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Santiago Abascal, a su llegada al actoEFE

Renovado su mandato

Abascal ve a Vox como un partido que no atiende a modas, frente a quienes le auguran el futuro de Podemos o Cs

«Nosotros, en contra de aquellos que dicen que estamos acabados, no somos los últimos del ayer, sino los primeros del mañana», defendió el recién reelegido presidente de la formación

Si algo quiso dejar claro Santiago Abascal este sábado, el día en que revalidaba su mandato al frente de Vox, es que su partido tiene cuerda para rato. «Nosotros no somos una moda naranja ni una piara de amigos comunistas de la universidad», afirmó ante un auditorio con más de 2.000 afiliados y su equipo, y añadió: «Somos Vox, y nuestros principios y nuestros valores nos trascienden».

No era la primera vez que hacía un alegato sobre aquello que fundamenta Vox. No lo presiden los personalismos, ni los medios de comunicación, ni el IBEX, defendió ayer. El por qué del nacimiento del partido radica, según explicó, en las convicciones, de las que asegura que no se van a mover independientemente de los resultados electorales.

Lo hace en un contexto en el que, como dirigentes del partido vienen criticando las últimas semanas, muchos decretan «la muerte de Vox» desde hace años. «Nosotros, en contra de aquellos que dicen que estamos acabados, no somos los últimos del ayer, sino los primeros del mañana», incidió, asegurando no creer que Vox sea algo del pasado y que continuarán adelante «pese a quien pese».

La formación irrumpió en la escena política en 2014, en un momento en el que el Partido Popular gobernaba con mayoría absoluta. Ha cumplido este mes de enero una década. Lo ha hecho al mismo tiempo que Podemos. Este, fagocitado por Sumar y ahora nadando a la deriva y buscando mantener una mínima parcela de poder –que ahora se ha visto truncada por la salida de Verstrynge–, ha perdido hoy toda relevancia política que algún día tuvo como socio de Gobierno.

Hay quienes equiparan a los partidos de la nueva política, aquellos que vinieron a agitar el tablero del bipartidismo sobre el que se había estructurado la política en España en los últimos cuarenta años. Así, y con más ahínco tras las elecciones generales del 23 de julio donde Vox perdió 19 escaños, auguran para él el mismo futuro que el que han tenido el partido de Pablo Iglesias y Ciudadanos, hoy desaparecido de las instituciones, o incluso el extinto UPyD. Y es a estos a quienes ha rebatido varias veces Abascal que lo que Vox defiende no es una moda, sino principios que define como inmutables.

«Si no está Vox, ¿quién lo defiende?»

Así, Vox sostiene que llegó a la política entre otras cosas para reabrir debates que se daban por cerrados. Sobre cuestiones como la defensa sin complejos de la unidad nacional, la defensa de la vida desde la concepción hasta la extinción natural, la defensa de las fronteras, la defensa de la libertad de los padres para elegir la lengua en la que escolarizar a sus hijos o las aulas libres de adoctrinamiento.

Estos días Abascal incide en que si Vox no estuviera, no habría otro partido que defendiera todo ello. «¿Quién defiende al pueblo ante todo tipo de imposiciones a las libertades? Solo Vox», sintetizó, arrancando el aplauso de los afiliados. Aseguró que seguirán aquí: «Este es un proyecto político de extrema necesidad para España».

Además, para el partido, prueba de que tiene futuro y de que logrará más apoyos con el tiempo es que sus aliados internacionales, con quienes comparte muchas ideas, hoy han llegado al Gobierno en sus respectivos países. Es el caso de Giorgia Meloni en Italia o Javier Milei en Argentina, que han trasladado su apoyo públicamente a Vox en muchas ocasiones, y ayer se dejaron ver en el acto tras la reelección de Abascal como presidente de la formación.