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El candidato del Partido Popular en la Región de Murcia, Fernando López Miras, en el debate de investiduraEuropa Press

El acuerdo PP-Vox en Aragón pone el foco en el bloqueo en Murcia

Las relaciones entre ambos están encalladas. Se acusan mutuamente de querer llevar a los murcianos a una repetición electoral, y el tiempo apremia: tienen hasta el 7 de septiembre para entenderse

Este viernes se oficializaba en las Cortes de Aragón la firma de un pacto entre el Partido Popular y Vox para un Gobierno de cambio en la región. Tras varias semanas de negociaciones ambos partidos han sellado un acuerdo programático de 80 medidas. El dirigente popular Jorge Azcón será investido presidente y Vox ostentará dos consejerías en el nuevo Ejecutivo, una de ellas con rango de Vicepresidencia primera.

Con él son cuatro los acuerdos alcanzados por las formaciones de Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal fruto de los resultados que dejaron el 28 de mayo, junto al de la Comunidad Valenciana, el de Extremadura y el de Baleares. En el mapa político que quedó tras aquella noche electoral, de las comunidades autónomas en las que Vox podía ser llave de gobierno solo queda una marcada con una interrogación que cada vez parece decantarse más por que se vuelva a convocar a los ciudadanos a las urnas: Murcia.

La situación en esta comunidad, donde la relación entre PP y Vox permanece encallada y sin visos de desbloquearse pronto, es distinta a la de las otras cuatro regiones. A diferencia de Aragón, Extremadura, Comunidad Valenciana y Baleares, gobernadas hasta el 28-M por el PSOE en coalición con otros partidos de la izquierda, la Región de Murcia lleva gobernada por el PP ininterrumpidamente desde 1995. En la recién concluida legislatura era Fernando López Miras quien presidía el Ejecutivo.

De aquella investidura en 2019 y los cuatro años que la han seguido, entre otras cosas, nacen los escollos que ahora se encuentran en las negociaciones fallidas y los desencuentros entre los populares y los de Abascal. Y es que en aquel momento, y como hizo en Madrid y en Andalucía, Vox dio su apoyo desde fuera, sin exigir entrar en el Ejecutivo. Además, como le recrimina al PP, parte de la legislatura gobernó con tres tránsfugas del partido.

El PP, con el 32,36 % (16 escaños) y Ciudadanos, con el 12 % (6 escaños) conformaron un Gobierno de coalición en el que la formación naranja ocupó la Vicepresidencia y la Portavocía del mismo y cuatro consejerías, además de tener las riendas de varios organismos autónomos y entidades públicas empresariales de la región.

Cuatro años después, Ciudadanos ha desaparecido de la Asamblea murciana, el PP ha crecido hasta los 21 escaños y Vox ha pasado de cuatro a nueve. Para los populares, son solo dos escaños los que necesitarían para la mayoría absoluta; les bastaría la abstención del otro partido. Pero para la formación de Abascal, sus nueve escaños son indivisibles y el casi 18 % de voto cosechado debería ser motivo de entrar en el Gobierno -que a su juicio sería una garantía de que lo que se pacta se cumple-, puesto que el partido naranja lo hizo con un porcentaje menor y en una proporción significativa.

Ninguno de los candidatos del PP en las otras regiones se presentó a una investidura sin tener los apoyos, excepto López Miras. El presidente murciano en funciones probó dos veces en el Parlamento autonómico, pero ambas resultaron fallidas. Con las elecciones generales como telón de fondo, Vox ya avisó de que su posición se mantendría inamovible pasara lo que pasara el 23-J. El PP salió como fuerza más votada a nivel nacional, pero sin posibilidad, hasta la fecha, de formar gobierno, y el partido de Abascal no ha cambiado su postura y exige entrar en el Ejecutivo murciano.

«El PP de Aragón ha entendido el mandato de las urnas, no así López Miras que veta continuamente a Vox en la Región de Murcia, y niega a los murcianos un Gobierno serio y estable para los próximos cuatro años», recriminaban desde Vox este jueves, reiterando que siguen con la mano tendida. No obstante, el candidato popular a la reelección indicaba que la situación en ambas comunidades es distinta. Miras solo es partidario de otorgar a los de Abascal cargos institucionales o un acuerdo programático, e insiste en su intención de gobernar en solitario.

El tiempo apremia. Tienen hasta el 7 de septiembre para entenderse. De no ser así, en otoño los ciudadanos de Murcia volverán a votar. Ambos se acusan mutuamente de conducir a la región a una repetición electoral, que, en todo caso, dejaría un escenario quizá imprevisible por la erosión que han podido dejar las tensiones durante estos dos meses.