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Un vehículo funerario en la base de la Brigada «Guzmán el Bueno» X de Cerro Muriano, tras el hallazgo de dos cadáveresEFE

Sucesos

Mueren dos militares en Córdoba: «Accidente» para Defensa, ¿«homicidio» para la familias?

El Ministerio de Defensa apunta a un accidente, pero retira al capitán al mando del ejercicio militar

Desde el Ministerio de Defensa dan la siguiente explicación para el fallecimiento de dos de sus militares: «En un ejercicio de paso de cursos de agua se ha producido un accidente como consecuencia del cual han fallecido ahogados un cabo y un soldado pertenecientes a la Brigada Guzmán el Bueno X». Pero una cosa es lo que diga el Ministerio y otra, posiblemente, la realidad.

A Juanjo, el padre del legionario Alejandro, le dijeron en marzo de 2019 que su hijo había muerto como consecuencia de una bala rebotada en unos ejercicios de tiro en Alicante; otro accidente. La familia se lo creyó. Les mintieron. Se demostró que se trató de un impacto directo de una bala disparada por su sargento.

Hubo muchas más negligencias:

1º El chaleco antifragmentos que se le entregó a Alejandro Jiménez Cruz para participar en un ejercicio de fuego real estaba caducado. Es obligatorio que el teniente o el capitán cuiden que el material esté en perfectas condiciones, pero les dio igual. No lo revisaron.

2º Para evitar que un legionario muera si le pegan un tiro, en el chaleco se deben colocar las llamadas «placas balísticas». Son un trozo de un metal especial y grueso que detiene los impactos y te salva la vida. El Gobierno se gastó un dineral de nuestros impuestos en comprarlas en 2012. Según los legionarios interrogados, nunca han sido usadas. A la hora en la que Alejandro se desangraba, las placas andaban apoyadas contra una pared en un almacén cogiendo polvo. Si Alejando hubiese llevado las placas balísticas durante el ejercicio habría sobrevivido.

3º El ejercicio de fuego real debía estar planificado por escrito, y no lo estaba. Tanto es así que cuando el joven legionario recibió el impacto de una bala en el pecho la ambulancia solo tenía un conductor.

El dispositivo de búsqueda de los dos militares desaparecidos en la base de la Brigada «Guzmán el Bueno» XEFE

Lo mismo ha sucedido en Córdoba. En el ejercicio no había ambulancia. Sobre las siete de la mañana comenzaron las maniobras a oscuras y con una temperatura de entre -1 grado y 3 ambientales. El agua estaba mucho más fría. El capitán ordenó hacer un programa básico de instrucción en el medio acuático consistente en la flotabilidad con el equipamiento.

Hay algunas fuentes que apuntan a que se hizo sin línea de vida. Es decir, sin una cuerda a la que estuviesen sujetos con arneses. También señalan que algunos de esos militares no sabían nadar. De repente, antes de las nueve de la mañana empezaron a escucharse gritos de «me ahogo». Los militares del exterior comenzaron a lanzarse al agua a salvar a sus compañeros.

Dos tuvieron que ser evacuados por hipotermia al hospital. Cuando pensaron que habían sacado a todos se dieron cuenta de que faltaban dos: el cabo Jiménez Andújar de 34 años; natural de Villafranca de Córdoba (Córdoba), casado y a punto de ser padre, y el soldado León Rico de 24 años y nacido en Viso del Alcor (Sevilla).

Ambos estaban en el fondo del pantano. Del lodo los tuvieron que rescatar equipos de actividades subacuáticas de la Guardia Civil. De la investigación se ha hecho cargo el grupo de homicidios de la Benemérita de Córdoba. En el caso de Alicante, también fueron los de homicidios. La primera sentencia fue ridícula, pero finalmente, tras hacerse cargo del caso la penalista Bárbara Royo, la sala quinta del Tribunal Supremo recondujo el fallo y condenó a casi seis años de prisión al principal responsable. Dos de los absueltos en primera instancia también fueron condenados, y también se aumentó sustancialmente la responsabilidad civil.

En el caso de Cerro Muriano (Córdoba) ahora está en manos de la Guardia Civil determinar las circunstancias de las muertes. Después el procedimiento llegará al tribunal militar correspondiente donde será enjuiciado. «Esperemos que la sala quinta no tenga que tirar de las orejas al tribunal militar como en el caso del caballero legionario Alejandro Jiménez Cruz», se lamenta la abogada Bárbara Royo.