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El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, con el comisario europeo de Justicia, Didier ReyndersEFE

Europa echa por tierra el intento a la desesperada de Sánchez de convertir el catalán en idioma oficial

El presidente del Gobierno en funciones no podrá cumplir las exigencias de Puigdemont, después de que el Consejo aplazara la votación este martes

«Es muy pronto». Esa ha sido la consigna de la mayoría de los Estados miembros a la hora de abordar la inclusión del catalán, el euskera y el gallego como idiomas oficiales en la Unión Europea. No ha habido sorpresas en la reunión que ha tenido lugar este martes en el Consejo Europeo y los países rechazan por el momento cualquier tipo de votación, aunque seguirán trabajando en el tema.

El ministro José Manuel Albares viajó hasta Bruselas para estar presente en el Consejo de Asuntos Generales que iba a tratar la propuesta española. No es habitual que el titular de Exteriores acuda a este tipo de reuniones, aunque Moncloa basó su presencia en el hecho de que España ostente la presidencia del Consejo de la Unión Europea. Tras el debate sobre el catalán, el euskera y el gallego, sin embargo, el ministro se marchará rumbo a Nueva York.

Albares presentó a los Estados su propuesta, la que él mismo había pedido al Consejo en mitad de agosto. Se basó en que ni el catalán, ni el euskera ni el gallego son lenguas minoritarias y que hay otras lenguas con menos hablantes que sí son oficiales en la UE. Para reforzar sus argumentos, indicó que en el Congreso de los Diputados ya se utilizaban las lenguas oficiales, aunque no sea hasta este martes cuando se apruebe.

Más allá de las pegas funcionales y presupuestarias, lo que peor ven los Estados es la rapidez con la que se ha tramitado todo. La petición de Albares llegó a Bruselas en mitad de agosto, con el Gobierno español en funciones, y España pretendía que se aprobara en solo un mes después de haber trabajado el tema en una única sesión el pasado viernes. Los países comprenden las razones por las que Sánchez ha manejado así el tema pero no las comparten, por lo que aplazan la decisión.

Seguirán trabajando en el tema. No ha habido ningún país que haya vetado la propuesta española, por lo que aún caben esperanzas en Moncloa de que la moción llegue a buen puerto. Se abre ahora un horizonte sobre el que volverán a trabajar los diplomáticos españoles. La duda es si lo harán o no con el mismo empeño que tuvieron este último mes, contactando con una serie de capitales y dando muestras de la importancia que tenía la aprobación de este martes.

Suecia ya manifestó públicamente sus recelos, al igual que internamente también lo hicieron Finlandia, Dinamarca y Austria. Eslovaquia y Países Bajos tampoco estaban muy de acuerdo y en total casi la mitad de los Estados miembros tenían dudas sobre salvar la papeleta a Sánchez. Un peaje interno no se puede solucionar con una hipoteca en Europa, por mucho que el Gobierno español se comprometiera a pagar lo que costara.

Durante la reunión, algunos Estados miembros manifestaron las complicaciones operativas que podría suponer la inclusión de tres lenguas de golpe. Ante eso, España contraatacó con la nueva propuesta de priorizar el catalán por encima del gallego y el euskera, como así reconoció el ministro Albares tras la reunión. Según sus propias palabras, se debía a que los representantes de esa lengua habían mostrado mayor «insistencia», lo que evidencia que la petición del Gobierno española solo trata de cumplir con las exigencias de Puigdemont.

Aunque la decisión esté pospuesta sine die, el trabajo para incorporar las lenguas a la UE seguirá a nivel interno, con el objetivo del próximo Consejo de Asuntos Generales de octubre o noviembre. Para entonces, Sánchez ya habrá tenido que pasar por el Congreso de los Diputados con una propuesta de investidura, por lo que es posible que no haya tanto interés en que los Estados miembros saquen adelante la propuesta.