La exalcaldesa de Pamplona explica sus palabras sobre «fregar escaleras» con las que la izquierda quiere tapar el pacto con Bildu
PSOE y Sumar la han tachado de «clasista» y «machista» por sus declaraciones tras una moción de censura que los socialistas reducen a una «anécdota» y algo circunscrito al «ámbito local»
Este jueves la noticia del día sobre la que debían estar puestos todos los focos era la entrega de Pamplona por parte del PSOE a Bildu a través de la moción de censura que registraron los de Otegi para desbancar a quien había sido la fuerza más votada, Unión del Pueblo Navarro (UPN), en las elecciones del pasado mayo. En su lugar, la izquierda quiso poner el acento en unas declaraciones de la exalcaldesa de la capital navarra, Cristina Ibarrola, tras la moción que llevó a primer edil a Joseba Asiron.
«Los socialistas y el PNV dicen que lo peor que puede ocurrir a los ciudadanos del País Vasco es que EH Bildu gobierne tras las siguientes elecciones, porque impone, porque es sectario, porque supone retroceso, y yo lo comparto; lo comparto absolutamente. ¿Pero en Pamplona, por qué?», preguntaba Ibarrola. «Yo creo que es una pregunta que tienen que responder ellos. Yo la tengo muy clara: nunca seré alcaldesa con los votos de EH Bildu. Jamás. Pase lo que pase. Nunca apoyaría a EH Bildu, a cambio de nada, pase lo que pase. Prefiero fregar escaleras», aseguró ante los medios.
Ibarrola explicó posteriormente en sus redes sociales, y ante el revuelo generado contra ella, que lo que quería decir con ello es que prefería «realizar un trabajo digno, duro y mal pagado como el de la limpieza» a «vender» sus principios «y ganar 100.000 euros en un sillón pactando con Bildu de forma indigna». «Cualquier otra interpretación es falsa, interesada y partidista», recalcó la dirigente de UPN.
El PSOE y Sumar se habían apresurado a arremeter contra ella por sus palabras en la rueda de prensa. Los socialistas, que la tildaron de «clasista» en su cuenta oficial de Twitter, quisieron eludir hablar del pacto con Bildu que negaban hasta hace solo unas semanas y encontraron con ello el pretexto para poner el foco en una nueva polémica. La socialista Isabel Rodríguez vino a calificar de «anécdota» la moción de Pamplona, y la portavoz del Ejecutivo y del partido, Pilar Alegría, volvió a circunscribir el pacto con los abertzales al «ámbito local», en línea con el argumento con el que justifican haber entregado la ciudad al partido de Otegi, por la supuesta «parálisis» de UPN.
Cuando un periodista preguntó a la portavoz del PSOE de Navarra, Marina Curiel, justo después de la moción cómo explicaría al votante socialista que, pese a que su antecesora en el cargo, la hoy ministra de Inclusión, Elma Saiz, prometió que el PSOE no votaría a Asiron, se ha convertido en alcalde gracias a sus cuatro votos, Curiel, visiblemente dubitativa, señaló que «a día de hoy hay un acuerdo muy importante detrás y por ello estamos hoy donde estamos».
Yolanda Díaz se sumó a las críticas a Ibarrola. «Las mujeres que 'limpian escaleras' desempeñan una tarea social fundamental y su trabajo debe ser pagado y reconocido. Una razón más para la moción de censura en Pamplona», escribió la vicepresidenta segunda del Gobierno y líder de Sumar. También Irene Montero. «Si no se friegan las escaleras, se para el mundo. Es clasismo y es machismo que olvida que las tareas de cuidados, realizadas mayoritariamente por las mujeres, sostienen la vida. Enhorabuena a las vecinas y vecinos de Pamplona», expresó la exministra de Igualdad. Un poco antes la líder de Podemos, Ione Belarra, había celebrado que «la mayoría social recupera el gobierno progresista» en Pamplona. Para ella fue «una gran noticia» que la ciudad vaya a estar de nuevo en manos de Bildu.