Las cinco claves de la relación del PP y Vox una semana después del 23-J
Son varios los aspectos a tener en cuenta en el marco de los encuentros y los desencuentros entre los dos partidos, desde el contexto electoral de mayo y los pactos autonómicos hasta su análisis de las generales
Ha pasado una semana desde aquella noche electoral que dejó un resultado inesperado en el bloque del centro-derecha. PP y Vox no sumaban la mayoría absoluta para desalojar a Pedro Sánchez, en contra de lo que pronosticaban las encuestas desde hacía semanas. Génova celebró haber alcanzado la primera posición. Bambú fue la única sede donde no se aplaudió el resultado.
Son varios los factores a tener en cuenta en el maremágnum de los últimos meses que ha dejado en algunos la sensación de asistir a un bloqueo irresoluble entre las formaciones políticas, desde el contexto que ha precedido a las generales hasta la necesidad de reflexionar en los equipos de ambos partidos sus estrategias ante el nuevo escenario, sea cual sea.
Los pactos regionales
A diferencia de lo que ocurrió en 2019, las autonómicas y municipales han sido la antesala de las generales. En el plazo de dos meses, los partidos se han sometido a dos pruebas de fuego, la del 28-M y la del 23-J, y entremedias ha habido todo un marco de negociaciones, encuentros y desencuentros entre los dos partidos que salieron reforzados de los comicios de mayo, el PP y Vox.
El partido de Abascal irrumpió entonces como llave de gobierno en varias regiones. Se alcanzaron acuerdos en la Comunidad Valenciana, con agilidad, y en Extremadura, con más dificultad, tanto que se activaron las alarmas de una posible repetición electoral. También en Baleares, donde, si bien Vox no forma parte del Gobierno, lograron un acuerdo con la libertad lingüística como una de las prioridades.
Murcia y Aragón son las comunidades donde aún está pendiente la conformación de los Ejecutivos. Jorge Buxadé, vicepresidente de Acción Política de Vox, instó ayer a los populares a negociar «gobiernos útiles y seguros» y les pidió salir del «desconcierto» del 23-J. En el caso de Murcia, Abascal señaló hace unos días que su posición se mantendrá inamovible: no cederán ante López Miras, aunque ello lleve a repetir elecciones; y en el caso de Aragón, indicó que el tono era otro y que esperaba poder llegar a un acuerdo, pactos que pasan en los dos casos por entrar en esos gobiernos.
Cruce de reproches
Los meses que han precedido a los dos procesos electorales han estado llenos de reproches y declaraciones cruzadas entre ambas formaciones. El choque se acentuó cuando comenzó a oírse la intención de Abascal de presentar una nueva moción de censura, que los populares interpretaron como un «balón de oxígeno» a Pedro Sánchez.
Díaz Ayuso había escenificado en la Asamblea de Madrid la ruptura con Vox al final de la legislatura. Una ruptura que fue respondida con la advertencia de Abascal: Vox no aceptaría «ningún trágala» ni darían su apoyo gratis, sino que, si el PP quería un acuerdo, debía negociar con ellos.
Encaminados al 28-M, los populares defendieron una «alternativa serena», y los de Abascal una «alternativa completa». El PP apeló a ensanchar el espacio político para poder gobernar en solitario y encaró las autonómicas como un duelo entre Feijóo y Sánchez, anunciando su compromiso de «derogar el sanchismo», y Vox aspiró a condicionar gobiernos para cambiar las políticas socialistas.
Un pacto (casi) imposible
PP y Vox utilizan sus fundaciones para cruzarse reproches por los resultados del 23-J
En la campaña de las generales, el PP quiso desmarcarse de Vox, insistió en su propuesta de la lista más votada y planteó al PSOE –de quien varios dirigentes aseguraron estar más cerca de lo que lo estaban de Vox– pactos de Estado. Vox, por su parte, quiso remarcar las diferencias ideológicas con el PP, criticó a la formación de Feijóo su acercamiento a los socialistas y se lanzó a tratar de ser determinante en el Gobierno nacional.
Reunión entre Feijóo y Abascal
Este lunes, desvelaban desde Vox que Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal habían mantenido una reunión cara a cara a mediados de la semana pasada, solo unos días después del 23-J, para analizar el panorama que han dejado las elecciones. No han trascendido detalles sobre este encuentro. El líder del PP se pronunció en su cuenta de Twitter para trasladar que, «como ganador de las elecciones», su deber es «escuchar al resto de partidos».
A este mensaje respondía la ministra y portavoz del PSOE, Pilar Alegría, pidiendo a Núñez Feijóo que aclarara los detalles de «esa reunión secreta»: «No se escondan. Sabemos que se avergüenzan de las fotos con su aliado Abascal», señaló, en línea con lo que ha sido el eje del mensaje de los socialistas durante la campaña electoral.
El análisis del 23-J
El día siguiente a las elecciones dejó interpretaciones muy diversas. PP y Vox se culparon mutuamente de no haber alcanzado la mayoría absoluta que iba a poner fin a cinco años de Gobierno socialista. Para Génova, como manifestó su portavoz Borja Sémper, Sánchez y los de Abascal se «retroalimentaron» durante la campaña. Para Bambú, la continua apelación del PP al voto útil, así como la «demonización» de Vox, las encuestas «manipuladas» o el hecho de que los populares dieran las elecciones por ganadas provocaron la desmovilización del electorado.
El dilema de la estrategia futura
El resultado de las elecciones generales plantea ahora tres escenarios: el de la repetición electoral, en cuyo caso sería difícil asegurar que no pueda acabar de forma similar al 23-J; un Gobierno de Pedro Sánchez respaldado, de nuevo, por todos sus socios habituales y los de Carles Puigemont; o, un tercero, que se antoja hoy por hoy nada probable, que Núñez Feijóo reúna los 176 'síes' para gobernar. En cualquier caso, lo sucedido lleva al centro-derecha a hacer una reflexión sobre la estrategia que deberán seguir en el corto plazo.
Abascal ha asegurado, y a ello se remitió ayer Jorge Buxadé, que Vox no será un obstáculo para la conformación de un Ejecutivo que evite «un Gobierno de destrucción nacional». Su postura de mano tendida que han mantenido con el PP continuará, aunque ya han avisado de que no bajarán las banderas que han defendido.
En el PP, voces como la del presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, o la del alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, han apuntado a la división del centro-derecha como el elemento que impide hoy desbancar a Sánchez, y han sostenido que la posibilidad de gobernar pasa, por tanto, por reunificar ese espacio político en torno al PP.