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Puigdemont y Sánchez el pasado 13 de diciembre en el Parlamento europeoEFE

Primer aprieto

La conjunción planetaria y parlamentaria que busca el Gobierno para salvar sus tres decretos

Puigdemont aprieta pero, ¿ahogará? el Gobierno trabaja con la idea de lograr 172 síes del PSOE, Sumar, ERC, Bildu, el PNV, Podemos, el BNG, Coalición Canaria y la abstención de Junts

«Sabíamos que ésta iba a ser una legislatura de diálogo», señaló María Jesús Montero este lunes, restando importancia a la primera estación del vía crucis al que se enfrenta el Gobierno esta legislatura: la convalidación por el pleno del Congreso de los tres decretos ley que el Consejo de Ministros aprobó en diciembre, y que elevan a 142 el marcador particular de Pedro Sánchez desde que llegó a la Moncloa -nunca otro presidente en democracia había recurrido tanto a la fórmula del decretazo-.

Los 179 escaños con los que fue investido presidente Sánchez el pasado 16 de diciembre, en primera votación, fueron un espejismo. La realidad es que el Ejecutivo de coalición entre el PSOE y Sumar pretende gobernar estos cuatro años 29 escaños por encima de sus posibilidades, que son los que le separan de la mayoría absoluta. Inicialmente, el Gobierno tenía 152 diputados, pero la espantada de los cinco de Podemos ha agravado su raquitismo congénito: le quedan 147.

Ése no es el único problema del Gobierno, que se enfrenta a otro no menor: un gran bloque de oposición de 171 escaños, que son los que suman el PP, Vox y UPN. Están a solo cinco de la mayoría absoluta. Ello quiere decir que uno solo de los socios parlamentarios del Gobierno puede arruinarle cualquier votación con el simple gesto de votar en contra y sumar así sus votos a esos 171. Ya sea Podemos, Junts, ERC, Bildu o el PNV. Cualquiera.

Sánchez necesita a esos cinco partidos todo el tiempo. Y ellos son conscientes del poder que les ha dado la aritmética parlamentaria. Podemos tiene cinco escaños, que sumados a esos 171 de la oposición hacen la mayoría absoluta de 176. El PNV, también cinco. Bildu, seis. Y ERC y Junts tienen siete diputados cada uno.

¿Qué precisa el Gobierno en la votación del miércoles? De entrada, que ninguno vote en contra, que es lo que amenazan con hacer Junts y Podemos. Porque el PP ya ha anunciado que se opondrá a los tres (mantiene abierta la posibilidad de abstenerse en el decreto anticrisis si el Gobierno se aviene a negociar, aunque Sánchez no tiene ninguna intención de hacerlo). Este mismo lunes, Junts insistió en su negativa: «En esta legislatura no funcionará el 'a cambio de nada'. El PSOE debe tener claro que Junts no ha firmado un acuerdo de legislatura. Sólo habrá estabilidad si hay avances en los dos ejes: el ámbito nacional y el social», aseguró su portavoz, Josep Rius.

«A quienes dicen que van a votar en contra, ¿qué es exactamente lo que les molesta?, ¿la subida de las pensiones?, ¿la bajada del IVA de algunos alimentos?, ¿la bajada del IVA a algunas empresas eléctricas?», se preguntó este lunes el secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán.

De momento, solo ERC y el PNV han anunciado públicamente que votarán a favor. Porque «son cuestiones que mejoran la vida de las personas», en palabras de la portavoz de Esquerra, Raquel Sans. Por «responsabilidad», en las del presidente del PNV, Andoni Ortuzar. Y Bildu no ha desvelado el sentido de su voto, pero en el PSOE no esperan que den problemas (la parte del decreto anticrisis relativa a los desahucios fue pactada con los de Arnaldo Otegui).

Pero los socialistas necesitan más. La convalidación de un decreto ley requiere mayoría simple, como la aprobación de leyes ordinarias. Es decir, más votos a favor que en contra, las abstenciones no computan. Puesto que 171 diputados votarán ‘no’, el presidente y su socia tienen que alcanzar un listón de 172 escaños. ¿Cómo lograrlo? Con los votos del PSOE (121), Sumar (26), ERC (7), Bildu (6), PNV (5), Podemos (5), BNG (1) y Coalición Canaria (1).

El Gobierno no puede dejarse ni uno solo por el camino. Solo así podrá permitirse la abstención de los siete diputados de Junts en al menos dos de los tres decretos ley, que es el desenlace más probable para el entuerto parlamentario del miércoles: que Carles Puigdemont apriete pero no ahogue; que deje claro desde el principio quién tiene la legislatura por el mango pero sin llegar a quemar el guiso. Al menos, no tan pronto.