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Pedro Sánchez y Guillermo Fernández Vara, en una imagen de archivoAndrés Rodríguez / Europa Press

Prietas las filas

Vara, el 'barón crítico' que al final siempre acaba apoyando a Sánchez

El expresidente de la Junta de Extremadura ha ejercido de soporte de Sánchez sobre la amnistía, pero no es la primera vez que acaba difuminando su perfil propio para acabar plegándose a la voluntad de su jefe de partido

Guillermo Fernández Vara es un político al que algunos analistas enmarcan como uno de esos dirigentes que encarnan «el PSOE verdadero», en contraposición al que representa el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez. Si esa parte del partido que guarda las esencias que pudo tener en épocas de dirigentes como Felipe González o Alfonso Guerra todavía existe queda cada vez más en entredicho, a tenor de las últimas posiciones defendidas por el otrora 'barón crítico'.

El nuevo vicepresidente segundo del Senado, antaño muy contrario a los acuerdos con los independentistas, este viernes evitó pronunciarse directamente sobre esa amnistía que negocia el secretario general socialista con Junts y ERC y, además, hizo suyo un lenguaje y un discurso propio del separatismo.

«No hablemos de si esto es bueno o es malo, sino que si cabe dentro de la Constitución, se puede hablar, y si no cabe dentro de la Constitución no se puede hablar, y esto yo creo que son también los expertos los que tienen que marcar la realidad», apuntó primero. «Pensar que los problemas políticos solo se pueden resolver en los tribunales es desconocer que no se resolverán», añadió después. Unas palabras muy cercanas a ese concepto de «desjudicialización» que tanto expresan los separatistas.

¿Sorprendente? No tanto. Hace ahora algo más de dos años, en junio de 2021, cuando presidía una de las autonomías más desfavorecidas en cuanto a infraestructuras –lo que a su vez, lastra su economía, a la sazón una de las más pobres de España– también mudó de mensaje. Si había venido quejándose de los agravios comparativos entre la Cataluña secesionista y la Extremadura leal a la integridad territorial de la nación, después tuvo que tragar con que no le gustaban los indultos a los responsables del procés, si bien entendía el «esfuerzo» «para que no tenga que volver a suceder» otro 1-O. Estas palabras, pronunciadas durante una entrevista realizada en el Teatro de Mérida, le sirvieron entonces para ser abucheado por el público presente.

De susanista a sanchista

Y es que Vara ha ido cambiando de opinión en algunas cuestiones a lo largo de los años. Entre ellas, la de su jefe de filas. El exbarón pertenecía a la facción del partido –en ese momento, la mayoritaria– que apoyó en las primarias de 2017 a Susana Díaz, que pertenecía a esa familia política teóricamente más moderada dentro del PSOE, frente a Sánchez. Tras la derrota de la expresidenta de la Junta de Andalucía, Vara cerró filas con Sánchez y se integró en su ejecutiva. Aunque este movimiento, queda opacado con un episodio mucho más reciente.

Sánchez y Vara se funden en un abrazo, tras el 23-JCarlos Luján / Europa Press

Hace apenas tres meses, el 28 de mayo, Vara ganó las elecciones autonómicas, pero la aritmética electoral le situaba fuera de la Conventual Santiaguista, la sede de Presidencia de la Junta de Extremadura, en Mérida, tras casi ocho años de Gobierno. En aquellos comicios, los socialistas obtuvieron 28 escaños, los mismos que el PP, pero los socios de los primeros, Podemos, obtuvieron cuatro, uno menos que los aliados del PP, Vox, que consiguieron cinco. Vara entonces anunció que abandonaba la política para volver a ejercer la medicina forense.

Las desavenencias entre la presidenta extremeña, María Guardiola, y los dirigentes del partido de Santiago Abascal, que a punto estuvieron de costarle el Ejecutivo a la derecha, al demorarse en alcanzar un acuerdo, provocaron que Vara decidiese no solo no abandonar la vida pública, sino presentarse a una investidura que más tarde tuvo que abortar. Tras esta sucesión de hechos, Vara no se decantó por volver a utilizar el bisturí. Muy al contrario, le ofrecieron una oferta que no pudo rechazar: la vicepresidencia segunda de la Cámara Baja, que actualmente ostenta, con un salario anual de 135.449 euros al año, casi el doble de los 87.015 que acabó percibiendo al frente del Gobierno autonómico.