su propiedad para evitar que dejara rastro el servicio contratado por su amigo Pons. Finalmente, la factura fue de 2.662 euros.

Antecedentes de espionaje

No es la primera vez que el separatismo catalán recurre al espionaje. El Debate publicó la semana pasada que Tusnami Democràtic llevó a cabo un seguimiento físico al juez Pablo Llarena. Los independentistas siguieron durante varios días al juez y anotaban las horas a las que entraba y salía de su domicilio en Barcelona.

La UCO ha descubierto una conexión directa entre Tsunami Democràtic y Puigdemont. El cerebro Campmajó usó en reiteradas ocasiones la aplicación de mensajería encriptada Signal para informar en tiempo real al expresident de los actos vandálicos que la entidad callejera realizó durante las revueltas que surgieron tras el juicio del 1-O.

«En la calle todo son facciones. Reflejo de lo que pasa en el gobierno. Sé que las imágenes no ayudan a tu petición de extradición. Nada. Aunque es la p… realidad. La realidad no son los informes de los mossos, ni de interior, ni del que está espantado», escribió Campmajó. Puigdemont respondió que él, desde fuera, no percibía que la situación estuviera siendo «tan dramática como se ve en el interior». En cambio, sí insistió en que había cuajado la idea de que la sentencia del 1 de octubre era «escandalosa».

Los investigadores consiguieron estas pruebas tras analizar el ordenador personal del cerebro de Tsunami Democràtic. En el interior del dispositivo, Campmajó guardaba pantallazos de todas las conversaciones que mantuvo con el expresidente catalán, a quien guardó en su agenda de contactos bajo el sobrenombre K Mes Nou. Una de las conclusiones de la UCO es que las conversaciones privadas entre ambos «se hace alusión directa a la plataforma Tsunami como herramienta para la consecución de la independencia».