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La Princesa Leonor, la Infanta Sofía y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el CongresoEFE

La jura de la Princesa Leonor evidencia el doble juego de Sánchez

Sus socios separatistas publicaron un manifiesto contra la Monarquía, la ministra Belarra afirmó que trabajará para que la heredera no sea Reina y la víspera de la ceremonia, el PSOE posaba junto al fugado Puigdemont, del que depende su Gobierno

«Contad, Alteza, con la lealtad, el respeto y el afecto del Gobierno», concluyó Pedro Sánchez en el discurso que pronunció desde el Palacio Real antes de la imposición del Collar de la Orden de Carlos III a la Princesa Leonor tras su jura de la Constitución en el Congreso. En ese discurso, el presidente en funciones señaló además que «el juramento o promesa es la manera que tenemos las personas de establecer un futuro seguro en un mundo lleno de incertidumbres», que la Constitución lo es y que con el acto de la jura esa mañana ante las Cortes la heredera había «renovado y dado más fruto a esa promesa sobre la cual se funda nuestra convivencia».

Le prometía lealtad y respeto a la Corona solo horas más tarde de que el número tres de su partido, el PSOE, Santos Cerdán, se reuniera en Bruselas con el prófugo de la Justicia Carles Puigdemont. Una foto, con una urna del 1-O de fondo, que, por una parte, según trasladaron los socialistas, estaba pactada entre las dos partes, y por otra, venía a reflejar la proximidad entre el PSOE y Junts, del que depende, entre otros, que Pedro Sánchez pueda reeditar o no su Ejecutivo de coalición.

Y una foto que llegaba casi dos meses después de la que dejaron Yolanda Díaz y el expresidente catalán fugado, y 48 horas después de que el presidente en funciones defendiera con todas las letras, ya sin eufemismos, algo que por otra parte se presuponía que sería un nuevo «cambio de opinión» del secretario general socialista: la amnistía a los participantes del procés. Y no ya a largo plazo, sino que vendrá de forma inminente, como ayer quedó claro, y con ella, la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno, que el PSOE pretende celebrar el 7 y 8 de noviembre.

Las palabras de Sánchez ante la Princesa y el Rey, además, llegaban también unas horas después de que sus socios, ERC, Bildu y el BNG, que ya anunciaron que no acudirían al acto solemne de la jura de la Constitución, publicaran un manifiesto en el que mostraban abiertamente su rechazo a la Monarquía y a la Carta Magna. «Ni monarquía, ni constitución. Democracia. Libertad. Repúblicas», lleva por título. En él, entre otros ataques a la institución monárquica, afirman de ella que constituye uno de los «máximos exponentes de la negación de los derechos civiles, políticos y nacionales» y la «expresión máxima de la desigualdad, los privilegios y la impunidad frente al resto de ciudadanos».

No estuvo presente ni uno de sus aliados separatistas –ni los diputados y senadores ni los presidentes autonómicos Iñigo Urkullo, del País Vasco, y Pere Aragonès, de Cataluña–, cuyo apoyo es imprescindible para que pueda seguir en el Palacio de la Moncloa. Y de su socio de coalición, Sumar, solo acudió al acto una reducida delegación, con su líder, Yolanda Díaz, su portavoz Marta Lois y los miembros de la Mesa.

No solo se ausentaron, también, Ione Belarra, Irene Montero y Alberto Garzón, sino que la dirigente de la formación morada afirmaba antes de que comenzara la ceremonia que la jura de la Constitución por parte de la Princesa busca «perpetuar» la Monarquía, y aseguraba: «vamos a trabajar para que eso nunca pase»; y la titular de Igualdad señalaba que «el principio hereditario propio» de la Monarquía es «incompatible con la democracia». Los primeros y estos últimos sustentan el Gobierno de Sánchez que promete «lealtad y respeto» a la heredera al trono.

Felipe VI recordó que el respeto a la separación de poderes y la vigencia del Estado de derecho son «pilares esenciales de toda democracia»

Tras el discurso de Sánchez y la imposición de la máxima distinción social a la Princesa, fue el turno del almuerzo y previo a ello, el Rey pronunció un contundente discurso en el que, entre otras cosas, recordó algo fundamental: «La observancia de la ley, el respeto a la independencia y a la separación de poderes y la vigencia del Estado de Derecho son los pilares esenciales de toda democracia representativa y, por ello, la garantía de la libertad y de los derechos de los ciudadanos».

Felipe VI recordó también que la Constitución de 1978 trajo a España «la libertad y la democracia» y, citando a Miguel Herrero, que es un pacto entendido como «una unión de voluntades», y que, como expresó Miquel Roca, «se hizo entre todos y para todos». Y es que, en efecto, los independistas, cuyos sucesores hoy la atacan, también la firmaron hace más de 40 años. «La democracia y la libertad no se construyen de un día para otro, sino día tras día; y precisan de un cuidado continuo y de una mejora permanente», le advirtió el Rey a su primogénita y heredera, a quien emplazó a tener presentes «los principios y valores de la Constitución» que este martes, al alcanzar su mayoría de edad, juraba ante las Cortes asumiendo, plena y formalmente, su papel como futura Reina de España.