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Líderes de los principales partidos en las elecciones generales del 23-J

Elecciones generales

La demoscopia y el 23-J

El papel y el valor de la demoscopia es sencillo: se trata de dilucidar, en función de modelos estadísticos, el comportamiento global de la sociedad

Si hay algo que, aparentemente, caracterizó a la jornada electoral del 23 de julio, fue la sorpresa. Una triple sorpresa: para las empresas demoscópicas, para los partidos políticos y para los ciudadanos. Aunque cada una de ellas en diferente intensidad.

Si hablamos de las empresas demoscópicas, a quienes unos y otros culpan de esa sorpresa, las conclusiones que podemos extraer son variadas, aunque nos vamos a centrar en dos aspectos: en primer lugar, el papel y el valor de la demoscopia. Y en segundo lugar, analizar qué es lo que ha ocurrido para que el resultado electoral no se ajustase a las predicciones.

El papel de la demoscopia

El papel y el valor de la demoscopia es sencillo: se trata de dilucidar, en función de modelos estadísticos, el comportamiento global de la sociedad. Es decir, es una manera científica pero no exacta de, a partir de comportamientos individuales, comprender comportamientos generales. Se trata, por lo tanto, de un modelo deductivo de cómo es, qué piensa y cómo se comporta la sociedad en cada momento. Todas las empresas demoscópicas atesoran en los datos disponibles un historial capaz de ofrecer información que ayuda a ver tendencias que completan los datos fríos obtenidos en cada momento.

El sociólogo, con todo eso, hace un trabajo personal, intenso y sincero, basado en su experiencia y en su habilidad para emplear las herramientas disponibles y ofrecer una respuesta a las preguntas que se hace.

Qué pasó realmente el 23-J y por qué las encuestas no supieron preverlo:

1) Anomalía de la fecha electoral: la inédita convocatoria de los comicios en pleno verano ha dificultado enormemente prever el comportamiento de los ciudadanos –también confundidos por esta circunstancia– así como tomar muestras absolutamente fiables a la hora de la obtención de los datos. La cantidad de voto por correo ha dificultado también los trabajos de la gran mayoría de institutos demoscópicos. Esta dificultad ha sido menor a la hora de analizar el comportamiento de los votantes de los partidos pequeños, donde la mayoría de las empresas han sido capaces de hacer estimaciones con un notable grado de acierto debido, principalmente a la sencillez de sus ejes de campaña y a las características de sus votantes.

2) El análisis de la realidad política en los dos grandes partidos: la realidad política en la que se han movido los electores tanto del PP como de PSOE no ha sido bien analizada por la mayoría de los institutos de opinión. Una convocatoria inesperada y una campaña a veces difícil de entender por parte de las dos grandes fuerzas políticas pero que sí que ha tenido efectos en los ciudadanos. Sirva como ejemplo tres detalles: en primer lugar, la escasez de presencias del presidente del Gobierno en el inicio de la campaña, lo que ha permitido al PSOE usar su marca histórica como reclamo más que la persona que tanto rechazo social parecía provocar. En segundo lugar, una campaña electoral muy larga en la que el Partido Popular no ha sido capaz de pulsar la tecla del entusiasmo de sus electores ni tampoco explicar su programa (ni ha aportado la emoción necesaria, ni la racionalidad esperada, ni una esperanza consolidable en las urnas). Y, en tercer lugar, el efecto rebote del debate cara a cara tras el que el Partido Popular pareció relajar su campaña lo mismo que sus electores mientras que el PSOE recorría con otros líderes diferentes a Sánchez lugares que después han tenido un comportamiento favorable al partido que lidera el Gobierno.

3) La profusión de trackings, encuestas y estimaciones en la mayoría de los medios de comunicación ha contribuido a dos circunstancias de cara a ambos bloques: en el bloque de centro derecha, que la suma del PP-Vox era posible y casi segura (con mala estrategia por parte de ambos a la hora de referirse el uno al otro). En el bloque de centroizquierda, que Vox estaría en un posible Gobierno de Núñez Feijóo. Esto último, agitado convenientemente como una suerte ya conocida de alerta antifascista en busca del voto del miedo. Sin embargo, el español medio, no siente tanto miedo de Vox, al vecino que vota a Vox, sino un evidente rechazo a su tono y a sus líderes, y esto la izquierda lo aprovecha muy bien.

4) Mala captación de la movilización del votante medio del PSOE. Este rechazo a Vox, aunque agitado desde el miedo, ha provocado una desmovilización hacia la abstención de casi medio millón de votos que se habían trasvasado del PSOE hacia el PP en los últimos meses. Ese trasvase del PSOE hacia el PP tuvo un evidente retroceso la última semana de campaña, pasando del 12 % a apenas un 7 %.

5) Comportamiento electoral de determinados territorios y palancas de voto. La urgente convocatoria electoral, ha provocado en el electorado no tanto una corrección del tiro, como vulgarmente se dice, sino más bien la constatación de que las palancas de voto son diferentes en unas elecciones o en otras. Una persona vota por motivos diferentes según se trate de unas elecciones u otras. Hay tres ejemplos que nos han servido estos comicios: en la Comunidad de Madrid, Alberto Núñez Feijóo ha obtenido 155.000 votos menos que Isabel Díaz Ayuso. El PSOE ha aguantado muy bien en Andalucía donde la mayoría absoluta de Juanma Moreno hace un año se debió a un rechazo a Vox parecido al que hemos visto, pero, aquella vez sí, cristalizado en las urnas. Por último, Cataluña con el ejemplo de la ciudad de Barcelona, donde el PSC ha obtenido 109.000 votos más que en las municipales, convirtiendo en útil un voto disperso en la inmediata convocatoria anterior. Es decir, palancas de liderazgo, consolidación de rechazo social a una opción y utilidad del sufragio que se han mostrado diferentes o se han acentuado en diferentes convocatorias. Tal es así este ejemplo, que la mayoría de los institutos y empresas demoscópicas sí que supimos entender territorialmente las palancas de voto de las elecciones municipales y autonómicas, y de ahí el constatable grado de acierto de la mayoría en los sondeos realizados hace solo dos meses.

En definitiva, la sorpresa del 23-J, debe llevarnos a reflexionar a todos los institutos demoscópicos en torno a conocer el comportamiento político de la sociedad más allá de los ejes y relatos que los partidos intentan imponer, consolidar de manera definitiva que en una gran proporción las palancas de voto de los ciudadanos son diferentes de unos comicios a otros, y por último, afianzar el estudio en los microcomportamientos sociales de eso que se denomina «centro político», que representan ahora principalmente PP y PSOE, encontrando fórmulas de análisis que concreten los evidentes matices que atesoran las varias decenas de millones de españoles que se encuentran bajo el paraguas de los denominados valores compartidos.

El equipo de Target Point