Voto CERA El PP arrebata al PSOE un escaño en Madrid y cambia la aritmética de la investidura
El recuento del voto procedente del extranjero ha alterado la mayoría en el Congreso. A Sánchez ya no le alcanza con la abstención de Junts: necesitará el «sí» del partido de Puigdemont para repetir mandato
Tras una jornada maratoniana y un recuento aún más largo que el de la noche electoral, el voto procedente del extranjero ha dado al PP un escaño que cambia sensiblemente la aritmética de la investidura. El partido de Alberto Núñez Feijóo arrebató al PSOE un escaño por Madrid y ahora Sánchez necesita el «sí» de Junts para ser investido: ya no le alcanza con la abstención del partido de Puigdemont. Si ya hubo incertidumbre durante la noche del 23-J, cuando con el 65 % escrutado aún no había un vencedor claro, el recuento del voto CERA ha extendido esa tensión hasta la media noche de ayer.
Durante toda la jornada del viernes, distintos puntos del país fueron revisando las papeletas procedentes del exterior. En juego había hasta nueve escaños, aunque solo tres tenían opciones reales de cambiar de bando: Gerona, Cantabria y Madrid, localidad que ha propiciado el cambio.
Por tanto, el resultado final de las elecciones queda de la siguiente manera: PP 137 escaños, PSOE 121... y todo lo demás tal cual estaba el 23 de julio, con Vox en tercera posición con 33 diputados y Sumar cuarta con 31.
Este vuelco en el escrutinio altera los cálculos de la investidura, pues obliga al PSOE a obtener el «sí» del partido del prófugo Carles Puigdemont. A esto habría que sumar el hecho de que ERC consultará a su militancia el sentido de su voto, por lo que todo queda en el aire. Es verdad que Puigdemont tendrá que elegir entre las mismas opciones que hace solo unos días –bloquear a Sánchez o hacerle presidente–, pero el hecho de que sea necesario su «sí» empina un poco más las negociaciones.
150 personas para contar
En la Junta Electoral de Madrid se contaban un total de 46.600 votos. Según pudo saber este periódico, el recuento lo realizaron unas 150 personas: cerca de 80 trabajadores del Instituto Nacional de Estadística, 40 de la delegación del Gobierno de Madrid y otras 40 personas externas contratadas, todas siempre bajo supervisión.
La jornada se preveía larga y a las 22:15 todavía no habían empezado a contar las papeletas del Senado. Tras revisar los sobres correspondientes al Congreso, se rellenaron las actas con los resultados (como se hizo el domingo en el colegio electoral) y se comprobó que cuadraban los votos y el número de electores. Fue cuando el PSOE empezó a dar por perdido ese escaño que se antoja decisivo.
Por la mañana, los encargados del recuento estuvieron abriendo todo el correo y separando los que venían de votar en el consulado o en la embajada (que se meten en una urna directamente) y los que venían por correo.
Los encargados del escrutinio se distribuyeron entre los 70 puestos habilitados. Las horas fueron cayendo y pasadas las diez de la noche hicieron un receso para cenar. Había terminado el recuento de las papeletas del Congreso y los sobres del Senado, que son más lentos de revisar, se dejaron para después de ese descanso. Ya por entonces el PSOE empezó a dar por perdido el escaño. Finalmente, se decidió que lo mejor era seguir con el recuento de la Cámara Alta el sábado a primera hora. Así que los citaron de nuevo a las nueve de la mañana para terminar con el Senado y comprobar las actas con los datos de Indra.
Durante toda la jornada se notó una mayor abundancia de papeletas populares, y los primeros en saberlo fueron los supervisores socialistas. La investidura sigue abierta.