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Feijóo junto a la diputada del PP en las Cortes valencianas Mar GalceránDavid Mudarra/ PP

Un pleno inusual

El pacto entre el PSOE y el PP sobre el artículo 49 molesta por igual a los socios de Sánchez y a Vox

Abascal carga contra Feijóo después de que el pleno del Congreso diera el penúltimo paso para la aprobación de la reforma. Feijóo y Bolaños hacen lecturas distintas de este acuerdo

El Congreso vivió este martes un pleno atípico. Y no solo porque nuevamente hubiera que celebrarlo en el Senado, puesto que el hemiciclo de la Cámara Baja sigue en obras. Sino por el grado de consenso alcanzado en la votación, aunque no unanimidad.

Los diputados dieron el penúltimo paso para reformar el artículo 49 de la Constitución y cambiar el término «disminuidos» por «personas con discapacidad»; al aprobar la toma en consideración de la proposición de ley de reforma que los grupos parlamentarios del PP y el PSOE presentaron de forma conjunta a finales de diciembre. El resultado fue de 315 votos a favor y 33 abstenciones, las de Vox.

El partido de Santiago Abascal fue el único que se desmarcó del acuerdo. La diputada Lourdes Méndez acusó a populares y socialistas de «teatralizar una supuesta normalidad». Y cargó contra Alberto Núñez Feijóo por firmar un pacto «vil y miserable» para, según Méndez, «ocultar que se está dando un golpe continuo». «No vamos a ser cómplices de que utilicen las personas con discapacidad», añadió.

También Abascal recriminó a Feijóo, en los pasillos, que se haya prestado a este pacto. «Estamos ante la auténtica estafa. Feijóo sale siempre en auxilio de Sánchez y en el momento en el que más débil está», denunció. Lo que encendió a los populares. «El problema de Abascal no es Feijóo, sino Ortega Smith», replicaron fuentes del PP.

El líder del PP intervino por sorpresa en el debate, al que acudió acompañado por la diputada del PP en las Cortes valencianas Mar Galcerán, la primera con síndrome de down en España. Feijóo definió esta reforma como una «modificación modélica», fruto de una «negociación honesta» con el PSOE, señaló. Aunque el líder de la oposición no cruzó la línea del acuerdo con el PSOE hasta que Pedro Sánchez no le hubo dado garantías de que no aceptaría ninguna enmienda, sino que la reforma se ceñiría al texto pactado. También, de que en ningún caso sería sometida a referéndum.

No obstante, la lectura que hizo Feijóo del acuerdo durante el pleno dista de la que después ofreció Félix Bolaños. Para el primero es «un oasis en el desierto de la crispación», de lo que culpó al Gobierno. Por el contrario, el ministro de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes animó al PP a llegar a más acuerdos, para que el del artículo 49 no sea una excepción: «Éste es el camino, dialogar y acordar para mejorar la vida de nuestros ciudadanos, entendernos en lo que es indiscutible, en cumplir la Constitución y en reformarla para mejorarla», señaló.

Los socios de Sánchez replican

A pesar de que Junts, ERC, Bildu, el PNV, Podemos y el BNG votaron a favor, los socios de Sánchez recriminaron a los socialistas que solo pueda cambiarse la Constitución cuando ellos y los populares lo acuerdan (es que solo entre los dos principales partidos llegan al listón de 210 votos que se necesitan para una reforma ordinaria). «En el Ibex estén celebrando con champán la vuelta de los pactos del bipartidismo», lamentó la diputada de Podemos Noemí Santana. «Queda mucho por hacer. En Alemania se ha reformado 60 veces la Constitución y la cúpula del Reichstag no ha explotado», continuó.

El diputado del PNV Mikel Legarda quiso dejar claro que su partido es «crítico» con la forma en la que se ha fraguado esta modificación. «Nos gustaría poder tratar de manera amplia y sosegada la reforma de la Constitución», añadió. Los nacionalistas vascos han intentado envenenar esta reforma quirúrgica hasta el último momento, al presentar las mismas 11 enmiendas que ya presentaron hace un año. Éstas serán debatidas el jueves.

Entre ellas, como contó El Debate, figura mutilar el artículo 2 de la Constitución para eliminar la mención a que se fundamenta en la «indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles». También suprimir el artículo 155 por completo, incluir el derecho de autodeterminación, reducir la inviolabilidad del Rey a sus funciones estrictamente institucionales. Además, despojar a las Fuerzas Armadas de su función de defender la integridad territorial y el ordenamiento constitucional e impedir que el Constitucional suspenda automáticamente una ley autonómica que haya sido impugnada por el Gobierno.

«El debate sobre la plurinacionalidad y el reconocimiento de nuestro estado necesita un debate amplio, sereno y profundo», señaló después la portavoz de Bildu, Mertxe Aizpurua. «Cuando llega el bipartidismo parece que nos dejan a un lado a otros», se quejó el diputado de ERC Francesc-Marc Álvaro Vidal. Y Junts dejó claro, por boca de la diputada Marta Madrenas, que aunque su partido apoye esta reforma la Constitución es una «ley decrépita que ya no capta el pulso se la sociedad actual». Y un «corsé».