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El nuevo alcalde de Pamplona, Joseba Asiron, celebra a su salida del pleno en el que ha tomado posesión del cargoEuropa Press

Los pactos del PSOE

Bildu alimenta la quimera de Euskal Herria tras la conquista de Pamplona gracias a Sánchez

Durante la moción de censura en la capital de Navarra el dirigente del PP Carlos García Adanero indicó que el «objetivo político» de la izquierda aberzale es que Pamplona sea la «capital de esa entelequia que llaman Euskal Herria»

La izquierda aberzale –desde su nacimiento en el entorno de la banda terrorista ETA hasta su actualidad en Bildu– siempre ha tenido la aspiración de lograr el estado conocido en vascuence como Euskal Herria. Según sus deseos, este territorio independiente, que comprendería a las actuales regiones del País Vasco, Navarra y el País Vasco francés, tendría su capital en Pamplona; ciudad que el PSOE de Sánchez acaba de entregar a Bildu mientras que el líder de los socialistas está en la Moncloa con los votos de la formación que lidera Arnaldo Otegi.

El propio Otegi fue claro en este aspecto recientemente cuando afirmó que la legislatura «va a venir marcada por el debate sobre la plurinacionalidad y por el reconocimiento nacional de Euskal Herria, entre otros pueblos del Estado español». Un debate que, según ha puntualizado, «es el que democratiza al Estado». Una Euskal Herria que siempre estuvo en el punto de mira de la banda terrorista ETA. No puede olvidarse que su objetivo fue la constitución de un Estado en la ilusoria Euskal Herria, en la que la Comunidad foral de Navarra es anexionada por el País Vasco.

Carlos García Adanero, portavoz de los 'populares' en el Ayuntamiento de la capital de la comunidad foral, espetó en la moción de censura a los concejales de la izquierda aberzale que «no han renunciado a nada, ni al pasado, pero tampoco al futuro». «Ustedes siguen queriendo Pamplona, no como una ciudad para mejorar la vida de sus vecinos, sino Pamplona como capital de esa entelequia que le llaman Euskal Herria, y ese es su objetivo político. A partir de ahí, la anexión de Navarra y la independencia para hacer una república vasca. Lo dicen ustedes, siempre lo han dicho», dictaminó el dirigente del PP.

El nuevo primer edil, Joseba Asirón, rehusó hablar durante el pleno que le eligió regidor, por lo que no contestó ni a García Adanero ni a la exalcaldesa Cristina Ibarrola. El político de Bildu se limitó a comparecer en rueda de prensa con un discurso, aparentemente, conciliador. «Seamos capaces de hablar y de discutir y de dejar a un lado todas esas faltas de respeto, todos esos insultos y descalificaciones que no llevan a ningún lado» expresó Asirón para después agregar que «UPN, y también el PP, son fuerzas necesarias en esta ciudad».

Sin embargo, ninguno de los concejales de Bildu en el consistorio pamplonés ha condenado la violencia de la banda terrorista ETA; ni si quiera el nuevo alcalde, que en una entrevista en el Diario de Navarra en 2015 aseguró que «no recordaba» haberse manifestado en contra del asesinato del concejal pamplonés de UPN Tomás Caballero. «No voy a entrar en la dinámica de condenas», pretextó Asirón en ese momento.

De hecho, el que va a ser uno de los hombres fuertes del nuevo alcalde, Joxe Abaurrea, era concejal de Herri Batasuna cuando ETA asesinó a Caballero. Ni entonces ni en la actualidad ha querido mostrar su repudio al asesinato terrorista, y con esta actitud Asirón le va a premiar con el departamento de Gobierno Estratégico, Urbanismo, Vivienda y Agenda 2030 en el ayuntamiento. Además, sobre Aburrea pesa una condena por cuatro delitos leves de lesiones, ya que agredió a tres agentes de la policía y a la entonces concejal del PP Carmen Alba.

Joseba Asiron y Joxe Abaurrea, en una imagen de mayo de 2019

En este contexto, Sánchez otorga en bandeja de plata la Alcaldía de Pamplona a la izquierda aberzale, que prosigue con paso firme hacia su anhelo de materializar la república de Euskal Herria, con capital en su vascongada Iruña. El próximo episodio se dará en las elecciones autonómicas vascas de 2024, en las que el PSOE deberá optar por su ya tradicional pacto con el PNV, o apoyar un posible Ejecutivo de los herederos políticos de ETA.