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DivisaderoAntonio Pérez Henares

Sánchez ¿valiente con quién?

A lo mejor resulta, y no nos hemos dado cuenta aún, que el sanchismo, como un día el Perú, se pudo empezar a joder el martes

Alardea, chulea, se pavonea y carcajea, es duro y bravucón, pero ¿con quién? ¿Con las espigas o con las ortigas?

Sánchez, un día caerá la venda de tantos ojos que no quieren ver, es un presidente pelele, un cobardón, que aplasta a quienes están sometidos y se somete a quienes le tienen cogido de sus pudendas partes. Porque no son sus bemoles los que mandan sino los de un tipejo residual y prófugo de la justicia, al que él ha convertido en macho de la piara, y que es quien le ordena en que fango ha de revolcarse fango ha de se revolcarse y que heces hemos de tragarnos y decir que es ambrosía, además.

Pedro Sánchez no es para nada el asombroso y fiero «killer» que nos quieren contar y en cierto modo enaltecer. Nunca he compartido esa fascinación por su figura Nunca me ha parecido otra cosa, eso sí, que un político sin ética, sin escrúpulos sin vergüenza y sin palabra, que es capaz de entregar, rendir y vendernos a todos para seguir pareciendo que manda. Pero eso a mí, aunque digan que es el culmen de la política, no me parece digno de admiración sino de desprecio. Eso no es un líder, es un charreteras con el pecho lleno de latones, que a cada batalla que libra y pierde, para seguir en su colchón, entrega a los enemigos, un pedazo de nuestra tierra y de nuestra dignidad

Y que nadie se equivoque al valorar él por qué le pegaron este martes pasado el revolcón. No fue por su valentía y plantarse sino porque lo que exigían no podía pagarlo en Españas, que lo hubiera pagado sin pestañear, sino en Europas y con eso, empieza a barruntarse, tiene que tener cada vez cuidado.

Sánchez ha traicionado, mentido y rendido todas las banderas, los principios y los derechos ciudadanos del pueblo español a sus peores enemigos. Y los seguirá vendiendo en almoneda mientras pueda. Total, puestos a aceptar terrorismo y la traición como animal de compañía solo era un toque más de rimel el convertir a la bestia kraken en un pececito de colores.

Eso, por el momento no ha podido ser, pero lo sigue teniendo en la agenda y si ayer no pudo lo intentara mañana. No tengan duda alguna de que así será.

Sin embargo la costalada se la ha pegado. Y ha empezado a sentir que se le caen los palos del sombrajo y que una línea roja, de las muchas ya pisoteadas para beatificar al putinesco Puigdemont, se le está empezando a atragantar. Y que cada día un poco más, empieza a no colar como definitivo y único argumento final, aunque sus bandadas de papagayos mediáticos lo clamoreen sin descanso, que todos los que no tragan con ello, son unos fascistas de manual.

Que ya son, somos, fachas más de media humanidad. Los jueces los primeros y peores, y todos los demás, de babor a estribor, después y Felipe González, por demás. Aquí ya los únicos que no son fachas son él, su cachicanes, Puente y López, su corte ministerial, la parroquia adoctrinada, la extrema izquierda, los separatistas y los herederos de ETA.

El resto somos engendros tenebrosos que bien podíamos ser privados de todo humano derecho. Porque ojo, para eso tiene al de la toga manchada, Conde Pumpido y sus acólitos, que en un descuido nos señala como subhumanos y nos declara inconstitucionales. Que si hay que declarar y hacerlo ley, al igual que sentenciar que dinamitar la Constitución es lo más constitucional que se puede hacer, pues se hace y ya está. Porque en España está viniendo a resultar que se puede ser cualquier cosa, golpista, traidor, prevaricador, terrorista y ladrón, que todo ello es amnistiable con la sola condición que a Sánchez le hagan falta tus votos para seguir en el poder. Entonces se produce la transmutación, te conviertes en santo,dueño y señor, tus delitos pasan a ser preclara virtud y el Gran Caudillo se torna en tu humilde servidor.

En tal cenagal vivimos y en el parecemos condenados a tener que seguirlo haciendo por cerca, al menos, de cuatro años más.

Pero a lo mejor resulta, y no nos hemos dado cuenta aún, que el sanchismo, como un día el Perú, se pudo empezar a joder el martes.

Porque lo que ese día hemos comenzado a ver, hasta para quienes quieren seguir a toda costa ciegos, es que ese «rey», presuntamente vestido de seda y bañado en oro, lo que va es en cueros y de prestado. Que es un Juan Sin Tierra y su tropa, en realidad, una parva de mercenarios que cada día le exigen un pago mayor. Y aunque él quisiera, hay cada más gente dispuesta a no dejárselo pagar. . Al menos, no sin pelear hasta el final.