Por sorpresa
La extraña renuncia de Meritxell Batet, la devota ayudante de Sánchez que acabó sacrificada
A pesar de los servicios que prestó al presidente durante la pasada legislatura como presidenta del Congreso, éste no dudó en entregar su cabeza cuando Junts se la reclamó
La renuncia de Meritxell Batet a su escaño y a la política, solo tres semanas después de que prometiera acatar la Constitución en el primer pleno de la legislatura, ha pillado a sus propios compañeros por sorpresa.
La diputada del PSC se ha despedido con un tuit en el que no aclara los motivos de su marcha, que lo es también de la primera línea de la política. Ni siquiera incluye el protocolario «motivos personales». Ni especifica si tiene «nuevos retos», que es otra de las fórmulas habitualmente empleadas.
Se limita a expresar su «orgullo» por haber servido a un «proyecto colectivo que busca, por encima de todo, mejorar la vida de las personas y transformar la sociedad». En las pasadas elecciones generales, volvió a ser cabeza de lista del PSC por Barcelona y su candidatura obtuvo 13 escaños, cinco más que en noviembre de 2019. Así que por malos resultados no se marcha, precisamente.
A pesar de que su condición de tercera autoridad del Estado le obligaba a mantener cierta imparcialidad, la legislatura pasada Batet fue el brazo ejecutor de Pedro Sánchez en el Congreso. Sin disimulos ni medias tintas. Lo que le valió quemar su propio prestigio y hasta una resolución del Tribunal Constitucional en contra; cuando el máximo intérprete de la Carta Magna declaró inconstitucional el cerrojazo al que sometió a la Cámara Baja durante los primeros meses de pandemia.
A pesar de los servicios prestados, el líder del PSOE no dudó ni un momento en sacrificarla cuando Junts per Catalunya pidió su cabeza a cambio de permitir que los socialistas mantuvieran la Presidencia del Congreso. Los de Carles Puigdemont vetaron a Batet y Sánchez aceptó el veto y eligió en su lugar a la expresidenta de Baleares Francina Armengol. Por más que Sánchez hubiera dejado antes otros cadáveres por el camino –desde Carmen Calvo a Iván Redondo, pasando por Adriana Lastra y José Luis Ábalos–, a Batet le dolió.
Ella, pata negra del PSC, nunca se llevó bien con Junts a pesar de su indudable sensibilidad nacionalista. Durante la legislatura pasada fueron varios los roces que protagonizó con diputados de Junts por el empeño de estos en emplear el catalán en la tribuna del Congreso. Algo entonces no permitido que muy pronto -en cuestión de dos semanas- dejará de estar prohibido.
Recientemente, Batet salió muy tocada del caso Mediador, al saberse que un diputado del PSOE hacia negocios en dependencias del Congreso con total impunidad. La presidenta del Congreso primero puso trabas a que la Policía Nacional registrara el despacho de Juan Bernardo Fuentes Curbelo, más conocido como 'Tito Berni', y después dejó que fueran destruidos los registros de visitas al Congreso, a pesar de que había una investigación en curso.
Hay otro dato para tener en cuenta. Batet es la pareja del exministro Juan Carlos Campo, hoy magistrado del Tribunal Constitucional. El órgano, a su vez, que deberá validar la operación amnistía. En los meses que lleva en el TC, Campo ha tenido que inhibirse en varios recursos sobre decisiones de la Mesa del Congreso, porque ésta estaba presidida por Batet. Entre ellos, los recursos contra los acuerdos de la Mesa de admitir las fórmulas de acatamiento de la Constitución empleadas por los diputados independentistas.
El órgano de gobierno de la Cámara Baja va a jugar un papel clave en la aprobación exprés de la proposición de ley orgánica en la que trabaja el PSOE para encajar la amnistía en la Constitución. Si Batet hubiera seguido siendo presidenta, Campo estaría fuera de juego en futuros recursos.
El líder del PSC, Salvador Illa, ha despedido a su compañera en un tuit no especialmente efusivo: «Meritxell, gracias por tu compromiso, tu rigor y tu talante generoso y dialogante».