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Ana Martín

Feijóo puede acabar salvando los Presupuestos de Sánchez por una carambola

El PSOE va a tener muy difícil que Junts y Podemos respalden las cuentas del Ministerio de Defensa y de la Casa del Rey. Y si caen ésas, caen todas. ¿Tendría el PP que sacarle las castañas?

Madrid Actualizada 04:30

Alberto Núñez Feijóo, el pasado martes en el SenadoEFE

El jueves se produjo una situación paradójica al término del pleno de aprobación de la reforma del artículo 49 de la Constitución. Alberto Núñez Feijóo convocó a la prensa para hacer una declaración institucional. La empezó felicitándose por haber llegado a un acuerdo con Pedro Sánchez para esa modificación puntual: «la buena política es algo parecido a lo que acabamos de hacer», afirmó. Y la terminó cargando contra el mismo Pedro Sánchez por hacer caso omiso al «demoledor» informe de los letrados adscritos a la Comisión de Justicia del Congreso sobre la proposición de ley de amnistía: «constata buena parte de las críticas que hemos venido haciendo en los últimos meses a esta ley de impunidad que el PSOE mercadeó para obtener la Presidencia del Gobierno», sostuvo.

El pacto del PP con el PSOE para eliminar el término «disminuidos» de la Constitución ha generado debate en el centro derecha. Hay quienes sostienen que durante esta legislatura el PP no debería pactar nada con Sánchez porque supone, de alguna manera, blanquear a un presidente aliado con todos los enemigos de la Carta Magna e inmerso en un proyecto de «deconstrucción nacional» (término acuñado, entre otros, por José María Aznar). Da igual el qué, porque lo importante es el quién, dicen estos. Muchos están en Vox, pero no solo.

A todos ellos se dirigió Feijóo cuando, en esa misma comparecencia, señaló: «acepto que me critiquen por querer mejorar la Constitución, y en consecuencia la política y las instituciones de mi país. Pero yo tengo claro cuáles son mis prioridades y lo van a seguir siendo. Mi prioridad es ser útil a los ciudadanos y avalar propuestas razonables, cumplir la palabra dada y servir a mi país». Un insólito alegato en defensa propia que solo se entiende en el contexto de ese dilema en el centro derecha.

Habrá más momentos en los que Feijóo se enfrente a esa disyuntiva y tenga que elegir. Uno de ellos llegará más pronto que tarde, con los Presupuestos Generales de 2024. No con ellos en su conjunto, sino en concreto con la Sección 14: la que corresponde al Ministerio de Defensa. No es descabellado pensar que, en primavera, el líder de la oposición podría tener en su mano la aprobación de las cuentas públicas que negocia desde hace tiempo la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero.

La vicepresidenta cuarta del Gobierno y ministra de Hacienda, María Jesús MonteroEFE

Vayamos a la explicación. Para que los Presupuestos Generales de turno sean aprobados, el Gobierno necesita que el pleno del Congreso avale por mayoría simple (más síes que noes) cada una de las secciones, que corresponden a los ministerios y a instituciones como la Casa del Rey, las Cortes, el Tribunal Constitucional y el Consejo de Estado. Si cae una sección caen todas, así que no hay término medio.

Sánchez va a tener muy complicado que Junts y Podemos apoyen el presupuesto del Ministerio de Defensa

Sánchez no va a tener nada fácil la negociación de las cuentas públicas con todos sus socios, pero menos aún las del Ministerio de Defensa, que está previsto que vuelvan a aumentar. No en vano, Sánchez tiene un compromiso con la OTAN que contrajo en junio de 2022, en la cumbre celebrada en Madrid. Entonces aseguró que en 2029 España llegará al objetivo de gasto militar del 2 % del PIB. Por aquellos días la invasión de Rusia a Ucrania llevaba cuatro meses en marcha. Hoy sigue.

Junts y Podemos, tanto monta

El principal problema para Sánchez, como en casi todo, serán Junts y Podemos. La legislatura pasada, los de Carles Puigdemont votaron año tras año en contra del presupuesto del departamento que dirige Margarita Robles.

Por su parte, el partido morado ya amagó con oponerse a las cuentas de Defensa en los Presupuestos de 2023, estando en el Gobierno. Así que no digamos ahora, que se ha independizado de Sumar y que además ha hecho de la retórica antibelicista su principal arma electoral. En el marco de la guerra entre Israel y Hamas, los de Ione Belarra vienen exigiendo al Gobierno de Sánchez que suspenda relaciones diplomáticas con Israel, el embargo de armas y «sanciones económicas ejemplares».

Diputados de Podemos con camisetas en contra de la venta de armas a IsraelEFE

En esa tesitura, ¿qué papel puede jugar el PP? Uno decisivo. Imaginen por un momento que la aprobación de los Presupuestos Generales de 2024 dependiera únicamente de que el PP no deje caer la Sección 14. O la Sección 1, correspondiente al el presupuesto de la Casa del Rey, que es otra de las grandes fijaciones de Junts (y no solo de Junts).

Es de prever lo que haría el PP en esa caso… porque ya lo hizo una vez. En noviembre de 2022, y por primera vez en la pasada legislatura, los populares votaron a favor de la Sección del Ministerio de Defensa de los Presupuestos de 2023: 12.825 millones de euros, un gasto militar un 28,5 % más que el año anterior. Los de Feijóo tomaron esa decisión para garantizar los recursos económicos del Ejército, independientemente de lo que hicieran ERC y Bildu. El PP justificó su postura en que son «un partido de Estado». Y en que, habiendo una guerra en Ucrania, no querían ni debían hacer «política pequeña» con la seguridad nacional. También votaron a favor del presupuesto de la Casa del Rey. Por el contrario, Vox y Ciudadanos votaron en contra de ambas secciones, como también de todas las demás.

Al final, Podemos votó a favor de las secciones de Defensa y de la Casa del Rey porque estaba dentro del Gobierno y ERC y Bildu se abstuvieron para no poner en riesgo el resto de los Presupuestos de 2023. De esta manera, el voto favorable del PP fue irrelevante a efectos prácticos, pero sí fue simbólico. Lo que ocurre es que esta vez el voto de los populares puede ser vital para Sánchez, si Puigdemont y Podemos se plantan en jarras. Al final, el presidente va a tener que llamar al otro lado de su muro más veces de las que querría.