Con un par
Mientras la presidenta del Congreso, Francina Armengol, se afanaba en resaltar la legitimidad de la mayoría que sostiene al Gobierno, el Rey fue a lo suyo: a su discurso, a sus palabras
Casi la víspera de la apertura de la XV legislatura por el Rey, nos enteramos de que una de las condiciones de Carles Puigdemont para apoyar la investidura de Pedro Sánchez era que Felipe VI rectificara su discurso del 3 de octubre de 2017 y pidiera perdón por lo que entonces dijo. Pero ni siquiera al Presidente del Gobierno –entonces en funciones– se le ocurrió meter a la Jefatura del Estado en sus negociaciones. Quizá lo intentó… ¡lo intentó todo!
Mientras la presidenta del Congreso, Francina Armengol, se afanaba en resaltar la legitimidad de la mayoría que sostiene al Gobierno, el Rey fue a lo suyo: a su discurso, a sus palabras. El empeño de la expresidenta balear delataba la novedad de una legislatura que resulta tan novedosa como extraña a nuestra reciente democracia. Pero el Rey no se enredó en la cuestión. La aritmética manda y los diputados votan, y se fue a lo suyo. Aunque recordó lo evidente. Lo que resulta tan evidente que empieza a resultar extraño.
Frente a los que creen que estamos en otra fase de nuestra democracia, Felipe VI reivindicó un país cohesionado y unido
En su breve discurso hizo una cerrada defensa de la Constitución y de la vigencia de los pactos que propiciaron la Transición Democrática. Felipe VI sabe que la mayoría de los partidos que apoyan al Gobierno quieren revisar aquello que llaman «régimen del 78». Y que cuestionan incluso la legitimidad de la propia Monarquía. Podría haberse mostrado conciliador o al menos oportunista con esta nueva mayoría parlamentaria pero no. El Rey aprovechó la solemne sesión para reivindicar que «aquel gran pacto entre los españoles que está en el origen de nuestra democracia no es, en absoluto, mirar atrás con nostalgia. Sí es, en cambio, una orgullosa y consciente reafirmación de nuestras capacidades». Con un par.
Frente a los que creen que estamos en otra fase de nuestra democracia, donde los pactos y las mayorías pueden aplastar cualquier opción contraria, incluso la que custodia la Constitución, Felipe VI reivindicó un país cohesionado y unido, donde se pueda convivir y prosperar en libertad.
Y mientras los aplausos sonaban, y Aitor Esteban (PNV) permanecía sentado en silencio en su escaño, los pactos de la Transición volvían a nuestra vida acompañados de palabras como ilusión, convivencia y éxito de nuestra democracia. Todo volvía donde debía. Y Leonor, Princesa de Asturias, tomaba nota desde su sillón. La democracia ofrece estas lecciones que, aunque parezcan gratis, implican desgaste y sufrimiento.