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Feijóo, este lunes en su despacho, preparando el discurso de investiduraTarek/ PP

Así será su discurso

Feijóo quiere apuntarse la victoria moral de una investidura tan improbable como ineludible

«Preparación». Ésa es la única palabra que Alberto Núñez Feijóo eligió para acompañar una fotografía tomada en su despacho de Génova 13 la víspera del debate de investidura, publicada en sus redes sociales. En ella se veía al candidato del PP consultando una pila de documentos, sin nadie de su equipo, a solas con su destino.

Seguramente, antes del 23 de julio el líder popular imaginó un debate de investidura muy distinto. Uno que no estuviera abocado al fracaso, sino del que saliera elegido octavo presidente de la democracia española. Y tercero perteneciente al PP, después de José María Aznar y de Mariano Rajoy, los dos expresidentes que el domingo flanquearon a Feijóo en la plaza Felipe II de Madrid. Sin duda, los ecos de ese clamor de 60.000 españoles contra la amnistía llegarán este martes al Congreso de los Diputados. Un clamor al que el Gobierno trató de poner sordina este lunes, minimizando sus efectos prácticos.

El presidente del PP ha tenido dos meses para pasar las fases del duelo que le supuso su victoria insuficiente del 23 de julio, contra todo pronóstico. Y ahora está en la aceptación. Sabe que su rol a partir del viernes, cuando se produzca la segunda votación, será la de liderar una oposición con un enorme poder. Parlamentario –137 diputados y mayoría absoluta en el Senado–, pero sobre todo territorial. Para exhibirlo, este martes estarán en la tribuna de autoridades los presidentes de nueve de las 11 comunidades presididas por el PP, todos menos la balear Marga Prohens y la cántabra María José Sáenz de Buruaga. Más el de Ceuta.

Pero eso será a partir del viernes. Hasta que entonces se conozca el resultado de la segunda votación, Feijóo quiere reivindicarse como el candidato que ganó las elecciones y el presidente que espera en el banquillo. Es más: el presidente que pudo haber sido si hubiera aceptado las condiciones de Carles Puigdemont, según afirmó este lunes Cuca Gamarra. «El PP prefiere la dignidad que presidir un Gobierno con indignidad», resumió la secretaria general de la formación.

Y eso hará sobre la tribuna de oradores. Su discurso que tendrá tres vigas maestras. Por una parte, Feijóo renovará su compromiso con la defensa de la igualdad de los españoles, frente a la quiebra de ese derecho fundamental que supone conceder la amnistía a los responsables del referéndum ilegal del 1-O –según el PP–. Por otra, el candidato desgranará los seis pactos de Estados que ofreció a Sánchez en el encuentro que ambos mantuvieron el 30 de agosto: regeneración democrática, Estado del Bienestar, economía, familias, agua y pacto territorial. Que son, a su vez, la síntesis del programa electoral con el que concurrió a las elecciones generales.

Y, además, apelará a la conciencia de los diputados, no solo a los del PSOE, pero sobre todo a ellos. Aunque este último mensaje es un arma de doble filo: no hay nada que más contribuya a apretar las filas socialistas que una llamada a la deserción por parte del PP. Ya ocurrió en diciembre, con la derogación del delito de sedición y la rebaja de la malversación. Por aquellos días, el partido de Feijóo incluso forzó que la votación de aquella proposición de ley en el Congreso fuera por llamamiento, para retratar a todos y cada uno de los diputados del PSOE. Y lo que pasó fue que, uno por uno, todos ellos dijeron «sí» si acaso más alto.

Las comparaciones

Una de las paradojas de esta investidura es que Feijóo la perderá teniendo más votos a favor de los que a Sánchez le bastaron para ser investido presidente en enero de 2020. El candidato del PP cuenta con 172: 137 suyos, 33 de Vox, uno de UPN y otro de Coalición Canaria. A comienzos de 2020, el entonces candidato del PSOE fue elegido presidente con 167 votos a favor, a pesar de que ahora los socialistas se burlan de Feijóo porque le faltan cuatro votos. A Sánchez lo salvó entonces la abstención de los 13 diputados de ERC, que pagó al contado con la creación de una «mesa de diálogo» entre su Gobierno y la Generalitat, de igual a igual.

También conviene recordar que, en las dos investiduras fallidas que protagonizó Sánchez en el pasado, obtuvo muchos menos votos a favor que Feijóo ahora. En concreto, en marzo de 2016 el candidato socialista se presentó a la investidura habiendo perdido las elecciones ante Mariano Rajoy -que rechazó el ofrecimiento del Rey a la primera- y con solo 131 votos a favor: 90 del PSOE, 40 de Ciudadanos y el de Ana Oramas, de Coalición Canaria. En total, 131. En contra tuvo al resto del hemiciclo, 219 votos.

En las dos investiduras fallidas de Sánchez, en 2016 y 2019, obtuvo 131 y 124 votos a favor, respectivamente

En julio de 2019 le fue aún peor en la investidura, aunque al menos entonces sí había ganado las elecciones. Solo logró convencer al diputado del PRC, el partido de Miguel Ángel Revilla. Obtuvo 124 votos a favor, 155 en contra y 67 abstenciones. Votaron en contra el PP, Cs, Vox, Junts per Catalunya, Coalición Canaria y Navarra Suma. Se abstuvieron Podemos, ERC, PNV, EH Bildu y Compromís.

Con toda probabilidad, Sánchez recriminará a Feijóo que haga perder el tiempo a los españoles; puesto que es lo que él y su socia, Yolanda Díaz, han venido haciendo durante el último mes. Pero, por más que el presidente en funciones reproche al gallego que le faltan cuatro votos, de momento a él le faltan 54: ni siquiera ha cerrado aún un acuerdo con Sumar, aunque dé por hecho que será investido antes de que acabe octubre.