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La carga de profundidad

El Rey impugna el discurso frentista de Sánchez pero el presidente no se da por aludido

Felipe VI no rehúye la gravedad del momento y reivindica el entendimiento entre distintos frente a las «imposiciones y exclusiones», así como la vigencia y el cumplimiento de la Constitución

En la nueva normalidad que está implantando Pedro Sánchez cabe casi todo. Cabe que su investidura la decidiera un prófugo de la Justicia con un mando a distancia desde Bruselas. Cabe que la legislatura vaya a sustanciarse en Suiza, verificador internacional mediante. Y cabe que, en la apertura de la XV legislatura, la telonera se explayara más en su intervención que el protagonista en tan solemne ceremonia: el jefe del Estado. Algo que resulta más llamativo aún si además la presidenta del Congreso hace un discurso de partido, como le recriminaron el PP y Vox, y no uno ceñido a la institucionalidad exigible a la tercera autoridad.

Protagonismo indebido de Francina Armengol aparte, Felipe VI pronunció este miércoles un discurso que es la antítesis del que Pedro Sánchez hizo en su investidura; cuando prometió erigir un «muro» contra la media España a la que representa la oposición. Aunque lo llamó «muro de democracia, de convivencia y de tolerancia».

Por el contrario, el Rey reivindicó el «entendimiento mutuo sin imposiciones ni exclusiones» y la «voluntad de integración que enriquece, con la diversidad y el pluralismo, nuestro proyecto común, nuestro vínculo emocional y solidario como Nación». Y añadió: «Nuestra obligación, la obligación de todas las instituciones, es legar a los españoles más jóvenes una España sólida y unida, sin divisiones ni enfrentamientos». Precisamente en medio del cisma social que ha provocado la ley de amnistía, que el propio Don Felipe tendrá que sancionar cuando sea aprobada por las Cortes.

El contexto y los destinatarios

Para interpretar cualquier discurso del monarca hay que tener en cuenta el contexto y los destinatarios a los que se dirige, dado el corsé institucional al que ha de ceñirse y se ciñe siempre. El contexto de éste es el inicio de una legislatura -la tercera que inaugura solemnemente el monarca- de deconstrucción nacional, enfrentamiento institucional y polarización extrema. Y los destinatarios eran el presidente y su Gobierno en pleno, los diputados y los senadores. Los que estaban en el hemiciclo y los que faltaron: los de ERC, Junts, Bildu y el BNG, aunque estos 21 consideraran que no iba con ellos.

El Rey Felipe defendió la vigencia de la Constitución y, sobre todo, su cumplimiento

Así pues, Felipe VI no eludió la gravedad del momento, con un discurso con una enorme carga de profundidad en defensa de la Constitución, de su vigencia y, sobre todo, de su cumplimiento. Cuando el PSOE ha firmado con sus socios independentistas pactos de incluyen el reconocimiento de Cataluña, el País Vasco y Galicia como naciones, en contra del artículo 2 de la Carta Magna: «La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles».

«Una Constitución que establece la libertad, la igualdad, la justicia y el pluralismo político como valores en los que se basa nuestra convivencia democrática. Unos valores que no están anclados en el pasado y que deben proyectarse permanentemente hacia el futuro (…). Debemos honrar su espíritu, respetarla y cumplirla, para hacer efectiva la definición de España como un Estado Social y Democrático de Derecho», señaló el Rey Felipe.

Había tanta expectación en torno al discurso más político del monarca en los últimos casi cuatro años (desde el que abrió la XIV legislatura, el 3 de febrero de 2020) que Sánchez se había puesto la venda de forma preventiva. Como informó El Debate, en una conversación informal con los periodistas en su reciente viaje a Israel, el presidente presumió de tener una «relación extraordinaria» con el Rey. Al que se vio muy serio el día que Sánchez prometió su cargo por tercera vez en la Zarzuela.

Al término del discurso de Felipe VI, el presidente, sus ministros y los diputados del PSOE aplaudieron al unísono, aunque sin reconocerse en las palabras del jefe del Estado ni darse por aludidos. Los socialistas, por el contrario, trataron de desviar la atención hacia otro lado: la decisión del PP de no aplaudir a Armengol, en protesta por su discurso «sectario y partidista», según los de Alberto Núñez Feijóo.

El portavoz del PSOE en el Congreso, Patxi López, salió del hemiciclo y lo primero que hizo fue ponerse delante de los micrófonos para tildar de «bastante impresentable» el gesto de los diputados del PP. «Es no tener ningún sentido institucional, ningún respeto ni cortesía parlamentaria. Es no tener educación y no saber estar», denunció López.

Para el secretario primero de la Mesa y diputado de Sumar, Gerardo Pisarello, el Rey estuvo «autocontenido». «Intentar congraciarse con las derechas hubiera sido un golpe más a su credibilidad como rey parlamentario», opinó.

Mención aparte merece lo ocurrido tras solemne apertura, durante el saludo de los Reyes y la Princesa de Asturias a los asistentes. Como ya sucediera con motivo del juramento de la Princesa Leonor, Sánchez y Armengol no dejaron de hablar, bromear y reírse estando unos metros por detrás de la Familia Real. A su lado, el presidente del Senado, Pedro Rollán, asistía callado a la escena.