La UE nos vigila y Carles se ríe
España ha demostrado hoy que tiene externalizados en las sedes europeas dos poderes del Estado. El Ejecutivo, en el despacho bruselense de Carles Puigdemont, con las urnas de la infamia como mural decorativo. Y el Legislativo español, en la Eurocámara de Estrasburgo, mientras la mayoría parlamentaria de la investidura siga secuestrada por un hatajo de populistas y separatistas
En Estrasburgo hace frío en noviembre y a las cuatro casi es de noche. Así que a los señores europarlamentarios les debió de sonar a truño que un grupo de políticos españoles se enzarzaran sobre no sé qué del Estado de derecho en la España del paraíso progresista, del Gobierno chachi, del Consejo de Ministras, en la España de dear Peter, como dice la siempre arrobada Úrsula. Quién lo iba a pensar: la cuarta economía europea tiene de presidente del Gobierno a un aprendiz de autócrata y no a un apuesto demócrata ecologista y feminista, como nos ha contado nuestra presidenta de la Comisión.
Todo ocurrió esta tarde ante la sonrisa complaciente (con la pasividad de Bruselas) de un forajido que se refugió en la Eurocámara como lugar sagrado desde el que burlarse del Estado español. Carles Puigdemont escuchaba con media sonrisa cómo el comisario Didier Reynders, un belga que ha entablado una relación epistolar con el superministro Bolaños en la que todo se resume a un «esto es asunto interno español», reclamaba información sobre los desafueros de Sánchez. Dijo el bueno de Reynders, otro fascista amigo de Feijóo al que hay que colocar al otro lado del muro en la lógica sanchista, que qué pasa con la malversación, con el artículo 2 de la UE, con el delito de terrorismo (Puchi sabe mucho de esto como capitán de los Tsunami), con la corrupción amnistiada… Han llegado tantas quejas de ciudadanos, dijo Reynders, que la Comisión estará atenta al documento definitivo. Esperábamos más que un futurible infinito, pero algo es algo: que estudien bien el texto, que se van a quedar más helados que en las calles de Estrasburgo. Y avisen, si no es demasiado tarde.
Al comisario de Justicia y al presidente del grupo popular europeo, un alemán que tuvo que recordar a los separatistas de Junts, que Cataluña tiene más competencias que Baviera y el Tirol del sur, les contestó Iratxe García, la embajadora de Sánchez en Estrasburgo, la misma que hace tres meses llamada prófugo a Puchi y ahora se hace fotos con él con una sonrisa que todavía tiene mucho que aprender de la de su jefe. Iratxe se mostró como una futura ministra de Transportes, buena discípula del magisterio de Óscar Puente en los insultos, el aniquilamiento de la derecha como alternativa del PSOE, en los manidos lugares comunes de la ultraderecha y el fascismo: otra panzer contra el sentido común y la coherencia, virtudes que son tan apreciadas en Moncloa. Pero para lugares comunes, los de la amiga de Yoli, Rodríguez Palop, que sacó a relucir la amnistía fiscal. Imposible mejorar este topicazo progre.
Retumbó en la ciudad francesa la sarta de mentiras de Pedro Sánchez que fue recordando al detalle la europarlamentaria del PP y exministra, Dolors Montserrat. Sobre todo, cuando el jefe del Gobierno prometió traer a Carles para ser juzgado y está a punto de recibirlo con honores en la Moncloa, tras prestarle sus siete sucios votos en la investidura. Jorge Buxadé, de Vox, le contó a los allí presentes el arbitrario y antidemocrático golpe al Estado de derecho de Pedro y puso el dedo en la llaga: Europa no puede aplicar un doble rasero cuando está dedicando continuas homilías a los Gobiernos conservadores de Polonia y Hungría, mientras cientos de miles de españoles miran a Bruselas para ser defendidos de la conculcación del Estado de Derecho practicado por el sanchismo. También Adrián Vázquez, de Ciudadanos, partido cuyo trabajo por abrir los ojos a los dormidos parlamentarios europeos ha sido fundamental, subrayó el golpe irreversible que está sufriendo la separación de poderes en España, que ha alarmado a todas las asociaciones de jueces, fiscales, abogados del Estado y prácticamente a todo el aparato del Estado. Y enfatizó una verdad incuestionable: los políticos dejan de ser iguales al resto de los ciudadanos para convertirse en casta.
Lo mejor fue cuando Toni Comín, otro forajido de la justicia española que está harto de vivir como un pachá indepe, mientras sus compañeros de fechorías pasaban tres años en la cárcel, nos dijo que la ley de amnistía tumbará lo que estableció el Tribunal Supremo. O tiene las dotes de la bruja Lola o tiene fuentes directas en el TC. Ángeles Moreno Bau, secretaria de Estado de España, de la España de Albares, que es una España singular, una España que está más interesada en las políticas sobre los colectivos LGTBI húngaros que en la degradación de nuestra democracia, tuvo que afrontar el marrón de defender ante el Parlamento europeo justo lo contrario de lo que sostenía sus compañeros socialistas pocos meses antes de que se celebraran las elecciones del 23 de julio. Dijo que se tomaba muy en serio las recomendaciones del Consejo de Europeo sobre el Estado de Derecho y media España tuvo que aguantarse la risa. Igual debería empezar por atender al tirón de orejas a Nadia por parte del Gobierno europeo sobre nuestros inasumibles niveles de déficit y de deuda pública.
España ha demostrado hoy que tiene externalizados en las sedes Europeas dos poderes del Estado. El Ejecutivo, en el despacho bruselense de Carles Puigdemont, con las urnas de la infamia como mural decorativo. Y el Legislativo español, en la Eurocámara de Estrasburgo, mientras la mayoría parlamentaria de la investidura siga secuestrada por un hatajo de populistas y separatistas. Así que por eso era tan importante escuchar hoy con orejas españolas lo que las orejas parlamentarias europeas han escuchado de nuestros representantes, con la esperanza de que algún día hagan algo más en la UE que mirar al tendido y comer mejillones.