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Pere Aragonès y Carles Puigdemont

El laberinto catalán

Junts exigirá a los socialistas que dejen caer a Aragonès

  • Puigdemont exigirá que el pacto se firme en Bruselas con Pedro Sánchez presente

  • Junts exige al PSOE la retirada del apoyo parlamentario a ERC que desemboque en una convocatoria inmediata e elecciones autonómicas

Pedro Sánchez empieza su camino hacia a la investidura, pero a la vez su viacrucis. El pleno del Parlamento catalán del viernes aprobó una resolución presentada por los Comunes, la marca catalana de Sumar, en la que se ponía de manifiesto la «falta de liderazgo» del gobierno encabezado por el republicano Pere Aragonès. La propuesta la presentaron los comunes para evitar a los socialistas aparecer arrodillados frente a Junts pero fue votada por las tres fuerzas políticas.

El principal obstáculo de Sánchez hacia la renovación de su contrato de alquiler en La Moncloa es que debe negociar a dos bandas con ERC y Junts y no dar ventaja excesiva a ninguna de las dos fuerzas, pero Junts no está dispuesta a aparecer en igualdad de condiciones que ERC.

Puigdemont quiere que quede patente que sus peticiones son de mayor enjundia que las que realiza ERC y que su voto es el pase de oro de Sánchez a la nueva legislatura. Miriam Noguera y Eduard Pujol son las dos personas de moda entre el sanedrín que rodea a Sánchez, pero ni la portavoz de Junts en el Congreso ni su escudero se atreven a dar ningún paso sin la autorización de Puigdemont y son esquivos con los socialistas y con Sumar. Si de los miembros del gobierno en funciones dependiera les colmarían de parabienes sin límite.

La negociación y los términos del acuerdo que propone Junts no atienden a las técnicas de negociación habituales descritas en el método Harvard de negociación. Puigdemont divide sus peticiones en dos bloques: el constitucional, con dos exigencias innegociables como son la amnistía y la concreción de los pasos hacía el referéndum de autodeterminación y las económicas con la cesión de competencias y la condonación de deuda. Estos dos bloques quedarán reflejados en los documentos que suscriban Sánchez y Puigdemont, así como quedará claramente establecido el sistema de verificación del cumplimiento de los acuerdos.

La negociación con Sánchez no la está llevando Junts, sino el entorno personal de Puigdemont donde Josep Lluís Alay y Gonzalo Boye tienen un peso fundamental. En el partido esperan instrucciones. Puigdemont no está interesado en los detalles, él plantea las exigencias a cambio de que sus siete diputados voten la investidura y deja al entorno monclovita que encuentre el encaje legal a sus demandas. Su máxima es que él no negocia, plantea sus condiciones y depende del PSOE hacer los esfuerzos necesarios para satisfacerle o no.

La relación entre Puigdemont y los socialistas es directa con el entorno de Sánchez. En la guarida del prófugo en Waterloo no quieren tener contacto alguno con el PSC. Es una decisión que busca poner de manifiesto que a quien se va a someter es al gobierno de España y a la Nación en su conjunto.

La casa de Puigdemont, en un barrio residencial de WaterlooEl Debate

Hay peticiones en la negociación que no quedarán reflejadas en el documento. Para Puigdemont es fundamental que su rehabilitación sea absoluta antes de su vuelta, en olor de multitudes, a Barcelona. El expresidente de la Generalitat exigirá que el pacto se firme en Bruselas con Pedro Sánchez presente. En Moncloa ven esta petición salvable con la excusa de cualquier reunión en la capital comunitaria aprovechando el semestre de presidencia europea.

Retirada de apoyo a ERC

La otra petición, no escrita, es la retirada del apoyo parlamentario a ERC que desemboque en una convocatoria cuanto más inmediata mejor de elecciones autonómicas en Cataluña. Los cálculos de Junts les llevan a pensar que la vuelta de Puigdemont será su momentum. En Junts están construyendo un relato basado en que Puigdemont arrancará a Sánchez lo que Aragonès, Junqueras o incluso Pujol jamás lograron de los gobiernos españoles y que en ese contexto es el momento adecuado para celebrar elecciones que devuelvan a Puigdemont al palacio de la Generalitat catalana. El PSC y los comunes votaron el presupuesto vigente de la Generalitat tras la espantada de Junts y Puigdemont no quiere que esto vuelve a suceder y que las elecciones previstas para inicios de 2024 se adelanten a cuanto antes mejor.

Aragonès solo cuenta con 33 de los 135 diputados del parlamento catalán y sin el apoyo del PSC y los Comunes el clima puede volverse irrespirable para su precario gobierno. El principal interés de Junts no es la gobernabilidad de España, que no les importa lo más mínimo, si no utilizar la coyuntura política nacional para recuperar el liderazgo entre las fuerzas independentistas catalanas y con ellas el gobierno de la Generalitat.