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Carles Puigdemontgtre

Puigdemont calificó hace once días a Sánchez de mentiroso e incumplidor y prometió no investirlo presidente

Carles Puigdemont huyo de España escondido en un maletero tras declarar unilateralmente la independencia y se refugió en Bélgica. Desde entonces su lucha fundamental ha sido no caer en el olvido y para ello su principal arma son las redes sociales y entre ellas Twitter es su red preferida. Puigdemont publica entre uno y tres tuits diarios en una red que se gestiona el mismo y en la que se mezclan mensajes relacionados con temas nacionalistas y ataques a España, sus instituciones y sus dirigentes.

La cuenta de Twitter de Puigdemont, eurodiputado no adscrito y ahora figura imprescindible para que Pedro Sánchez consiga su investidura, es un termómetro de hasta que punto el presidente del gobierno en funciones deberá rebajarse para conseguir doblegar a Puigdemont y que este se abstenga para facilitar su investidura por 172 votos a favor, 171 en contra y las siete, y decisivas, abstenciones de los diputados de Puigdemont.

El 15 de julio, hace menos de dos semanas, Puigdemont tuiteó que «a efectos de Cataluña la diferencia es que el PSOE opera con anestesia y el PP sin, pero los dos amputan. Sánchez no será presidente con los votos de Junts, porque miente e incumple».

Si el tuit del expresidente catalán fuera un calentón aislado, Sánchez podría afrontar la negociación con la tranquilidad de vislumbrar un posible acuerdo. Pero el repaso a las redes del prófugo expresidente ponen de manifiesto que Carles Puigdemont siente un profundo rencor a España y a su gobierno y que las concesiones que pedirá a cambio de una abstención pueden convertirse en una humillación no solo para Sánchez sino para España como Nación.

Así, por ejemplo, el 4 de julio Puigdemont tuiteó hablando de «lenguicidio» y equiparó al PP y al PSOE «como hermanos de la misma causa». Acusaba tanto al partido del presidente en funciones como al PP de ser «generadores de odio contra los catalanohablantes». Puigdemont es hiperactivo en redes y el 7 de julio afirmo a través de su cuenta de Twitter que Sánchez se había jactado de que le traería de vuelta a España y le mandaba «saludos desde Waterloo» para así demostrar que Pedro Sánchez había incumplido su palabra. El intercambio digital entre Sánchez y Puigdemont es fluido y el presidente del gobierno califico a Puigdemont el 9 de julio de «anécdota»; ahora deberá cambiar de opinión si quiere que Puigdemont no ya pacte con él, sino que simplemente le atienda.

El entorno de Sánchez también recibe puyas de Puigedmont, Salvador Illa, líder del PSC ha sido calificado de «victimista» que se sitúa al lado de «miserables». De Nadia Calviño, vicepresidenta del gobierno en funciones, ha dicho que «miente descaradamente». A la exdelegada del Gobierno en Cataluña, María Eugenia Gay, Puigdemont la acusa en un tuit del 16 de junio de «prevaricante» y de «criminal por odiar a una minoría nacional».

Sumar tampoco escapa a la ira de Puigdemont a los que califica de tragicómicos el mismo día que los Comunes de Colau y el PSC pactaron para facilitar el acceso del candidato socialista, Collboni, a la alcaldía de Barcelona en detrimento del candidato de Junts, Xavier Trías.

Los ataques de Puigdemont vía redes sociales al gobierno y a España también alcanzan a la Monarquía a la que con motivo de la visita de los Reyes a Gerona el pasado 4 de julio tacho de familia neofascista. La policía, como no, es también diana de los tuits del expresidente, a la que compara con la Stasi, la policía política de la comunista RDA, en un tuit de este mismo mes de julio.