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Yolanda Díaz, durante su intervención en el debate de investiduraEFE

Al borde de la ruptura

Los cinco diputados de Podemos fuera de control provocan la primera crisis de la coalición

La primera crisis de la coalición ha asomado más pronto que tarde, por la negativa inicial de Yolanda Díaz de ceder un ministerio a Podemos y la airada reacción de los morados, cuyos cinco diputados son tan imprescindibles como impredecibles.

La socia de Pedro Sánchez intentó este viernes una solución ventajista, y solo después de que varios dirigentes socialistas le hicieran ver lo grave que sería que la sangre llegue al río: ofreció un ministerio a Podemos a cambio de su lealtad, pero solo si lo ocupa Nacho Álvarez, actual secretario de Estado de Derechos Sociales. Álvarez es militante de Podemos, pero en la práctica hace tiempo que se pasó al bando de la líder de Sumar. Así que la negativa de Ione Belarra fue inmediata: la líder morada replicó que los ministros de Podemos los elige Podemos e insistió en que quieren la cartera de Igualdad. De manera que la pugna continúa.

Tras la votación de este jueves, las todavía ministras Irene Montero y Belarra abandonaron el hemiciclo a toda prisa, mientras los diputados del PSOE y de Sumar hacían cola para felicitar a Sánchez. La celebración continuó un buen rato más. Primero en el hemiciclo y, después, en la zona que tiene reservada el Gobierno en el Congreso, de acceso restringido.

Y mientras todo eso sucedía, tres plantas más arriba la escena era muy distinta. En una mesa de la cafetería del Congreso se reunían una decena de miembros de Podemos, encabezados por los diputados Lilith Verstrynge y Javier Sánchez Serna. Entre ellos había también varios asesores y asistentes del grupo parlamentario de Sumar, pero que pertenecen al cada vez más reducido club morado. Como el exdiputado de la Asamblea de Madrid Jacinto Morano. El ambiente en esa mesa de irreductibles de Podemos nada tenía que ver con la euforia a la que, a esa hora, daban rienda suelta los dirigentes del PSOE y de Sumar. Era más bien de funeral.

Irene Montero y Ione BelarraEFE

El Debate desveló el pasado 5 de octubre que el PSOE había pedido a la líder de Sumar que controlara a los cinco diputados de Podemos, entre los que se encuentra Belarra. La imprevisibilidad de estos ya preocupaba entonces a los socialistas y ahora preocupa más, después de que el martes Pablo Iglesias levantara el hacha de guerra en una entrevista en RAC1. Irónicamente, el mismo día en que la militancia de la formación morada daba ampliamente su apoyo a que esos cinco diputados votaran a favor de la investidura de Sánchez, con un 86,1 % de los votos.

«Podemos va a contar con completa autonomía política y parlamentaria», advirtió Iglesias. El razonamiento que expuso es que, si Díaz decide finalmente excluir a Podemos del Gobierno, Podemos no le debe ninguna lealtad ni disciplina de voto.

Podemos pretende mantener su autonomía de voto, pero a la vez seguir dentro del grupo parlamentario de Sumar

La pretensión de Podemos es que sus cinco diputados tengan autonomía de voto, pero manteniéndose dentro del grupo parlamentario de Sumar para conservar su parte del pastel: marchándose al grupo Mixto (ahora compuesto por tres diputados del BNG, UPN y Coalición Canaria) perderían dinero y asesores.

En el acuerdo que Sumar y Podemos firmaron en junio para concurrir juntos a las generales, los morados se garantizaron recibir el 23 % de todas las subvenciones estatales que le correspondan a Sumar. Ello significa que actualmente Podemos recibe el 23 % de la subvención al grupo parlamentario, a pesar de que solo tienen cinco diputados de 31.

Ahora bien: Díaz no ha dicho su última palabra, mientras en el PSOE observan con preocupación el desenlace. Si es por las malas, la vicepresidenta segunda está planeando la forma de obligar a Podemos a seguir la disciplina de voto si quiere seguir formando parte del grupo parlamentario de Sumar. Los 15 partidos que lo conforman tienen pendiente la aprobación de un reglamento de funcionamiento interno, un asunto que dejaron para después de la formación del Gobierno. La idea es incluir en ese reglamento alguna cláusula que permita a Díaz expulsar a los morados si no cumplen. No va tolerar insubordinaciones.

Un auténtico peligro

Fuera de control, Podemos es un auténtico peligro para la coalición, porque en esta legislatura cada voto va a valer su peso en oro. El grupo parlamentario socialista tiene 121 diputados. El de Sumar, 31. De estos últimos, cinco son de Podemos: a Belarra, Verstrynge y Sánchez Serna se unen Noemí Santana (Las Palmas) y Martina Velarde (Granada).

¿Cuánto daño puede hacer Podemos? Mucho, hasta tener en su mano votaciones clave. No en vano, Sánchez va a tener enfrente un rocoso bloque de 171 diputados del PP, Vox y UPN. Si los cinco diputados de Podemos quieren dinamitar cualquier votación lo pueden hacer con el simple gesto de unir sus votos a los de la oposición: 171 más cinco son 176, mayoría absoluta.

Que se abstengan en alguna votación sería el mal menor. Para la aprobación de leyes ordinarias y la convalidación de reales decretos ley, el Ejecutivo va a necesitar 172 votos para saltar el muro de 171 de la oposición. Partiendo de la mayoría de 179 escaños que obtuvo en su investidura, en las votaciones ordinarias se puede permitir hasta siete abstenciones, y Podemos son solo cinco.

Durante las dos sesiones que duró el debate de investidura, tanto Belarra como Montero se dedicaron a hablar con los periodistas, con y sin micrófonos delante, para quejarse del veto de la líder de Sumar. La secretaria general de Podemos reconoció que no habla con Díaz desde el día de las elecciones. La situación es crítica y la ruptura total parece difícilmente evitable.