El alcalde de Pamplona reabre la polémica sobre el segundo Monumento a los Caídos más grande de España
El espacio no incumple la Ley de Memoria Histórica, sin embargo Joseba Asiron retoma su intención de modificarlo todo lo posible
El pasado 2 de enero, el nuevo alcalde de Pamplona, Joseba Asirón (Bildu), se vanagloriaba de que en su primera semana de mandato había conseguido que nadie durmiera en las calles de Pamplona. Sin embargo, la llegada del primer frío invernal, tres días después, echaba por tierra su propaganda y Cruz Roja evidenciaba que todavía decenas de personas no encuentran sitio para pernoctar en la capital navarra.
Así pues, una vez desmantelada su primera medida social desde que el pasado 28 de diciembre se hizo con la vara de mando, Asirón ha optado por reabrir una vieja polémica que judicialmente tampoco tiene demasiado recorrido: qué se hace con el Monumento a los Caídos de Pamplona.
El Monumento a los Caídos es el segundo monumento de este tipo más grande de España tras la basílica del valle de los Caídos (ahora valle de Cuelgamuros, tras la aprobación de la Ley de Memoria Democrática). Sin embargo, distintas sentencias judiciales han dictaminado que esta construcción que cierra la avenida más emblemática de Pamplona, la Avenida de Carlos III, no incumple la tan traída Ley de Memoria Democrática, ni tan siquiera la más reciente y 'progresista' que promovió el actual ministro de Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños.
Ya resignificada y sin inscripciones
El edificio, que inicialmente albergaba una basílica, fue construido en 1942 por el arquitecto navarro Víctor Eusa. En el frontispicio figuraba el lema «Navarra a sus muertos en la Cruzada» y, en el interior, en la cripta, descasaban los restos de dos de los generales que se posicionaron a favor del levantamiento de 1936, Emilio Mola y José Sanjurjo.
Sin embargo, antes de que existiera cualquier ley de Memoria Histórica, en 1997 la basílica fue desacralizada y entregada por el Arzobispado de Pamplona al Ayuntamiento de la Ciudad. La Iglesia solo se reservaba a la cripta. En 2008, tanto la inscripción del frontispicio como alguna otra que se situaba en el interior fueron tapadas.
Aunque sentencias anteriores ya garantizaban que el Monumento a los Caídos de Pamplona no incumpliera las leyes memorialistas, en 2016 los restos de Sanjurjo y Mola, así como los de otros seis soldados, fueron exhumados y entregados a sus familias.
En 2008, una sentencia del Tribunal Administrativo de Navarra (TAN) presentaba una sentencia cuyo ponente era el poco sospechoso Miguel Izu, que llegó a ser parlamentario por Izquierda Unida, dictaminaba que el citado monumento no constituía un símbolo franquista, puesto que las inscripciones habían sido tapadas y en ese momento se utilizaba como sala de exposiciones municipal.
Siete posibilidades
Pero aún así, y a pesar de que el pasado mes de octubre Geroa Bai, socio de Asiron, se mostró contrario a la reforma del edificio por falta de marco legal, el nuevo alcalde de Pamplona ya ha anunciado que retomará la idea que inició en su anterior etapa como alcalde de resignificar o, incluso derribar, uno de los edificios más significativos de Pamplona.
Así, ha vuelto a sacar del cajón la idea de realizar una consulta popular sobre las siete propuestas presentadas en 2019 a un concurso público. Entre las ideas planteadas figuraba desde mantener el edificio intacto, pero convirtiendo su interior en un museo, hasta derribarlo completamente y hacer un espacio abierto al público que ampliaría la ya de por sí generosa plaza que el Monumento a los Caídos tiene ante sí.
Mientras tanto, los voluntarios de Cruz Roja continuarán repartiendo kits de invierno entre las personas que todavía duermen en las calles de Pamplona.